🔗Capítulo 23🔗

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Sin levantar sopechas

Artemisa Morelli

Varias rondas de juego 3 y 2 han cursado en la amplia mesa de casino, la mayoría han perdido, solo Adamia y Artemis se han llevado todas las ganancias, debo reconocer que los dos son muy buenos en este tipo de juegos. Mi botella de vino sigue igual, solo me he tomado la mitad de mi copa, no quiero emborracharme, aunque Adamia sea mi socio, no confío del todo en él, más bien no confío ni en mi propia sombra.

Este lugar se encuentra repleto de buitres, hombres sin escrúpulos, no les tiembla el pulso para hacer daño, no puedo fiarme de ellos, debo mantenerme alerta en todo momento. Artemis se levanta de la mesa para dirigirse al baño, aprovecho para levantarme y seguirlo para que podamos hablar a solas.

Necesito pedirle un favor que solo él puede hacer, no he podido sacarme de la cabeza la mancha que tiene Adamia en el pecho, necesito comprobar que lo que mi mente imagina no es cierto, porque de ser cierto mi madre tiene muchas cosas que explicarme y si me ha escondido la verdad durante todos estos años, no pienso perdonárselo.

— El baño de mujeres se encuentra por el otro lado.— me mira de reojo.

No soy tan idiota como para follármelo aquí, aunque me importa muy poco si la gente nos ve o no.

— Necesito que me ayudes con algo.— me adentro al baño con él, todo esto verificando que nadie nos haya visto.

— ¿Qué necesitas?

— No pidas explicaciones, solo has lo que te digo, ya luego te cuento, pero cuando estemos en un lugar a solas.

— Me estás poniendo nervioso.

— Necesito que busques la manera de obtener un pelo de Adamia, saliva o lo que sea.

— ¿Y eso para qué?

Me mira con cara asqueante, la verdad es que es un poco asqueroso lo de la saliva, pero no importa, necesito algo de su ADN con lo que pueda descartar mis dudas.

— Te dije anteriormente que luego te explico, por el momento colabora con eso que te pido.— ruedo los ojos ante tantas preguntas.

— ¿Por qué no haces tú eso? A ti se te haría más fácil conseguirlo.

— Porque contigo no sospecharía nada, solo has lo que te pido.— coloca una de mis manos sobre su hombro para apoyarme.— Luego te cuento, no hagas más preguntas.

— Está bien.

Le extiendo un pequeño paño para que coloque el cabello allí una vez que lo tenga.

— Coloca el cabello en este paño cuando lo tengas, es para que no vayas a perderlo.

Lo toma y lo coloca en el bolsillo de su camisa.

Sed de PecarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora