💄 13. Precavida 💄

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Solo le faltaba una cosa por hacer antes de llevar a cabo la ruptura definitiva de su relación con Héctor: hablar con Aarón en busca de consejo y ayuda. De nuevo acudió a su hogar y Lidia la atendió debidamente, en esa ocasión con una vestimenta más adecuada: pantalones vaqueros y una blusa de color blanco. «Parece que esta vez no he interrumpido nada», pensó Nina mientras se adentraba en la vivienda tras darle dos besos a la chica. Aarón la esperaba sentado en el sofá, vestido con su traje oscuro, y Lidia se sentó a su lado.

—Llevamos meses o incluso años sin vernos y ahora la fortuna ha querido que nos encontremos dos veces en el mismo mes. ¿No es maravilloso? —comentó Aarón mientras se levantaba para recibirla con un abrazo.

—Lamento molestarte esta vez, Aarón, pero es importante... —dijo cuando se separaron.

—Siéntate, ¿quieres algo de beber? —le ofreció él.

Nina posó su mirada en Lidia, que sonreía, y se sentó con cuidado de que la falda de tubo que llevaba no se subiera más de lo debido. Como su anfitriona, llevaba una blusa blanca con transparencias, encaje y el cuello de barco.

—Claro, un poco de vino blanco no estaría mal.

Aarón fue hacia su mueble bar para servir tres copas de uno de sus mejores vinos y regresó, dejando cada una en la mesita que había entre los dos sofás. Nina tomó la que tenía más cerca y la llevó a sus labios para dar un pequeño sorbo.

—¿Recuerdas lo que te conté el otro día sobre mi amigo con derechos? —Aarón movió la cabeza de arriba abajo antes de que Nina continuara—. Ya he tomado la decisión de dejarle, pero necesito vuestra ayuda, así como la de una amiga, por si las cosas se tuercen...

—¿Temes que ocurra lo mismo que aquella vez? —indagó.

Nina se limitó a mover la cabeza afirmativamente. Después de tantos años con aquellos recuerdos enterrados, parecía que amenazaban con salir a flote de nuevo. En parte no entendía el motivo de su miedo irracional, Héctor nunca le había dado motivos para ello, pero sí había ciertas actitudes, ciertos comentarios que provocaban en ella ese temor.

—O quizá algo peor. No sé a qué atenerme con Héctor, la verdad.

—¿Qué necesitas? Sea lo que sea, te ayudaré, eso no tienes que dudarlo.

Nina le habló en primer lugar de Sofía para que supiera quién era la amiga de la que hablaba y después le contó el plan que había ideado: en primer lugar, los agregaría a un grupo improvisado —que después podrían seguir usando si se daba el caso— para poder avisarles si no lograba salir por sus propios medios. No pensaba quedar con él en un sitio público para evitar posibles numeritos; prefería la discreción, aunque eso pudiera significar salir lastimada de alguna forma. Por eso necesitaba que ellos estuvieran cerca, porque quería evitarlo a toda costa.

—Sé que lo más sensato sería no hacerlo así, pero le conozco, Aarón. Su orgullo es de lo peor.

—Me parece un buen plan —sentenció Lidia, que hasta ese instante no había pronunciado palabra—. Y estoy segura de que a Aarón no le importará ayudarte, ¿verdad, cariño? —volteó la cabeza hacia él al decirlo lo último.

—Por supuesto, jamás dejaría que te pasará nada —le aseguró a Nina—. Si es necesario, Lidia también me acompañará. Hizo un curso de defensa personal hace tiempo, podría ser de utilidad.

Nina observó a la mujer, que mantenía su sonrisa mientras asentía.

—Si quieres, también puedo darte clases, Nina. Para mí sería un placer.

—Me vendría bien, no te diré que no. Quizá no tengamos tiempo antes de que lleve a cabo lo dicho, pero después de eso me encantaría.

—Te escribiré para que podamos concertar la primera cita, ¿te parece bien?

—Lo esperaré con muchas ganas.

Hubo un gran silencio, nada incómodo, que los tres aprovecharon para reflexionar. Aarón fue quien, instantes después, lo rompió para preguntarle:

—¿Y qué tal con tu futuro sumiso?

—No sabría decirte —respondió Nina, entre contenta e indecisa—, cuando le propuse que lo fuera, me pidió algo de tiempo para pensárselo y ser amigos mientras tanto. La verdad es que estoy bastante emocionada, creo que acabará diciendo que sí.

Aarón sonrió por primera vez desde que recibió a Nina.

—Me alegra saberlo. Si necesitas ayuda, sabes que puedes contar con nosotros para enseñarle. Lidia podría ser su maestra.

—¡Eso sería maravilloso! ¿Qué mejor maestra podría tener?

—Exacto —dijo Aarón mientras se giraba hacia Lidia y colocaba la mano bajo su barbilla—. Tú podrías enseñarle desde el punto de vista de la sumisión, mientras tú, Nina, podrías encargarte de dejarle claro cómo complacerte. Lidia, por mucho que sea una sumisa, solo podría ofrecerle su experiencia conmigo, algo que a él no creo que le interese mucho.

—Os estaría muy agradecida, la verdad. Hace ya bastante que no ejerzo como ama y... bueno, ya te dije el otro día, necesito ayuda.

—Puedes contar con nosotros para lo que sea, hasta el fin de los tiempos.

Un escalofrío recorrió toda la columna vertebral de Nina, hasta llegar a la nuca, momento en el que su cuerpo se sacudió de manera sutil. Reprimió algunas lágrimas que estaban a punto de deslizarse de sus ojos hasta las mejillas.

—Quiero hacerte otro regalo, Nina.

La voz de Aarón la sacó de su pequeño momento de concentración.

—¿Otro?

—Así es. —Aarón se levantó del asiento y desapareció por el pasillo, dejando momentáneamente a solas a Nina y a Lidia, que se miraron sin entender nada. Lo había mantenido oculto incluso para su pareja. Regresó tiempo después con una bolsa que le dio a Nina en cuanto estuvo frente a ella. Lidia la contempló con curiosidad—. Ábrelo, por favor. Espero que te guste.

Nina bajó la mirada hacia la bolsa que sostenía en sus manos y la abrió para ver en su interior. Sacó una caja grande que dejó sobre su regazo al deshacerse de la bolsa y dentro encontró una especie de maletín rojo que cogió con la mano derecha. Alzó unos instantes la cabeza para ver el rostro expectante de Aarón, después lo abrió y descubrió un pequeño kit con elementos del mismo color.

—Al dejarme claro la última vez que viniste que hacía tiempo que no ejercías como dominante, y al repetírmelo ahora, he querido hacerte este regalo para que tengas algo nuevo que usar con tu próximo sumiso. —Mientras él hablaba, Nina paseó las yemas de los dedos por cada uno de los instrumentos, sus nuevos juguetes, con una sonrisa y algunas lágrimas que se derramaron de forma sutil por su rostro—. Intuyo que aún tendrás tu propio kit y tus propios juguetes, pero me gustaría que con este sintieras de nuevo ese poder que sentiste hace años. Saca a tu dominante de donde lo tengas escondido y diviértete con tus nuevos juguetes. ¿Me prometes que lo harás?

Levantó la cabeza para mirarle, aunque las lágrimas apenas pudieran permitírselo.

—Te lo prometo.


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Placer culpable  [#PGP2024]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant