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-Listo, Alexa. Ahora debo irme. Por favor, cualquier cosa me llama al celular.

Intenté no gritar demasiado fuerte, aunque la niñera de Carolina se encontraba en la cocina y yo ya estaba en la puerta, cargando con mi gran trípode en mis manos y la cámara colgándome hacia un lado. Todas las mañanas, antes de ir a la universidad, me tocaba decirle las mismas palabras a la mujer, ella era muy linda y sencilla, sin embargo había descubierto que a pesar de no pasar de los veinticinco años, la podre tenía el sentido de oído muy poco desarrollado, a veces había que repetirle las cosas una, dos o tres veces hasta que las entendiera.

Debido a que las clases iniciaban muy temprano, casi nunca lograba encontrar a mi pequeña despierta para despedirme, solo me encargaba de comerla a besos antes de irme y ay era cuando estaba de regreso que pasábamos el tiempo disfrutando, eso si no tenía ningún evento que fotografiar o sesión fotográfica que hacer para la revista. Una vez escuché una aprobación por parte de Alexa, salí de mi casa y cerré con seguro la puerta.

-Ven, te ayudo con eso.

-Carlos, no pesa tanto, puedo ponerlo yo solo en la parte trasera del auto.

-O puedes irte sentando y colocando la calefacción, hace frío ¿No crees?

Bufé, obedeciendo muy a regaña dientes, le entregué el trípode y fue él quien se encargó de colocarlo en los asientos traseros, colocándole incluso el cinturón para que no se moviera de su lugar. Me senté en el lugar del copiloto e hice lo que me indicó, no me tomó mucho encontrar el botón, ya otras veces lo había visto colocándolo cuando me recogía de clases.

Si, digamos que aquel día acepté su propuesta y ahora soy el "amigo" de Carlos Sainz, el gran heredero de la empresa S-Alfa, una de las más conocidas en el país y seguro fuera de este también ¿Cómo pasó? No tengo idea, ¿Qué si soy feliz? Bueno, ignorando el hecho de tener a mi omega llorando de felicidad cada que Carlos me sonreía o simplemente me hablaba de cosas triviales, digamos que lo estoy tomando tranquilamente bien.

Después de una larga charla sobre cuándo o que días vernos, mejor dicho, le expliqué que yo no contaba con un horario fijo, no sabía que días me necesitaría la empresa y tampoco sabía si tendría demasiadas tareas en la universidad como para salir con él, además de contar con una pequeña de hermosos ojos avellana y cabello ondulado café que me roba muchísimo tiempo, aunque yo encantado le entregaba cada segundo de mi vida a mi pequeña Caro.

Carlos hizo los cálculos, me pidió mi horario de clases y al día siguiente me lo encontré estacionado fuera de mi casa, esperado para llevarme a la universidad, luego me recogió, eso hace ya una semana. Él aun no entra a mi casa, no le he dado la oportunidad, es el único alfa que pudo conocer a mi pequeña y no quiero apresurar absolutamente nada. Venga, Charles ¿Qué vas a apresurar si solo son amigos?

Solté un largo bostezo, despejándome un poco, mientras el auto empezaba con su típico recorrido, ahora que iba con Carlos, llegaba mucho más rápido a la universidad, pero eso no evitaba acostumbrarse, así que de vez en cuando observaba a Carlos tomar los caminos largos antes de llegar a nuestras paradas, no me molestaba, nunca dije nada, siempre era bueno estar a su lado, aunque me estuviera ilusionando, se sentía muy bien.

- ¿Cansado?

-Algo. Uno de mis profesores me dejo una tarea gigante, creo que he dormido solo unas dos o tres horas, me siento muerto-. Otra de las cosas que admiraba de nuestra relación actual, era mi capacidad de ya poder hablar con él sin sentirme nervioso o sin sonrojarme como una colegiala. O era muy buen actor o las cosas me estaban saliendo mejor de lo que esperaba y mi omega en vez de alejar el sentimiento, a cada rato conseguía más comodidad con el alfa de Carlos.

𝗧𝗵𝗲 𝗣𝗘𝗥𝗙𝗘𝗖𝗧 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮. 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬Where stories live. Discover now