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Restriego mis ojos con mi mano, ya estaba cansada de estar a oscuras y acostada en el colchón, la garganta la tenía seca y me picaba todo el cuerpo, mis pies lo movía de un lado a otro, estaba ansiosa en salir y a la vez no veía un buen futuro a la distancia.
Me pongo de costado viendo la pequeña abertura de la puerta donde solo entra un rayo de luz, mi costilla me molesta, tengo bajo peso y se me nota aún más por la palidez de mi piel.

-Quiero salir, tengo hambre, quiero orinar... Quiero salir. -Repito en voz alta, el guardia me observa de reojo pero me ignora, él también estaba cansado de la loca.
Esa soy yo.

A veces, él y yo conversábamos, estábamos tan hastiados que para entretenernos lo hacíamos, lo poco que pude saber es que según él, Neón estaba castigandome, por lo que solo me daba la mitad de pan por la mañana y otra por la noche y un vaso de agua por la tarde y estoy así ya hace una semana.

Sin verlo y sin saber qué ocurría allá afuera.

Esto era un juego. Neón me demostraba quién manda y de quién dependía y debía aferrarme.

Me estaba demostrando que sin él no era nada.

-¿No me puedes dar un pan más? -Era otra vez de noche y ya comí la otra mitad, pero es imposible saciarse -Entonces, solo dame la que es de mañana, no estoy desobedeciendo nada, solo acelerando lo que me corresponde.

Otra vez, soy ignorada.

-Vamos, ¿Ya no me hablaras? Estábamos tomando ritmo.

-¿De qué hablan, ambos?

Me pongo rígida al oír la voz de Neón, es la primera vez que él mismo viene hasta aquí.

Ambos nos quedamos en silencio, Neón vuelve a hablar.

-¿Ahora son cómplices en silencio? -El guardia trata de replicar, pero Neón no lo permite -¿Hay algo más de lo que me ocultan? -Eso ya era una amenaza.

-Es mi culpa -Me apresuro en hablar -Soy yo la que insistía pues estoy harta de estar encerrada.

Él no me responde, el silencio entre nosotros me turba, hasta que da la orden de que la puerta sea abierta y el aire que retenía lo expulso, aliviandome.

Ya no está enojado.

-Ven aquí.

Me levanto y me acerco, Neón al verme, toca mis costillas.

-Solo una semana y ya estás así. -Toca mi hombro, donde se notaba aún más mi flaquez -¿Tienes hambre?

-Bastante.

-Entonces vamos.

Agarra mi muñeca -donde no tenía la mano- y caminamos, me sentía extraña en tener su contacto ahí, podía tocar cualquier parte de mi cuerpo y no lo rechazaría pero en esa parte, me daba repugnancia.

Me lleva hasta una habitación y con poca fuerza, me tira sobre la cama, caigo de espaldas y miro al techo.
Escucho que desabrocha su cinto para tirarla al suelo, lo mismo lo hace con su camisa y pantalón, hasta estar desnudo. Él levanta mi vestido y me observa, no tenía nada por debajo.

-No me gusta verte así.

Separa mis piernas y se coloca en medio de ellas, extiendo mis brazos sobre la cama dejándome llevar.

-Cuando eras mi esposa, te tenía bien.

Suelto un quejido, él estaba adentrando su miembro. Dolía demasiado, arqueo mi espalda tratando de encontrar una posición donde aflojara más.
Continúa con sus movimientos y no se apresuraba en hacerlo, cierro los ojos y doblo los dedos de mis pies, continúo gimiendo de dolor por debajo.

Me da la vuelta estando de espalda a él, vuelve a realizar el mismo vaivén, ni bruto ni suave.

-Ya no aguantaré más.

-Déjame disfrutar, carajo.

Toma con fuerza mi cuello y me presiona sobre la cama, ahora lo hacía con intensidad, quería romperme, el hueso de mi pelvis me dolía muchísimo, estaba segura que él lo sentía pero no se detenía.

Me vuelve a dar vuelta y me pone de rodillas al suelo, sé lo que venía por lo que cierro los ojos y mi rostro se humedece.

Me pongo de pie y limpio mi rostro con la mano. -Tengo hambre. -Él me ignora, veo que va por una toalla y entra al baño, yo lo sigo -Tengo mucha hambre.

-Tienes un largo castigo por recorrer -Responde mientras moja su cuerpo -Aún no te perdonaré, no estoy contento contigo.

-No estoy embarazada, Milos te mintió.

-Escúchame bien -Suelta severo y me observa -No pronunciaras su nombre y de ningún otro hombre. -Me quedo callada -Tú a mí me respetaras, se harán las cosas como yo las diga.

Se acerca y coloca una mano sobre mi estómago -Si me dan a saber que estás mintiendo, te encadenare los tobillos por un año.

-Es que yo ya no puedo tener hijos.

-Y eso está bien ¿No? Nerea es nuestra única hija, no necesitamos más.

Me tira una toalla al rostro.

-Báñate -Lo veo extrañada -Vendran a revisarte ¿Piensas que creeré que no estas embarazada?

Suelto un suspiro y me adentro a la ducha bajo su vigilante mirada, mojo mi cabello y raspo todo mi cuerpo con mis uñas, tenía picaduras de hormigas y mosquitos en toda la pierna y brazo, era tanta la molestia que sentía, que por desespero suelto lágrimas que las limpio rápidamente.
Neón ya había terminado de vestirse, por lo que recostado en el marco de la puerta continúa observándome sin soltar palabra alguna.

Tocan la puerta y se adentran dos mujeres, una de ellas habla -Venimos a sus órdenes, señor.

Neón me toma del brazo y me saca de la ducha sin importarle que aún no he terminado, me empuja sin delicadeza y caigo al suelo.

-Es esta mujer, revisenla y si lo está, hagan que aborte.

Conocía a ambas, son curanderas muy aclamadas y de prestigio, son nacidas con dicho don.

-Ella no está embarazada, mi señor.

-¿Y cómo hablas tan segura si ni siquiera la has revisado?

-Con solo verla lo sabemos, ella está enferma. -Hace una pausa, yo mantengo la cabeza gacha -Tiene anemia, ¿Está comiendo bien?

Neón no responde, pero puedo oír como sus dientes chocan entre sí.

-Larguense.

Ambas hacen una reverencia y se van, Neón vuelve a tomarme del hombro levantándome.

-No pongas esa expresión de muerta de hambre frente a otras personas -Toma mi cuello con ambas manos -Conmigo tú eres feliz ¿De acuerdo?

Asiento lentamente.

-Ahora irás -Presiona mi cuello, haciendo que abra los labios -a tu cuarto de reina y esperaras a que mañana te den tu manjar. -Presiona sus labios sobre los míos y luego me suelta -Sal de aquí.

Camino desanimada, el manjar que se refiere, es otra mísera galleta.
Llego hasta mi lugar feliz, el guardia anterior ya no se encuentra, es otro.

-Hola.

No responde por lo que me adentro, siendo nuevamente, encerrada.







El Pecado De Ser MujerWhere stories live. Discover now