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Eliot despertó, no reconoció las sabanas que lo rodeaban y definitivamente ese color amarillo no era el de su habitación

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Eliot despertó, no reconoció las sabanas que lo rodeaban y definitivamente ese color amarillo no era el de su habitación. Busco su celular, pero al estirar la mano dio con una mesa de noche mucho más pequeña que la suya, con sus anillos en ella y los recuerdos lo golpearon.

Lucho para borrarlos, pero simplemente Emily no quería irse de su cabeza. Cuando ella también despertó, se quedó sentada en la cama, ninguno choco miradas. Simplemente, estaban inmersos en todo lo que estaba pasando.

Eliot estaba inmerso, recordando cada centímetro de su piel, como ese cabello rubio se pegaba en su pecho por el sudor y el calor que los inundo por unas horas, trato de repasar cada lunar que vio mientras besaba su cuello, bajaba por su garganta hasta sus senos y continuaba hasta que abrió sus piernas. Era igual a una resaca.

Emily sintió que su cuello le ardía, era un fastidio parecido a los insectos que solían picarla en los terrenos de su padre, era la razón por esos pequeños pensamientos de querer irse a la inestabilidad de la ciudad.

Al tratar de moverse un poco o buscar su celular noto la mirada de alguien sobre ella, ella solía reconocer incluso quien caminaba cerca de su habitación así que volteo con fuerza y el puño enrollado, preparándose mentalmente para golpear a quien sea que la estuviera observando. Cuando se encontró con el rostro adormecido y desalineado del magnate la noche anterior le cayó como un balde de agua helada, con solo la sensación de sus dedos hundiéndose en la piel de sus caderas, elevándola un poco para que sus estocadas fuesen más severas se ruborizó, dio un brinco hacia atrás sin tomar en cuenta lo pequeña que era la cama y antes de poder reaccionar sintió un golpe en su columna que la hizo jadear. Con rapidez jalo las sabanas para cubrirse y cerró los ojos, contó hasta diez y... Eliot seguía ahí, con un cojín entre las piernas.

—¡Lo ensuciarás! —él se quedó mirándola, un poco perplejo.

—¿De verdad esta...? —retiro el cojín, sintiendo la briza que lo hizo volver a cubrirse de nuevo.

Tosió, acomodo su voz, el cojín, su seguridad, su interior y miro a Emily de nuevo.

—¿Esta es la mayor de tus preocupaciones?, ¿un cojín?

—No sé si un regalo de mi madre debería estar cubriéndote las pelotas.

Lo soltó de inmediato, ella cerro los ojos con fuerza sintiendo su cara arder. Lo escucho moverse por la habitación hasta que encontró algo, en cuanto los bóxeres cubrieron lo necesario le pidió que abriera los ojos.

—Ramírez...

—Emily.

—Emily... quiero decirte que te vistas, pero te juro que no quiero verte con ropa.

—Una más y te largas desnudo.

—¿Me quieres ver desnudo? —pensó—, ¿más?

—¡Basta! —le grito, envolviéndose por completo en la sabana.

Cuando se puso de pie soltó un leve quejido y Eliot recordó el golpe, su embarazo, su hija.

—Mierda, ¿estás bien? —la ayudo a sentarse sobre la cama—, ¿vamos al hospital?, ¿por qué estoy preguntando? Vamos, vístete.

—Solo fue un golpe —por poco se le sale una risa, pero al verlo buscar su ropa con apuro se quedó estática.

¿Milo lo hizo con otra?, quizá la engaño mucho antes de terminarle o mucho antes de que pensara en cortar. Quizá fue esa bonita castaña de su trabajo o esa actriz para la que acomodaba las luces, quizá fue alguien en su país, quizá Alex lo sabía y por eso se molestó en advertirle cuando ella solo dejaba que pasaran las cosas.

¿Alex lo sabía? Era su hermano pequeño, por supuesto trataría de cubrirlo.

—Lindo tatuaje —miro hacia arriba, volviendo a la realidad, Eliot estaba sosteniendo la sabana sobre ella, ni siquiera noto cuando la soltó—, creo que no te paso nada, no por el golpe.

Ella solo asintió, sintiéndose culpable por acostarse con otro. Aunque Milo termino con ella, no era infidelidad, pero seguía metido en su corazón y estaba con otra persona. Casi estuvo a punto de llorar por pensarlo, la idea de engañarlo le pareció insoportable. Pero se convenció de que si lo hubiese traicionado con algo sería con ese embarazo.

—¿Arrepentida?

—Es raro —confeso, acostándose de nuevo.

Volvió a tomar la sabana, se dejó caer en la cama con un poco de fuerza. Miro como Eliot se sentaba junto a ella, sonrió al notar lo difícil que era distinguir entre sus pupilas y el azul de sus ojos.

—El único con el que he tenido sexo es con mi exnovio —volvió a confesar.

No se sorprendió demasiado, desde el inicio tuvo que tomar el control al ver que no se desenvolvía con la facilidad de alguien que ha experimentado más.

—¿Por qué es exnovio?

—¿Quieres la verdad o me puedo inventar algo?

