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Al robar el número de Alex del teléfono de Emily se sintió culpable, como si estuviera invadiendo algo muy privado de su vida, pero, ¿qué podía hacer? A Emily le importaba, mucho más que eso: la quería

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Al robar el número de Alex del teléfono de Emily se sintió culpable, como si estuviera invadiendo algo muy privado de su vida, pero, ¿qué podía hacer? A Emily le importaba, mucho más que eso: la quería.

Alice hace unos meses estaba fatal y trato de animarla de todas las formas posibles hasta que salió adelante, poco a poco, pero estaba haciéndolo, hasta que dejo de sentir ansiedad con ganas de llorar cuando salía sola a la esquina, ahora su hermana trabajaba con total normalidad y tranquilidad con dos o tres descensos que amenazaban con ponerla en cama de nuevo. Pero, mejoraba cada día. Los turnos en el hospital eran más largos, atendía más pacientes e incluso en sus días libres comenzó a atender desde casa. Quizá era una carga excesiva de trabajo, pero Eliot también hizo lo mismo cuando se sintió desorientado.

Era un golpe bajo, uno que Eliot admiraba después de ver todo el avance que tuvo en siete meses. Entendía que aún faltaba mucho por recorrer, que nunca dejaría de doler, pero estaba viva, ambos lo estaban y cada día era un pequeño esfuerzo para dar otro paso.

Estaba feliz por su hermana, porque lo estaba superando o por lo menos aprendiendo a vivir con ello, porque su psiquiatra ya no debía decirle que no podía ayudar si no hablaba y ahora existía esa confidencialidad, doctor, paciente que deberían de tener todos, ya no le decía lo poco que hablaban, ahora estaba confiando en ella y sus decisiones.

No terminaba de comprender que pasaba con Emily, sabía de la muerte de su padre y sabía que extrañaba hablar con su mamá e incluso se sintió culpable cuando le dijo que, aunque quisiera, no podía dejar que la viera así ahora, no embarazada. Emily inventaba excusas como su trabajo imaginario que la ayudaba a escapar de darle explicaciones o más que eso de contarle toda la verdad. Estaba aterrada de bajar la cámara todos los días porque su vientre ya era enorme, trataba de que solo se viera su cara y la oficina de Eliot fue perfecta para seguir la mentira, seguir ocultándose y seguir mintiendo.

Le oculto a su futuro nieto, uno que ella amaría con total locura, sin importar la condición en la que se haya dado, como haya terminado embarazada; era más que obvio que no le importaría para nada aquello, pero aun así tenía miedo de confesarlo y no recibir el apoyo necesario.

Cuando Eliot vio por primera vez a Alex, lejos de una pantalla solo sintió nervios, era la mejor amiga de Emily, la que tenía conocimiento de todo lo que pasaba y la que en secreto lo aborrecía por arruinar la vida de su amiga con un niño que no buscaba. En cierta forma, su modo de caminar, moverse o mirarlo le recordaba un poco a la esposa de su amigo, las dos se veían tan amenazantes como eran.

Alex, al igual que Eliot, creció en un lugar frágil, tan destruido que daría todo para que Emily no pasara por lo mismo, quizá porque en el fondo se compadeció de su mamá al saber que, de la noche a la mañana, debía casarse con un hombre mayor que ella para no desprestigiar ni dejar de tener valor social, al embarazarse de un tipo que huyo, después de dar a su primera hija en adopción no buscaba otro, no buscaba nada. Después, quedó embarazada de Milo y ella, para Alex, eso se iba a repetir, aunque ante sus ojos era un embarazo que la arruinaría, para Emily, su decisión de dar la vida por ese niño era lo único que la hacía apoyarla, al menos ella estaba escogiendo ese camino.

A Las Flores Les Gusta El Silencio ✓ #PGP2024Where stories live. Discover now