𝟐. 𝐏𝐚𝐬𝐭𝐞𝐥

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-¡Pasen! ¡Pasen! ¡Un beso por un trozo de pan! -Gritó Laia mientras ahuyentaba a un par de muchachos que pasaban por el lugar. Curiosos y hambrientos, buscaban alterar los nervios de la niña, quien era bastante conocida por ser una cascarrabias.-¡Un beso! ¡Un beso!- La muchacha vestida con harapos de niño, caminaba de vuelta hasta Nettles, quien parecía aburrida en su puesto de trabajo.

-Mis tripas rugen como un perro hambriento-Pronunció la morena mientras acariciaba su estómago con suavidad, en un intento de apaciguar el movimiento de sus intestinos. Laia achicó sus ojos y mordió su labio inferior. Su actitud era positiva y a pesar de las circunstancias siempre intentaba contagiarla con el sentimiento. Eso tranquilizaba a Nettles, ya que, desde la pérdida de su madre, necesitaba a alguien que le demostrara el optimismo necesario para seguir adelante.

-Calma, pasará alguien y tendremos para comer esta noche. ¡No te preocupes Netty!- Soltó Laia mientras volteaba a mirar a las personas que pasaban por el lugar-¡Mira! ¡guardias reales!- Señaló la rubia-¡Los Dioses nos han escuchado!

-¡Ten cuidado! -Dijo Nettles mientras volvía a su posición inicial. Laia caminó hasta el grupo de guardias, estos no se detuvieron hasta que la muchacha anunció lo que ofrecía. La mayoría de los soldados siguieron avanzando, riendo por la oferta de la niña. Era obvio que si se encontraban en la calle del placer buscarían mejores opciones que un beso de una flacucha pero extrañamente, uno de ellos se quedó y se aproximó hasta el pequeño puesto donde aguardaba Nettles.

-¿Qué ofrece?- Preguntó Laia mientras observaba al hombre a su lado.

Este metió su mano del bolsillo y le mostró una moneda color bronce, la cual rápidamente guardó.

-Primero quiero lo que ofreces y luego te pagaré-Dijo él. Laia asintió mirando a Netty.

-Me parece un trato justo y, es más, por su generosidad, el beso será mucho más largo-Añadió la muchacha de cabellos blanquecinos.

El hombre se aproximó hasta la morena, doblando sus rodillas para que el rostro de Nettles quedara cerca del suyo. La joven posó sus manos sobre sus ojos, indicando que estos fueran cerrados y lentamente se aproximó hasta el rostro maduro. Nettles suspiró sobre sus labios, anhelando y esperando la tan deseada señal.

-¡Ya!-Gritó Laia mientras quitaba sus manos de los bolsillos del guardia-¡Corre Netty!

Nettles empujó al guardia y rápidamente huyó del lugar junto a Laia. Un tumulto de personas se interpuso en su camino en la angosta calle, haciendo que una de las dos se retrasara y se alejara de la otra, pero a pesar de los obstáculos, ambas parecían manejarlo bien. Eran tan pequeñas y rápidas que eran casi imperceptibles entre los transeúntes.

-¡Rápido! ¡Viene detrás de nosotras! -Dijo Laia mientras se apresuraba a tomar la mano de Netty.

Nettles estaba cerca de tocar los dedos de su amiga cuando un hombre con armadura y capa apareció en una esquina deteniendo de golpe su paso.

-¿A dónde te diriges con tanta prisa? -Preguntó el hombre que la detenía con fuerza, Nettles no respondió nada y sólo se dedicaba a señalarle a su cómplice que siguiera con su camino. Laia negó con su cabeza, pero luego siguió andando. Ese era el plan, si una de las dos eras atrapadas, la otra debía seguir con el trayecto hasta el lugar seguro. Nettles respetaría aquello, incluso consideraba que era mejor que ella fuera la que estuviera entre los brazos del capa dorada.

-¡Vaya! Atrapaste a la ladrona-Soltó el hombre que habían dejado atrás-¿Dónde están mis monedas maldita escoria?-Preguntó con rudeza. Sus manos pasaron por su cuerpo y buscando lo que le pertenecía. Nettles permaneció quieta ante la brusquedad de su tacto-¡Maldita sea!

Loyalty  | 𝐀𝐞𝐦𝐨𝐧𝐝 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Where stories live. Discover now