Arrepentimiento en el armario.

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente.

Calem se encontraba de regreso a la oficina, todavía frotando sus ojos para eliminar cualquier rastro de lágrimas, no se sentía listo para pedirle disculpas a su jefe por no asistir a la reunión.

Pero levantó la cabeza, encontrándose con la mirada confundida de sus compañeros hacia él.

—¿No deberías estar en la reunión con los jefes de relaciones públicas? —preguntó Clara y el color desapareció del rostro del joven.

—Duró más de lo previsto... ¿Saliste antes? —cuestionó Camila, Toby levantó ambas cejas curioso y Tamara acomodó sus gafas todavía con unos papeles en su mano.

«¡Creí que ya había acabado!» pensó en pánico, miró su móvil descubriendo el mensaje que le envió con anterioridad su jefe y Samantha indicándole en qué sala de reuniones estarían.

Se giró sobre su talón hacia el pasillo por dónde vino y prácticamente corrió el trayecto al ascensor y la sala de juntas correcta, exigiéndole demasiado a su agotado cuerpo.

Se le hacía eterno el minuto que tardaron las puertas del mecanismo en abrirse y ya frente a la sala pudo ver a través del cristal cómo todos dentro ya se habían ido, a excepción de Samantha Fox que continuaba dentro acomodando unos papeles que recogió de esa gran mesa...

En realidad ella solo estaba haciendo tiempo, ya que no podía irse tranquilamente porque su jefe, el señor Vaughan, estaba frente a la salida siendo regañando por nada más y nada menos que el temible CEO de la empresa.

Parecían estar discutiendo de algo importante y grave, por lo que no quería siquera pasar por su lado y ella prefirió hasta limpiar los cristales antes que interponerse entre esos dos y su aura tan atemorizante.

Cuando el CEO divisó a Calem frunció sus cejas en una leve interrogativa y con esa misma postura de superioridad le dijo una última cosa en el oído a Vaughan, haciendo a éste apretar los puños.

Christopher caminó imponente pasando por el costado del menor frente al ascensor y no podía procesar el hecho de que ayer mismo había jalado la corbata de alguien que parecía cargar el infierno sobre sus hombros.

Tan frío que incluso el aire a su alrededor se sentía congelarse y Calem infló su pecho, porque podía ser intimidante, pero él no iba a acobardarse.

Una vez que las puertas del ascensor se cerraron, liberó el aire contenido en sus pulmones y sus ojos se encontraron con los de su tan adorado jefe.

Caminó rápido hasta Vaughan, ignorando todo tipo de dolor, con una mirada culpable por haberle fallado y sintiéndose el responsable de lo que sea que haya salido mal en esa junta.

—S-Señor, lo siento, tuve un inconveniente y... —se disculpó y por primera vez vio una peculiar expresión en ese armonioso rostro: enojo y frustración.

EN EL ARMARIO (+18↔GAY)On viuen les histories. Descobreix ara