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Ya habían pasado algunos días desde que se comenzaron a hablar en la escuela y ya eran bastante apegados unos a los otros, pues todos tenían muchas cosas en común. Habían conocido a Rotxo, el amigo de Aonung que no había ido porque estaba enfermo

La relación de Aonung y Neteyam era linda, pero a la vez les gustaba molestarse. Mínimo tres veces a la semana subían una foto del otro distraído, les gustaba hacer eso, por ello sus galerías ahora estaban repletas de fotos del otro, siendo algo muy dulce a decir verdad.

Y aunque todo mayoritariamente era de esa forma empalagosa, había otros momentos en los cuales simplemente les gustaría estar en un lugar solos.

Un momento como en ese por ejemplo.

Hace algunos días Neteyam había hecho pruebas para entrar a las porristas, a las chicas inmediatamente les había caído bien pues era muy agradable. Neteyam les causaba ternura.

- Vamos Net, ya sal.

- Si, eso te queda precioso, anda.

El chico había suspirado, saliendo con un traje de porrista femenino, una falda y una ombliguera, su cabello estaba recogido en una coleta alta y traía unos pompones dorados en las manos, sin mencionar que el lindo tatuaje de su espalda baja ahora estaba a la vista.

Aonung estaba practicando en ese momento, había estado a punto de caerse cuando había visto al chico vestido de esa forma.

- Dios, necesito que me pases tu rutina. ¡Ni yo tengo esa cintura!

Había hablado una chica más baja que el haciendo un puchero. El de ojos ámbar estaba suficientemente avergonzado con las chicas como para dase cuenta de las miradas del moreno, quien simplemente agradecía a dios poder haber visto aquello.

Había jurado guardar aquella imagen en su mente hasta el fin de sus días.

Realmente creía que aquella linda cadera se vería muy bien sobre el, y que aquellos adornos que traía no serían tan lindos comparados con sus manos.

Realmente quería probar a ese chico.

Y a veces se sentía mal al pensar aquello, pues sabía que Neteyam era un chico muy dulce... Muy inocente a su parecer, además de... La misión, claro.

- Lo único que quiero es que me estampe en una pared y me bese

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- Lo único que quiero es que me estampe en una pared y me bese.

Neteyam estaba en su cuarto con Spider, había soltado un grito frustrado en su almohada, siempre que tenía algún problema le contaba a el, pues sabía que sus hermanos se burlarían.

- Oh amigo, estás perdido.

- Ya lo sé...

Lloriqueo el mayor antes de cubrir su cara con sus manos.

- Pero solo... Míralo. Joder... Es tan atractivo.

- No lo voy a negar.

El rubio alzó sus hombros, pues tampoco iba a mentir.

You... (Aonunete)Where stories live. Discover now