Capítulo 4: Escape

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Adaptado por: Karyna

Revisión: Luna

Apo Nattawin

Mayo

     Mis párpados se sentían pesados como si mis pestañas fueran de plomo, luché durante lo que me pareció una eternidad antes de poder abrir los ojos. Estaba solo en ese momento. Tenía frío porque la bata que usaba era muy delgada, se trataba de una de esas ropas horribles que te dan en los hospitales cuando te internan, podía sentir mi culo aireado. Todo en ese lugar era como un hospital siniestro, tuve miedo y sobre eso estaba muy enojado con aquel mal nacido de Kob. No le bastó asesinar a mi familia años atrás y dejarme huérfano, ahora también quería experimentar conmigo. Si me quedaba más tiempo ahí, iba a pegarme un pingüino en la barriga (donde había estado hurgándome mientras me mantenía sedado) y convertirme en una quimera. Debía largarme.

     Hice un esfuerzo sobrehumano para ponerme en pie, todo alrededor dio vueltas y me pregunté si estaba alucinando. Creo que tenía en ese lugar alrededor de un mes y no había comido ni bebido casi nada desde entonces. Me arranqué las dos intravenosas que llevaba conectadas en cada brazo; del lado derecho fui menos cuidadoso porque no soy surdo y me salió sangre. Despegué unas almohadillas de electrodos que tenía en mi pecho y vientre, me di cuenta de que había sido operado porque tenía una gran cicatriz en mi estómago. Había creído que era un sueño, pero no, posiblemente me sacó algún órgano que subastó en el mercado negro. Entonces ese era el plan: venderme en pedacitos... Palpé el resto de mi cuerpo y cuando consideré que todo estaba en su lugar me sentí un poco más tranquilo... hasta que escuché un ruido. Él había vuelto.

     Me apresuré a meterme en la cama una vez más y escondí bajo la sábana la sangre y mis brazos libres de las vías con suero. Cerré los ojos y me concentré en escuchar sus movimientos, había silencio en la habitación, a excepción de sus tranquilos pasos rondando por ahí. Kob se acercó a mí rápidamente con una inyección en su mano, hice acopio de todas mis fuerzas para darle un certero golpe en la nariz con lo que se fue de espaldas. Me puse de pie para patearlo, pero él fue más rápido y se levantó antes, me tiró encima una mesa llena de aparatos de operación, me dolió el estómago cuando se estrelló contra mí, pero aun así sonreí, el idiota me alcanzó armas que podía usar en su contra y saqué ventaja de ello. Le lancé un escalpelo en el ojo, no le di, pero le corté la nariz un poco. Bueno, algo es algo.

Aproveché la distracción para arrojarle la mesilla de regreso y él perdió el equilibrio, se fue al suelo y golpeó su nuca con el filo de una mesa, empezó a sangrar y yo lo único que quería era recuperar el escalpelo y quitarle un órgano tras otro sin anestesiarlo para que sufriera lo suficiente, pero el infeliz sacó el teléfono de su bata blanca y llamó a su colega, Chan. Yo tenía dos opciones: acercarme a Kob para intentar matarlo y arriesgarme a perder mi única oportunidad de escapar porque ya me encontraba bastante débil, o podría largarme de ahí antes de que Chan llegara y me asesinaran. Elegí la dos, principalmente por precaución ya que no tenía confianza en mi fuerza.

     Lancé un microscopio a la única ventana que había visto en esa habitación, la cual era sumamente pequeña y tenía vidrios polarizados, pero gracias a la herencia genética de mi madre sumamente delgada y largurucha por lo que pude deslizarme a través de ella; como saldo obtuve unos buenos rasguños en mi pierna y mano, pero no era cosa de ponerles atención en ese momento.

     Corrí como loco, con el culo al aire, sin detenerme a mirar atrás. Era de noche y la brisa helada me daba con toda su fuerza haciéndome sentir vivo. Me había metido de una esquina a la otra durante varias cuadras intentando esconderme de todos. Al final, me encontré lo suficientemente lejos del lugar donde me tenían capturado y me permití detenerme a respirar; sujeté la herida en mi vientre que punzaba dolorosa, mi pierna y mi brazo dejaban leves caminos de sangre gracias a mi grotesco escape por la ventana rota. Hice una mueca antes de mirar alrededor, no tenía dinero ni un teléfono ni mi motocicleta, tampoco lograba ubicarme debido a mi aturdimiento. El piso estaba húmedo y mis pies lastimados. Me debatía entre la dicha de estar vivo y la furia por no estar muerto cuando unas voces captaron mi atención: una pareja se acercaba, me hice un ovillo en la esquina más oscura del callejón y los vi caminar. Se trataba de una mujer con el cabello castaño y un tipo más alto que ella. Él usaba unos jeans azules, una camiseta negra con la carita medio occisa del grupo Nirvana, tenis amarillas y una chaqueta de mezclilla. Me gustaba su look, me gustaba Kurt Cobain, me gustaba la oportunidad que me daba la vida para dejar de andar el culo al aire.

Proyecto Hippocampus [Fanfiction MileApo]Where stories live. Discover now