Proyecto Hippocampus [Fanfiction MileApo]

Capítulo 8: Fraternos

Adaptación Verito

Revisión Luna

Build Jakapan

Mayo

     Decir que estaba preocupado era un eufemismo de enloquecido, desesperado y sin paz. Ya me había acostumbrado a las repentinas desapariciones de Apo, pero casi un mes sin llamar era un jodido abuso. ¡Maldito desconsiderado!

     —Más le vale que alguien lo haya asesinado porque si un día llega como si nada, lo voy a matar yo —dije intentando sonar muy amenazador, como él mismo solía actuar, pero al hacerlo se me rompió la voz debido a la tristeza, lo que arruinó mi actuación.

     Bible me abrazó y frotó mi espalda. Hasta el momento eso era lo único bueno de estar así de preocupado, que el gigante (como Po le decía) me acompañaba más tiempo.

     —Tranquilo, Biu, él es un tipo duro, estará bien y, cuando menos lo esperes, tendremos noticias suyas, ya lo verás.

     Era fácil para Bible decirlo, él no lo había visto en el pasado, yo sí. Estuve todo el tiempo ahí, nuestros padres eran los mejores amigos, conocí a Po en cuanto nació, yo tenía seis años y guardo un montón de memorias sobre nosotros juntos en las fiestas infantiles, comiendo los deliciosos rollos de canela que nos horneaba su mamá; nos recuerdo en las festividades que nuestras familias solían compartir y jugando con un equipo científico para niños. Lamentablemente, también recuerdo su estado el funesto día que dejó de ser mi mejor amigo para convertirse en mi hermano. Apo, te amo, pero hubiera preferido que nunca formaras parte de mi familia y conservaras la tuya.

     Yo tenía doce años. Era un día cálido, mamá me llevaba a la escuela en su auto e íbamos cantando alguna balada vieja porque eran sus favoritas, pero su gesto alegre varió cuando habló por teléfono con papá. Cambiamos de rumbo hasta el hospital donde me dejó en la sala de espera. Yo estaba tenso, no entendía por qué mamá lloraba de esa manera, asomé mi cabeza fuera de la habitación y escuché a unas enfermeras hablar.

     —¡Fue horrible! La mujer fue encontrada sin útero, con el vientre abierto, desangrada, y el hombre sufrió un infarto, al parecer por una sobredosis. El niño nunca va a superar eso.

     —¿Se sabe algo del culpable?

     —Nada, ni una sola pista.

     —Pobre criatura, creo que lo observó todo... está tan traumado. ¿Cómo sobrevives algo así? Tal vez hubiera sido mejor para él haber muerto.

     Corrí buscando a mis padres porque esas enfermeras me asustaban, me escabullí entre los pasillos hasta que reconocí la espalda de mamá. Me acerqué decidido a abrazarla, pero quedé petrificado cuando vi que ella le cambiaba la ropa a Apo, quien estaba lleno de sangre. Él no hablaba, ni se movía o lloraba, solo estaba ahí como una estatua. Esa noche, cuando varios doctores y policías lo dejaron en paz, lo llevamos a casa; fue la primera vez que durmió en mi habitación como uno más de la familia porque había quedado huérfano, pero Apo continuaba sin salir de ese mutismo depresivo en el que se había sumido, no era el mismo niño de precoz inteligencia que había sido mi compañero de juegos a pesar de nuestra diferencia de edad ya que para mí desde antes él era como mi hermanito. Mis padres me dijeron que una persona le había hecho daño a los suyos y no me explicaron nada más, aunque gracias a las enfermeras cotillas yo tenía una idea mucho más clara de lo que él vio, así que entendía el macabro alcance de todo aquello.