29 | Oscuridad

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Harry Potter... Ven a mí...

—¡Harry!

Harry Potter... necesito...

—¡Harry! ¡Chicos, ayudadme!

—Espera, voy... ¡Dean!

—A ver... ¡A ver, sacúdelo! O... espera...

—¡Harry!

—Es que no...

—...Potter... Ayuda... Ayúdame...

—No funciona...

—Voy por agua...

—¡HARRY!

Harry abrió los ojos de golpe, inhalando con fuerza como si alguien le hubiera estado presionando los pulmones, impidiéndole coger aire. Trató de respirar, casi con desesperación. Estaba jadeando, con la sensación de que había estado corriendo durante horas y acabara de detenerse en seco. Estaba tumbado, eso podía notarlo. Estaba tumbado en una superficie blanda. Estaba en su cama. Y estaba empapado. Empapado en sudor frío, mojando tanto el pijama como las sábanas. Sábanas que, por cierto, tenían enredadas alrededor del cuerpo. No había demasiada luz a su alrededor. Además, veía todo lo que lo rodeaba de forma borrosa, dado que no llevaba las gafas puestas. Aun así fue capaz de distinguir las figuras de sus compañeros de habitación, rodeando su cama. Escuchaba sus murmullos, pero no entendía nada. De pronto, el contorno de sus gafas, acercándose a su rostro por medio de una pecosa mano, se volvió nítido. Harry las cogió, con una mano temblorosa, y se las puso. Entonces logró enfocar el rostro de Ron. Y los de Seamus, Dean y Neville. Todos rodeando su cama. Todos en pijama, despeinados, y con idénticas caras de preocupación. Y sueño. El candil de su mesilla estaba encendido.

—¿Estás bien? —preguntó Ron, mirándolo con aprensión. Estaba algo pálido, y su voz sonaba ronca, y ligeramente jadeante.

El moreno tragó saliva antes de contestar. Tenía la boca completamente seca. Todavía le costaba respirar, e incluso tiritaba.

—Sí —articuló, temblorosamente, por inercia. No se sentía bien en absoluto. Se incorporó hasta quedar sentado, intentando ubicarse—. Creo... ¿Qué me ha pasado?

Sus compañeros suavizaron sus expresiones, más tranquilos al verlo reaccionar, mirándose entre ellos con alivio.

—Has empezado a gritar de pronto —explicó Neville, frunciendo el ceño—. Parecías muy asustado. Ron ha intentado despertarte, pero no lo conseguía. Te estabas retorciendo. Creíamos que era una pesadilla, pero no te despertabas...

Harry sintió el rubor apoderarse de sus mejillas. Dean, solícito, le entregó el vaso de agua que sostenía en la mano. El joven bebió con avidez, casi suspirando de alivio. Su corazón se iba regulando poco a poco.

—Sí, ha sido... una pesadilla —corroboró Harry, tratando de que su voz sonase más serena. Intentó no mirar a Ron a los ojos—. Lo siento mucho. No recuerdo nada... pero tengo una sensación desagradable en el cuerpo. Creo que estaba soñando algo bastante malo —se disculpó, con una cohibida sonrisa, intentando lucir genuinamente avergonzado.

—Pues menuda pesadilla —comentó Dean, con una mueca—. Nuestra opción B para despertarte era echarte el agua por encima.

—Y la opción C golpearte con la lámpara... —apostilló Seamus, arrancando una sonrisa a Harry.

—¿No te acuerdas de nada? —preguntó Neville, preocupado, sin humor en su voz—. Parecía muy malo.

—¿Con Snape desnudo, quizá? —conjeturó Seamus, mortalmente serio—. Si es así, dilo; necesitarás ir a terapia.

Rosa y EspadaWhere stories live. Discover now