«Mi closet y yo»
Al cumplir los 10 años mis padres me regalaron un closet, maravillado por sus dimensiones lo amé con todo mi ser.
Lo que más me encantaba de él era su interior; cálido y confortable. Me sentía protegido ahí. Me acostumbré a él y a sus cuatro paredes, que me ocultaba de los problemas, angustias y horrores que habían en el mundo exterior.
Pero, ¿qué diferencia hay entre un closet y una jaula?, me aislaba de mi mundo, me restringía de la dolorosa verdad y me asfixiaba. Sí... me asfixiaba.
Y cuando por fin me liberó, me obligó a portar una máscara, diciéndome con palabras que en su tiempo sentía honestas: Todo estará bien, todo aquí estará más que bien.
Mentía y lo sabía, probé el mundo fuera de mi closet y nunca me desmonté mi máscara. La realidad era distinta fuera de él, pero siempre sabía que podía volver a él.
Más que mi amigo se convirtió en mi droga, y mientras más lejos de él estaba más daño en mi cuerpo provocaba siendo así mi único lugar seguro.
¿Y si envés de un closet es una persona? En quien puedo guardar mis secretos más oscuros y se los lleva a la tumba.
Tal vez sea lo más tóxico que tengo, pero al menos sabe entenderme y me hace sentir estable... sí, estable. Tal vez no tengo varios secretos, quizá solo sea uno, pero es un secreto que sólo lo conocemos mi closet y yo.
