La peor persona del mundo

5 3 4
                                    

Lo primero que te enseñan en este pueblo abandonado por Dios es que nunca debes vagar por la noche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo primero que te enseñan en este pueblo abandonado por Dios es que nunca debes vagar por la noche. Es algo así como una tradición ridícula, al menos es lo que nos dicen los más viejos cuando se les pregunta. Y obviamente es lo que se le dice a todo foráneo que viene con demasiadas preguntas.

Solía creer que era porque la mafia se tomaba los mejores lugares del pueblo para hacer de las suyas. No estamos en un sitio que pueda ser controlado por autoridades no corruptas. Es decir, que tengamos el índice de violencia más alto no es algo natural. Y sumarlo a las desapariciones, obviamente vas a tener teorías muy coherentes o demasiado estúpidas o místicas.

Desde que tengo uso de razón, siempre fui por lo racional. No me cabía en la cabeza lo de que te maldecirían si te ibas o si tan siquiera lo pensabas. Todo era demasiado absurdo, hasta que comencé a ver los entes que están custodiando Neoma. Eso, y desde lo que le pasó a papá.

—¡Ey, Sam!— grita María mientras se cruza en mi camino.

—Hola, María. —fuerzo una sonrisa.

—Hola, ¿no escuchabas que te llamaba?

—No, lo siento. —Continúo caminando a su lado mientras veo cómo se despide de algunos chicos que estaban coqueteando con ella.

Veo cómo se sonroja y no puedo evitar sonreír por su vida. Me gustaría ser como María, no ver lo que veo ni sentirme cansada todo el tiempo. La cantidad de fuerza que se debe tener para vivir aquí es bastante grande. A menos que hayas crecido con un amuleto o tengas una considerable cantidad de maná. Terminarías enloqueciendo.

—¿Viste lo guapos que son? —dice sonriendo. Por supuesto que no lo hice, estaba ocupada viendo las luces que rodean y protegen a mi amiga, pero sé que desea escucharlo de mis labios, así que.

—Sí, eran muy lindos. —Sonrió.

María me mira con burla mientras inclina la cabeza con ironía. —Ni siquiera los miraste, Sam, amiga. Sé que estás enamorada de mí, no puedes ocultarlo, pero no puedes hacer la vista gorda con esos bombones que acaban de llegar al pueblo. Te lo prohíbo. Me río.

—¿No habíamos quedado en no cosificar a los hombres para no terminar saliendo con un idiota?

—¿Cuándo habíamos quedado en eso? Yo no lo recuerdo.

—Creo que lo prometimos al principio de año.

—¿En serio? Debí estar muy borracha.

Nos acercamos a unas mesas que están cerca de la cancha. El día está especialmente hermoso hoy. Saca unos sándwiches para que comamos juntas. Si algo adoro de mi amiga es que siempre está con hambre, por lo tanto, siempre hay comida escondida para merendar en cualquier momento o lugar.

—Bien, ahora dime qué mierda pasó, —comienza a decir. — Porque no me vas a engañar, Sam, tienes el cuello hinchado como si te hubieran estrangulado.

Me quedo callada por unos minutos no quiero mentirle, pero lo cierto es que esta vez no estoy segura de que fue lo que sucedió, decir que fue lo que ocurrió. Continúo comiendo mientras evito mirarla a los ojos, sé que terminara sacándome la verdad, pero no quiero que comience a mirarme como si estuviera loca ya tengo mucho de eso. Incluso cuando me miro en el espejo no puedo evitar recordarme a mí misma que estoy demente. La escucho suspirar frustrada.

—Sabes que puedes dejarla, ven a vivir conmigo, mis padres te adoran Sam no les importara que pases un tiempo con nosotros. — Toma mi rostro con su mano y me hace mirarla, contemplo ese brillo que emana con tanta intensidad. Parece iluminar todo mucho más mientras sonríe.

—Me atrevo a decir que podrían hasta adoptarte, amiga.

Resulta tan tentador. Por un segundo eterno, pasa la idea por mi cabeza. Poderle decir que este pueblo no solo es misterioso, sino que está lleno de magia, espíritus y fuerzas que controlan todo. Que este lugar se está alimentando de todos nosotros.

Pero, de nuevo, no lo hago. No solo porque no me creería, también está el hecho de que no quiero asustarla, que entre en pánico o que pueda aislarse de todo. No, es suficiente con que una de nosotras viva miserable mientras vivimos en este pueblo olvidado por Dios. Una parte de mí aún conserva la esperanza de que la que realmente está mal de la cabeza soy yo, y que mi amiga podrá salir de Neoma, vivir una vida tranquila, mientras yo pierdo la poca cordura que me queda para luego convertirme en mi madre. El pensamiento termina deprimiéndome.

—De acuerdo, mira. —Mari toma mi mano entre las suyas y las aprieta tratando de reconfortarme.

—Hablare con mis papas, les voy a decir lo que vi hoy.

—María, no hagas eso.

—Necesitas apoyo de alguien que tenga que ver con el área médica. Papá va a ser prudente, le pediré que vaya y revise a tu madre, que hable con ella. Con un diagnóstico médico, las autoridades tendrán que intervenir.

—Sí, entonces me sacarán de casa y me pasará algo malo —digo, con el pánico subiendo de nivel. Termina sorprendiéndome tanto como a María. Estoy hablando como lo hace mi mamá, pero no me importa. —O se la llevarán y entonces no podré cumplir mi promesa de cuidarla. Comienzo a respirar lentamente mientras miro a mi amiga a los ojos.

—No puedo hacer eso —digo, tratando de sonar razonable.

Me mira por un largo rato, como intentando descifrarme de alguna forma, noto la fluctuación de su energía, pero no pasa mucho antes de que todo se normalice en ella. sé que le importo, pero esto esta tan fuera de su control como lo está de sus padres, de cualquier adulto en realidad.

Esta por decir algo más, pero la interrumpo de inmediato, —Maria prométeme, no júrame que no le dirás a nadie sobre lo que viste hoy, por favor si te importo, aunque sea un poco. —aprieto su mano entre las mías. —Jura que me ayudaras a mantener mi promesa a mi papá, jura que no le dirás a nadie sobre lo que me pasó ni lo que puedas creer que me pasa en el futuro. Sus ojos se abren por la sorpresa.

—Lo que pueda creer... ¿esto es solo por tu papá? Te mantienes a su lado solo por tu promesa a tu papá.

No me atrevo a decir nada más, no puedo mentirle, pero la verdad de todo lo que nos rodea tampoco parece una realidad, al menos en lo que respecta a lo que ella cree que es real. No hay mucho más que pueda hacer. Aunque me sienta la peor persona del mundo por esto, tengo que proteger a mi amiga. 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Reinos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora