🔗Capítulo 13🔗

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Un cargamento

Artemisa Morelli

Espero a que Fiorella sirva mi café, debo estar temprano en uno de los almacenes de mi padre, hoy es el primer cargamento de diamantes hacia Georgia, nada puede salir mal y yo debo estar presente, mi traje color perla resalta, es un traje muy costoso que mandé a diseñar, mis labios color sangre, mi cabello rubio ondulado son el toque perfecto.

— Aquí tiene su café señorita Morelli.— deja la taza frente a mí.

Sus manos tiemblan, desde la noche en que la encontré con Artemis teme a que le cuente a mi padre lo ocurrido, no pienso hacerlo a decir verdad, no siempre y cuando ella no me estorbe, hasta el momento no lo hace.

— Este café es un asco.— dejo la taza en el lugar que se encontraba antes de probar el horrible café.

No tiene azúcar, la leche que le puso es normal, supercargado, en definitiva es puro veneno.

— No entiendo, señorita, tiene todo lo que ordenó.— toma la taza y me mira.

— No tiene azúcar, mucho menos leche descremada, ni hablar de lo cargado que lo hiciste.— seco la comisura de mis labios con cuidado de no arruinar mi labial.— ¿Deseas desquitarte conmigo el hecho de qué arruiné tu polvo con Artemis?— puedo verla tensarse.

Niega rápidamente, se acerca al lavabo y deja la taza allí.

— No, señorita, disculpe, me equivoqué, enseguida le preparo un café como el que ordenó.— se mueve con rapidez en la enorme cocina.

Me levanto de mi asiento y tomo mi bolso todo esto bajo su atenta mirada.

— Mejor encárgate de otra cosa, voy tarde al trabajo y no pienso seguir perdiendo el tiempo contigo.— paso por su lado con fastidio, me irrita tener que salir de la casa sin nada en el estómago.

Me gusta desayunar antes de realizar cualquier actividad, tener comida en el estómago me garantiza un buen humor, para rematar Atenea baja las escaleras envuelta en una bata de seda, al verme sonríe.

— ¿A dónde vas tan temprano y arreglada de esa manera?— observa de arriba a abajo mi vestuario.

La miro y sostengo mi bolso con fuerza.

— Tengo asuntos que atender, además debo estar al frente de unos negocios de mi padre.— intento caminar hasta la puerta, pero su voz me detiene.

— Siendo así espérame, deseo pasar todo el día contigo.— termina de bajar las escaleras.

Me volteo y trato de poner la mejor sonrisa que tengo.

— Mejor almorcemos juntas, necesito que nada salga mal en este cargamento y contigo lo único que puedo tener son distracciones.— veo por detrás de ella a mi madre bajar las escaleras.

— Como quieras, solo espero que lo del almuerzo sea cierto.— se cruza de brazos.

— Así será, nos vemos al rato.

No pierdo más el tiempo y salgo de la enorme mansión, uno de los choferes me espera en mi auto, tomo asiento en la parte trasera y me concentro en repasar mentalmente todo lo necesario para el cargamento, deseo que todo salga bien y sé que así será.

***

El sonido de mis tacones replican en todo el pavimento, me he paseado por todo el aeropuerto de mi padre en busca de papeles y todo lo necesario para que salga la aeronave a Georgia, Adriano camina a mi lado, observa cada uno de mis movimientos.

Adriano es el mejor amigo y mano derecha de Artemis, desde niño ha estado en el negocio familiar, es un muy buen contable y administrador de empresas, su padre es un gran mafioso reconocido en toda la región, se asoció con mi padre hace algunos años y desde entonces la relación entre nosotros ha sido muy estrecha.

Nunca he tenido roces fuera de lugar con él, a pesar de todo lo respeto, es un hombre reservado y medido, eso no le quita lo guapo y sensual; sin embargo, sabe mantener límites y hasta el momento no me interesa más allá que una amistad, el día en que me mueva los ovarios no dudaré en tirármelo.

— ¿Te aseguraste de que los muchachos hayan entrado el número de cajas correspondiente al jet?— su mirada se detiene en los hombres que suben las cajas al avión.

Vuelvo a verificar que el número de cajas que tengo en el papel que yace en mis manos sean las mismas que los chicos suben al jet.

— Hace unos minutos estuve arriba en el jet contando las cajas.— cierro mi carpeta y fijo mi mirada en el jet.

Palmea mi hombro y en sus labios se dibuja una diminuta sonrisa, ese gesto me permite apreciar sus gruesos y carnosos labios, su nariz fina, su mandíbula cuadrada, su barba es recién creciente, algo que llama mi atención de él es verlo bien arreglado.

— Para ser tu primer cargamento, debo admitir que lo has hecho muy bien.— se recuesta del capo de su camioneta, se voltea a verme.

Me agrada ver que reconoce mi esfuerzo, me recuesto a su lado y miro hacia el mismo lugar que él mira.

— Agradezco que hayas tomado en cuenta mi esfuerzo.

— Sé reconocer cuando las personas hacen un buen trabajo.— por un momento me mira de reojo, luego vuelve a centrarse.

— De todas formas me hace bien que me lo digas, al parecer eres el único que sabe reconocer lo bueno en este mundo.

Pienso en Artemis y Federico, ambos siempre buscan el defecto de las cosas que son hechas por mí, ver que Adriano sabe reconocer algo bueno en mí es sumamente gratificante para mí.

— ¿Cómo está Artemis? Hace una semana que no sé nada de él.

Pregunta con curiosidad, me resulta extraño que no sepa nada de Artemis, siempre están unidos, me parece extraño.

— Él se encuentra bien, es raro que no se vean desde hace una semana.

— Pienso lo mismo que tú, lo he llamado en varias ocasiones, pero no contesta el celular.

— Alguna explicación a de tener.— sostengo la carpeta con fuerza, acomodo mi bolso en mis brazos y camino hacia donde se encuentra mi auto.

— Nos vemos luego, dale saludos de mi parte a Artemis.— lo escucho desde lejos.

— Lo haré, cuídate.

Subo a la parte de mi auto, dejo todo a mi lado, el chofer conduce hasta un restaurante donde he quedado de verme con Atenea, todo esto para que pasemos tiempo de hermanas como ella suele decir, me resulta aburrido, pero debo fingir si deseo que mi plan vaya a la perfección.




Sed de PecarOù les histoires vivent. Découvrez maintenant