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Sus largas piernas se apoyaban entre sí mientras que el resto de su cuerpo se mantenía sentado en el marco de la ventana, sosteniendo un libro en sus finas manos y largos dedos, aquellas uñas que se mantenían pintadas con un barniz azul índigo, combinándose sin intención con la portada del libro. El sol le pegaba directamente lo que provocaba que su piel canela brillase ante la reflexión de los rayos solares, pero eso no parecía importarle; estaba tan concentrado en su lectura que no notaba que todas las tardes tenía unos ojos posados en él que se asomaban en la ventana de la casa de al lado, que siempre lo observaba como si de un monumento se tratase.

El chico que estaba sentando adentro de su cuarto mientras apoyaba sus manos en el marco de su ventana blanca, observando tranquilamente al chico que ─al parecer─ no le tenía miedo a las alturas debido a que siempre se posicionaba allí corriendo el peligro de caerse desde un segundo piso, pero no parecía importarle demasiado.

Siempre mantenía la ventana abierta para que intencionalmente el dulce aroma a Durazno y Rosas se colara por su habitación, satisfaciendo su olfato. Y es que adoraba su existir, nunca había experimentado aquella sensación de querer ver la presencia de alguien durante tanto tiempo y comenzaba a desesperarse por querer llamar la atención del hermoso Omega, que parecía estar muy ocupado como para fijarse en él.

Sin darse cuenta, terminó en el piso haciendo que su silla provocara un estruendo y a consecuencia, recibiera un golpe en sus rodillas soltando un quejido. Se había caído de la silla al estar tan distraído observándolo que rogó en sus adentros que no lo haya notado, pero al ponerse de pie de una vez se encontró al Omega, cubriendo su sonrisa con el libro delatándose con las risillas que dejó escapar.

Oh, por Dios. JungKook estaba tan avergonzado que llevó sus manos a su nuca y sonrió vergonzosamente al ser descubierto, haciendo que saliera del campo de vista del castaño quién aún sonreír ante la tierna escena que el Alfa tuvo accidentalmente.

Continuó leyendo su libro sabiendo que unos ojitos lo estaban observando aún, formando en él unas sonrisas ante la atención recibida.

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Petite Fleur ─── KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora