03| Malas lenguas

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Capítulo 3. Malas lenguas
EDA

Me estiro en busca de comodidad en mi cama, mientras la luz del gigantesco ventanal empieza a fastidiar mis ojos, y siento la necesidad de estirarme nuevamente. Por fin, abro los ojos y me encuentro con el techo blanco de mi mega cuarto. La imagen de Nick se cuela en mis pensamientos y una sonrisa se me dispara en la boca. El chico es, sin duda, la perfección en persona.

El calor sube a mis mejillas al recordar lo que sucedió ayer. De verdad, Eda, parezco una niña pequeña.

Pero es que no puedo evitarlo cuando veo a Nicolás Palmer. Nick es el hermano de Nina y, permíteme decir, mi primer crush de la vida. La primera vez que lo vi, tenía como 6 o 7 años, y quedé alucinada por lo mayor que parecía y el hecho de que no me diera asco me pareció intrigante. En muchas ocasiones, cuando Nina venía a jugar conmigo, Nick la acompañaba, y jugábamos los tres juntos. Él me lleva 3 años, y ahora, siendo adulto, está de quitarse el sombrero. Es alto, moreno, con ojos avellana y una sonrisa... una sonrisa que te hace perder el control.

No soy de las que suspiran al ver a un chico, pero no sé qué me pasa con ese tío. No encaja del todo con mis gustos, no es el más apuesto, pero aún así me sonríe y me pone nerviosa. No es el típico chico que me suele atraer. No es como su hermana, Nina, quien es más bien tímida; Nick es el rey de la fiesta. Ella no es fanática de las fiestas, él vive para la fiesta.

Suspiro por enésima vez, y esta vez me incorporo en la cama, ya más despierta. Estiro el cuello y echo un vistazo a la puerta; es en ese momento cuando grito de susto y me caigo al suelo como un saco de papas.

¿Acabo de ver a una niña?

Estiro el cuello de nuevo hacia la puerta, protegiéndome con la cama como si fuera un ninja gato tratando de pasar desapercibido. No, no he estado soñando; una niña de unos 7 años me mira desde la puerta, morena y con los ojos también de ese color. Va con un pijama de unicornios y sostiene uno de estos en la mano.

¿Y si es un fantasma que viene del más allá?

—Hola —saludo con miedo mientras me levanto del suelo.

—¿Quién eres? —habla con dificultad debido a la falta de sus dientes frontales, lo que la hace ver aún más adorable.

—¿Y tú? —pregunto, arqueando una ceja.

Nos quedamos en silencio, mirándonos durante un rato, hasta que el chillido estridente de alguien nos saca de nuestra batalla de miradas. La pequeña se tapa los odios y rueda sus pequeños ojos haciéndome reír inevitablemente.

—¡Anne, ¿Qué haces aquí? Te he llamado quince veces! — mi queridísima tía Luisa aparece en mi campo de visión y se coloca al lado de la niña, mirándome con frustración.

—¿Quién es? — pregunto mientras Luisa toma a la niña de la mano y se dispone a irse. Mi tono es igual de brusco que el suyo y el instinto de defender a la niña me sobrepasa.

—Ah, eres tú...— ruedo los ojos y me contengo de decir cosas inapropiadas—Eda, te presento a tu prima pequeña, Anne. Anne, esta es tu prima Eda, la nieta del abuelo — explica a la pequeña, quien me mira con las cejas fruncidas, ya más relajada le saludo con la mano intentando no parecer tan bruja como su progenitora.

Ahora que sé quién es, puedo ver el parecido que tiene con su hermana mayor. Parece que ninguna de las dos heredó mucho de la familia de nuestro abuelo.

—Bueno, vámonos — ahora sí, tira de la pequeña, quien se despide agitando su diminuta mano y la lleva casi a rastras por el pasillo de la mansión.

Un acuerdo con exceso de amorWhere stories live. Discover now