Capitulo 7

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Izan:

—Hey... te venía a avisar que ya vino quien te va a entregar los diseños —dijo Katia.

—Dile que pase —ella levanto la mirada hacia mi laptop, en la cual estaba escribiendo apresuradamente un informe.

—Bueno... está bien.

Salió de mi oficina, segundos después tocaron la puerta, y respondí  con un «adelante»  y abrió la puerta.

—Señor Roberts —escuche a Rebeca.

No pude evitar esbozar una media sonrisita, ¿cómo es que Ronald justo elige a ella para que venga a entregarme los diseños?

—Puedes decirme por mi nombre, si quieres —no me gusta que me llame así.

—¿No sería poco ético? —preguntó.

—No, mi empresa, mis reglas —ella no dijo más sobre ese tema, nos enfocamos en la explicación de los diseños, significados, materiales... etc.

Hasta que ella recibe una llamada.

—¿Puedo contestar? —pregunta.

—Por supuesto.

—Hola, señora Celeste, ¿qué pasa? —empeze a seguirla con la mirada cuando se levantó y empezó a caminar por la oficina—, ¿se cayó de las escaleras? pero... voy para allá.

—¿Estas bien? ¿le sucedió algo a Ada? —pregunté cuando terminó la llamada, parecía preocupada y nerviosa.

—No es mi padre, tuvo un accidente, me tengo que ir —recogió su bolso.

—Estas muy nerviosa, no puedes manejar así, ¿dejas que te lleve?

—No creo que...

—Es por tu seguridad, por favor, Rebeca.

Aceptó, y fuimos al primer piso, llegamos a mi auto y nos dirigimos al hospital que ella me indicó.

                                 °°°

—¡Hasta que contestan! —escucho a Rebeca exclamar a sus hermanos por telefono—, ¿ya están llegando?, no... le enyesaron el brazo... sí, solo eso —rueda los ojos—, diez minutos para que estén aquí —colgó.

—Parece como si tu fueras la mayor y ellos menores —le digo.

—Es como si lo fueran, siguen siendo un poco infantiles —hace una pausa—, oye, en serio te agradezco que me hayas traído pero no es necesario que te tomes tu hora de almuerzo para estar aquí.

—Tampoco es que tenga mucho apetito últimamente —murmuro—, además si no recuerdo mal en unos dos minutos es la hora de ir a recoger a Ada.

—¿Qué? —miró su teléfono—, no puede ser...

—¿Entonces...?

—Esta bien, solo déjame avisar a mis hermanos que voy a recoger a Ada.

—Bien —admito que quería sonreír, pero no lo hice porque no se lo tomaría muy bien que digamos.

                                           •••

Rebeca:

—¿En serio vas a entrar? —le pregunte a Izan cuando apenas habíamos entrado.

—Sí, a menos que tú no quieras.

—No es eso, es que nunca te imaginé entrando en una escuela para ir a recoger a una niña.

—Bueno, es que Ada no es cualquier niña —no dije nada, tiene razón, no es cualquier niña.

—Pensé que no te agradaban los niños —murmuré.

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