Durante muchos siglos, Inferis Lamia había sido una universidad estrictamente para alfas mágicos superiores, donde la mayoría de los gobernantes del Inframundo habían alcanzado su Iluminación Divina para convertirse en los alfas que eran ahora. Sin...
Snob: Presuntuoso Crostini: pequeñas rebanadas de pan, untadas en aceite que va con carne, queso o verduras
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Llegó el Baile del Equinoccio de Otoño y después de casi un mes sin apagones, parecía que la suerte le había dado la vuelta. Pero siguiendo patrones previos que estudiaron religiosamente, era casi seguro que volvería a suceder en el baile porque después de la primera semana, quienquiera que lo maldijera en su mayoría eligió eventos grandes y muy públicos para controlarlo.
Karina tenía lista una poción que podría congelar la maldición y eso no creó ninguna reacción extraña en Jaemin, Orion y Lucas dos hechizos complementarios para ayudar a que la poción funcionara.
—¿Podrías dejar de coquetear con cada omega aquí por un segundo y concentrarte?— Karina siseó a Orión.
—No te conozco, pero sé cómo realizar múltiples tareas—. Orion sonrió a la alfa, tomando una copa de champán de uno de los catering. —Pero puedo concentrarme únicamente en ti si eso es lo que deseas. — Ella guiñó un ojo, la sonrisa se convirtió en una mueca complacida cuando el labio superior de Karina se curvó para dejar escapar un gruñido bajo. —Me encanta cuando ronroneas para mí.
—Muy bien, ustedes dos, basta—. Dijo Lucas, rodando los ojos. —¿Cuánto tiempo te queda hasta que comience la subasta?
—Suficiente, tenemos un montón-
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Jaemin parpadeó ante su nuevo entorno. Estaba encima del escenario con el resto de omegas y nigromantes. Le tomó unos segundos comprender que ya estaban pujando por alguien, Renjun. Los números que arrojaban eran tan grandes que incluso Jaemin estaba impresionado por ellos, pero el omega, en lugar de halagado, parecía completamente angustiado.
Discretamente y sin querer hacerlo realmente, la mano de Jaemin se movió por voluntad propia para agarrar la fría mano del omega. Los ojos de Renjun, grandes y llenos de lágrimas, lo miraron para tranquilizarse, y al igual que la vez que vio la primera interacción del omega con Jeno, sintió como si una voz dentro de su cabeza le gritara lo que debía sentir. No había lugar para ninguna duda. Jaemin quería proteger a Renjun, protegerlo de cualquier repugnante alfa que deseara hacerle daño en cualquier sentido. También había otro sentimiento que ardía en su pecho, tan ridículo y risible, que probablemente le habría enviado una ola de náuseas en cualquier día normal.
No allí, mientras sostenía la mano del omega. En ese momento, Jaemin sintió amor.
—Se va a la una, se va a las dos, ¡se fue!— Sehun, un compañero de clase a cargo de organizar la subasta, gritó cuando la audiencia comenzó a aplaudir. —Felicitaciones, Lee, acabas de ganar una cena encantadora con Huang aquí y el honor de ser uno de los mayores benefactores de la noche hasta ahora.
