✧ SAVAGE ✧
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Ella era el caos
y la belleza entrelazados.
Un huracán de rosas,
divinas y punzantes
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───── La vida está llena de secretos y trampillas, hay cosas sobre ti mismo que nunca podrás saber
Cariba Ou'ite tendrá que descifrar un pasado...
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Existen muchas formas de sentir soledad... lo curioso, es que los humanos siempre tienen una manera personal de afrontarla como de sentirla
La manera que tenía Cariba era extraña, muy diferente a las de sus padres... ambivalente incluso; lo amaba de algún modo, quizá porque no conocía el sentimiento opuesto, pero también lo odiaba por la misma razón.
Solía ser una pelea consigo misma y a día de hoy eso continuaba
Cariba recogía los frutos de un árbol y los almacenaba en la pequeña canasta artesanal que colgaba de su brazo.
Ahora mismo la chica podría estallar de la furia que cargaba en su interior. Momentos antes, había tenido una discusión con su madre, una discusión que solía repetirse y como era de esperar no consiguió las respuestas que buscaba pero si que la mandasen a hacer tareas extra
Refunfuñaba en voz baja para si misma mientras seguía con su labor, intentaba disipar su cólera pero solo lograba que esta aumentara, sin contar que esta ni siquiera era en contra de sus padres sino de ella misma
Detestaba el no poder callar todas las preguntas que tenía y más que todo tenerlas
—ma'ite! Ven a comer — llamo Tora'ka, al voltear a mirarlo fue evidente la súplica en los ojos de su padre
El era quien debía lidiar con cada desacuerdo entre esa pequeña familia, porque aquellos siempre eran entre ella y su madre
Rodó los ojos y asintió caminando a el, soltando un suspiro le envió una mirada en cuanto estuvieron frente a frente, el hombre soltó una risilla por su mueca enojada y la guió a un lado de la cabaña con su brazo alrededor de sus hombros.
Al llegar la joven dejó su canasta en donde solían almacenar alimentos, luego guardaría los frutos dentro de la gran cesta a la que pertenecían. Dio media vuelta y dirigió a la pequeña fogata en donde se sentó junto a su padre, quedando frente a su madre que le envió una mirada interrogante queriendo saber si ya había calmado su ser
—hija, debes entender que-
—si, lo se, no es el momento de preguntar y nunca lo va a ser — corto ladeando la cabeza, para luego suspirar rendida — lo entiendo... solo que es...
—¿molesto? — completó la mujer sonriendo al ver que los hombros de la muchacha se relajaban — lo hacemos por tu bien y lo sabes
—por lo menos quisiera saber lo que dice la carta — informó mencionando los garabatos que era incapaz de entender
—en su momento lo sabrás — aseguró el hombre sacudiendo sus cabellos recibiendo otra mueca de ella
—mhm... — no hacía falta preguntarle para saber que no les creía
