"Dejadme".
¿Qué tienen en común un coleccionista y un dictador...?
Tú. Sí, tú que con tu mirar parecido a un juzgado sentencias sin pudor alguno lo que no crees correcto sin importarte ni un poco sus sentimientos.
Tú que con tu lengua más filosa que un sirilo te encargas de rebanar esos comportamientos que denominas "condenados" sin resentimiento alguno, ¿cuál es el parecido...?
La condena.
Mientras el coleccionista cual ladrón le arrebata la libertad a esos objetos que él dice atesorar, presumiendo amarlos hasta el final no es peor que un presidente que asegura proteger a su nación tanto como así mismo, pero estos no son más que una tapadera para su narcisismo.
La nación y los objeto, valen menos que un centavo para ellos pero... ¿para qué lo necesitan?
Ego, sí. No son más que aire caliente en su globo aerostático, encerrados en kilos de telas condenados girar entorno a ellos y hacerlos el centro de su mundo, dejándolos sin más opción que clamar con fervor hacia los cuatro vientos "dejadme ir".