—Con lo que más cómoda te sientas linda —tomo aire, sin encontrar algo bueno para inventar.

Conocía a Milo, su desgracia era saber que jamás haría algo tan horrible para terminarle.

—No lo sé, pase el peor fin de año por su culpa y aún no lo he contactado para saber: ¿qué hice mal?

—¿Por qué sería tu culpa?

—Comencé a salir con él cuando tenía catorce, su hermana es mi mejor amiga y no hay algo para que termine conmigo así.

Eliot hizo una mueca, Emily era de relaciones longevas.

—Tú lo dijiste, sin motivo. Quizá quiere probar cosas nuevas.

—No, Milo no es así.

—¿Quieres la verdad o me puedo inventar algo? —imito, sacándole una pequeña sonrisa.

—Verdad.

—Yo no te dejaría sin explicaciones, creo que no te dejaría en general, pero las decisiones ajenas no tienen que afectarnos por más vinculados que estemos. Que no te duela lo que decidió otra persona Emily, aun si buscas explicaciones las tendrás, pero no ahora. Así que cuéntame, ¿por qué tienes ese tatuaje?

Cambio de tema, haciéndola reír un poco. No la consideraba insegura, pero algo tan abrupto como lo que hizo su ex era entendible que se sintiera atacada con el tema. No quería aumentar esa presión, además. Agradecía que no tuviese novio porque no negaba que en cuando pisara su casa le diría a cualquiera que Emily tenía un encanto que lo atraía.

—Alex tiene el otro, se supone que se complementan.

—¿Alex es tu novio? —negó—, cierto, tu exnovio —volvió a negar.

—Mi mejor amiga, ¿tan estúpida te parezco como para tatuarme algo con una pareja?

—¿Quieres la verdad o me puedo inventar algo? —bromeo, ganando un golpe con poca fuerza en su hombro.

Tomo su celular, miro la hora y eran casi las cinco y treinta de la mañana, no llego a casa y aunque se esforzó por no alterar a Emily sintió pánico, el vacío se extendió y el miedo se volvió en algo mucho más grande que no lograba describir ni procesar. La sensación de regresar y no verla, correr al hospital y enterarse de lo peor... no podía hacer eso de nuevo. Siempre pensó que moriría antes que su hermana, pero en la situación actual quería llegar a despedirse.

Se puso de pie, buscando su camisa y sus pantalones, pero Emily sintió vergüenza cuando miro la espalda de Eliot. Las delgadas líneas rojas que bajaban hasta su cintura la asustaron sin poder creer que ella las hizo, aún peor. Sin poder creer que tenía pequeñas gotas de sangre seca entre los pequeños rasguños.

Al parecer él también lo notó cuando estuvo a punto de colocarse la camisa.

—Emily, desde la universidad no me pasaba esto.

—Perdón.

—No era queja.

Eliot se acercó hasta la cama después de vestirse, la tela dolía cuando rozaba con los rasguños, pero eran lo suficientemente soportable hasta llegar a su casa, Emily se sintió extraña al sentir un pequeño beso sobre sus labios. Eliot la beso y se sintió extrañamente bien.

—Creo que tendré un gusto por una universitaria a partir de ahora si sigue dejándome así.

—Masoquista.

—No te quejaste, linda —volvió a dejar un beso en sus labios que rezo por tomar como costumbre.

Cuando se marchó, por fin pudo vestirse con tranquilidad, su mente seguía atrofiada tratando de procesar lo que había pasado y, sobre todo: lo bien que se sintió.

Como todo en esa casa, la cocina también era compartida, en cuanto bajo por algo de comer se espantó al ver a la anciana con el cabello suelto y una larga pijama con puntos que la hacía parecer un cuadrado pequeño, el cabello maltratado y blanco siempre estaba trenzado a excepción de cuando dormía, pero nunca la había visto.

—¿Qué paso con tu novio?

—¿Qué?

—El otro niño, ese que venía por ti para llevarte, tenía nombre de galletas —aquello la hizo soltar una risa.

—¿Milo?

—Ese, ¿qué paso?

—Me dejo.

Decirlo sonó liberador, no porque quisiese terminar con Milo, no porque lo tuviera como plan. Decirlo en voz alta era una verdad que negó y trato de excusar hasta ese momento. Milo Oktober la dejo.

—Emily, sabes que te quiero linda y no me importa como lleves tu vida. Pero lo de hoy no puede volverse a repetir.

—Lo sé.

La señora asintió, tomando su bastón y su vaso de café para dirigirse a su habitación, dejándola con el sabor de culpa y vergüenza en la lengua, estaba segura de que tendría que salir mañana casi escondida si no es que por la ventana.

Por otro lado. Eliot aún no entendía que necesitaba sanar para querer sanar a otra persona, pero viendo a Emily no se lo pensó mucho antes de decidir que iba a sacarla de ese hueco de inseguridades que le había dejado su exnovio y del que ella no parecía darse cuenta.

 Eliot aún no entendía que necesitaba sanar para querer sanar a otra persona, pero viendo a Emily no se lo pensó mucho antes de decidir que iba a sacarla de ese hueco de inseguridades que le había dejado su exnovio y del que ella no parecía darse ...

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