Capiche

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—¡No me puedes dejar así después de lo que me acabas de decir, necesito más! —exclama Bere, con una expresión de asombro en el rostro.

—El tío ahora es más famoso que Paris Hilton en el 2002, más ahora que acaba de terminar su relación con Megan, si alguien sabe eso, su carrera... —hace una pausa y luego hace un gesto con la mano simulando la caída de un avión. 

— Se irá al suelo y mi nuevo Jelena morirá en el proceso —finge llorar, pero su actuación es tan exagerada que termino riéndome junto con ella. 

Megan Honor, la modelo e hija del dueño de Honor Enterprise el conglomerado de la industria de la moda más grande del mundo, ella es la nepo baby de las nepo babys, el Justin y Selena de esta generación, Bere tiene razón en eso, si los fans de la relación se llegan a enterar, si alguien lo sabe. El hombre más idealizado de la industria, la persona cuya vida perfecta tanto he detestado, morirá junto con la información de que el tipo que escribe canciones románticas y le prepara el desayuno a la novia por las mañanas busca mujeres con quien pasar el rato en la zona rosa de LA. Eso no importa, solo importa el dinero, me recuerdo. 

—Por eso cerrarás la boca, ¿capiche? —le indico, y Bere asiente haciendo un gesto de cerrarla boca con la mano.

—Con este incentivo, seré otra tumba —coge los billetes que dejé sobre la mesa, el dinero que recibí por pasar la noche con Ren, en el sentido menos bíblico de la palabra.

—En serio, ¿no pasó nada? —insinúa con curiosidad.

—Ya te dije que el tipo solo me usa para... no sé para qué, pero no pasa nada de nada. Y es lo mejor que me puede pasar, siempre y cuando pueda pagar la hipoteca.

—Hablando de la hipoteca, necesito que firmes esto para el pago de la hipoteca —esta vez su voz suena más aguda que de costumbre.

—Pero nunca antes he tenido que firmar algún documento para el pago, siempre es directamente con Steven, él se encarga de tema bancario y nosotras le pedimos a Dios que no lo gaste en apuestas.

—Ah, correcto. Es que Steven accedió a darnos ehmm la titularidad, a cambio de que continuemos pagándole mensualmente, así que por fin somos libres.

—¿En serio? ¿Por qué no me lo dijiste antes? —pregunto, sorprendida.

—Ehmm porque... te vi un poco cansada y bueno ya te lo dije ahora así que no importa mucho, ¿no? —responde Bere.

—¿Acaso la vida por fin piensa que debería ser buena con nosotras? Con el dinero de Ren, el pago de la hipoteca, por fin tendremos un hogar —tomo el documento y estampo mi firma.

NECESITO ODIARTEWhere stories live. Discover now