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Como siempre, solté un suspiro lleno de molestia cuando llegué antes que la profesora de fotografía industrial. No tenía idea porqué siempre llegaba a la hora exacta cuando ella se encargaba de dejarnos esperando en el pasillo del séptimo piso, con el frío aire de las mañanas, puesto que los pasillos no tenían ventanas, si no que la estructura estaba hecha para la buena ventilación. Al ser una universidad grande era bueno, aunque si te pones a pensar y meditar un poco, cuando observas la cantidad de alumnos que hay en una simple universidad de omegas y betas, te das cuenta que lo único que eres es un grano en el mundo, que no importas, un granito de arena, uno más entre infinidad de personas.

¿Cuántos como yo habrían cometido errores en su vida? ¿Cuántos omegas estarían pensando lo mismo? Ser excluidos, ser maltratados y nombrados como una abominación tantas veces, que ta no hay forma de que no te lo creas; muchos lo consideran exagerado, pero pocos comprenden lo que es el tener un pensamiento tan adentro en tu subconsciente que no importa cuánto te quieras sentir hermoso o normal, no eres normal, yo no lo soy, porque soy una persona que cometió un error y ahora me tratan como el peor pecador existente.

Mu acurruqué en la gruesa polera roja de Carlos, él la llevó en su auto exclusivamente para que yo la use cuando volvimos del estadio, realmente con él todo ha salido relativamente bien. Carlos se empeña en hacerme sonrojar o en decirme lo hermoso que me ven sus ojos, además que Caro y él se llevan tan bien que parece mágico, creo que pronto podrá entrar a mi casa y quedarse por unas horas sin ningún problema.

Siempre es bonito pensar en Carlos, eso me da muchísima calidez.

Levanté la mirada solo cuando la profesora Merlin llegó, como siempre, pidió disculpas por su tardanza. Todos entramos al salón, congelándonos de frío y entonces me senté, tal cual cada una de sus clases, en el asiento del final de la segunda fila, cerca de la puerta de salida. Odiaba las clases de los viernes, no porque fueran malas, realmente la fotografía industrial me llamaba la atención como cualquier otro curso, sino porque no me tocaba con Checo, ni quiera con el idiota de Lando, que, sea como sea, me platicaba y sabía que contaba con él para emergencias, como por ejemplo...

-Bueno, alumnos. El trabajo de hoy es grupal, así que quiero que formen grupos de cuatro o de cinco, en unos minutos paso para indicarles que deben hacer.

Sí, esta es una emergencia.

Observé como mis compañeros, tanto los omegas y los betas, se agrupaban con sus amigos, soltando risas escandalosas y dejando que sus sillas chillen mientras las acomodaban. Suspiré, sintiendo de nuevo esa tristeza querer consumirme, respiré hondo para evitarlo y pensé en Carlos. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios cuando me sorprendí a mí mismo pensando en Carlos, no en Caro como siempre hacía, al parecer este alfa estaba entrando tan profundo en mi corazón que debía resignarme a la idea, intentando olvidar que algún día debía dejarlo ir, cuando consiguiera a una omega digna de él y se olvide de su capricho porque somos buenos amigos.

Tomando aire, observe un grupo de cuatro chicas, todas omegas. Asentí con toda la motivación que podía sacar y me levanté de mi lugar, caminado hacía ellas, conocía a una, sabía que se llamaba Aurora porque tuve otras clases con ella anteriormente y nunca la he visto tratándome mal, quizás ahora tendría algo de suerte.

-Hey, hola-. Aclaré mi garganta, sonaba tan tonto con el típico tono asustado, solo esperaba no empezar a soltar feromonas o se volverían a reír de mí.

𝗧𝗵𝗲 𝗣𝗘𝗥𝗙𝗘𝗖𝗧 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮. 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬Where stories live. Discover now