🔗Capítulo 34🔗

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Un plan

Artemisa Morelli

― No puedes entrar con un arma a la casa de los Morelli ¿Te volviste loca?― mi padre camina con un puro metido en la boca por toda la sala de estar.― Estás embarazada.

Nos encontramos discutiendo sobre como secuestraremos a Alessandro, mañana será la boda y debo impedirla, mi padre se niega a que vaya con ellos.

― Domenico y yo más nuestros hombres podemos ir por él y darle la advertencia a Federico, pero de ninguna manera permitiré que arriesgues tu vida, ni la de mi nieto.― saca el puro y expulsa el aire hacia afuera.

― Solo quiero ir para asegurarme de que traigan con ustedes a Alessandro.

― Ya tenemos la foto, es suficiente para traer al indicado con nosotros.― Domenico responde neutro.

Los días que llevo conviviendo con él me han mostrado su verdadera cara, mi padre tenía razón cuando dijo que era el diablo suelto en la tierra, es un hombre hermoso, pero lo que tiene de hermoso lo tiene de malo y descabellado.

― Deseo verle la cara a Atenea cuando vea que se lo quité.

Mis razones son otras, deseo ir, porque debo secuestrar a Atenea por igual, debo interrumpir su embarazo y matar a esa niña, la niña no puede vivir bajo ningún motivo y sé que tanto mi padre como Domenico no serán capaz de hacer algo así.

― Mujeres.― dice Domenico entre dientes rodando los ojos.

― No tiene caso que siga discutiendo contigo por lo mismo, llevo una semana discutiendo el mismo tema y siempre llegamos a la misma conclusión.― mi padre toma asiento con fastidio.

― Ya he modificado el logaritmo de la misión más de cinco veces, necesito que decidamos en cuanto antes que haremos realmente.― Domenico cierra la laptop de golpe y nos mira a mí y a mi padre.

― Iré con ustedes, puedo llevar armas, sé como usarlas, además, nadie se atreverá a tocarme un pelo, llevo el nieto de Federico en el vientre.― me levanto del sofá y sirvo agua en vaso, muero de ser.

― Es un buen punto, no creo que atenten en contra de su vida.

― No confío en Federico, no puedo hacerlo cuando me traicionó una vez.― mi padre frota su cien mientras fuma.

― Si las cosas se ponen turbias, pues disparamos.― tomo un trago de agua para calmar mi sed.

― Esto no es el San Andreas que mueres y luego sales de un hospital con vida, si morimos salimos en el infierno tomando té con el diablo.― Domenico se me acerca.― Antes de morirme deseo hacer muchas, no pienso morirme secuestrando a tu capricho.

Sed de PecarWhere stories live. Discover now