💄 14. Amistad 💄

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Días después, por la noche, Nina fue al piso de Héctor para zanjar de una vez su relación con él según lo planeado, con el grupo creado, Aarón y Sofía esperando abajo, atentos al grupo que ella había creado. «Estamos abajo esperando órdenes», le envió Aarón. Sus palabras la hicieron sonreír además de darle la tranquilidad que necesitaba.

—¿Qué querías hablar conmigo? —le preguntó Héctor cuando regresó de la cocina con dos vasos: uno de cerveza para él y otro de agua para ella.

—No es fácil, pero espero que lo entiendas a la primera...

—Por supuesto.

—Quiero que dejemos nuestro acuerdo aquí. Nuestro tiempo ya pasó y al revisar el contrato me he dado cuenta de que es factible su anulación. Supongo que nunca pensaste que llegaría a pasar, pero ya no lo necesito... Además, tienes muchas opciones donde elegir que podrían ser un buen reemplazo. No sé si te has dado cuenta, pero ya no siento lo mismo cuando tenemos relaciones.

Héctor, que estaba bebiendo de su cerveza, dejó de hacerlo al escucharla hablar. Depositó el vaso sobre la mesita que los separaba.

—A ver si lo he entendido bien... Quieres terminar la relación que tenemos, ¿no? —Nina movió la cabeza de arriba abajo—. ¿Sin siquiera un triste polvo de despedida?

—Para un triste polvo de despedida, mejor no tener nada, ¿no te parece?

—Entonces, ¿pretendes irte y dejarme con las ganas?

Nina, que no había soltado su vaso de agua en ningún momento, lo apretó con fuerza mientras no dejaba de hacer contacto visual con él. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta —que no se había quitado al entrar en la vivienda—, donde tenía su teléfono móvil, y lo desbloqueó con su huella dactilar. Como había dejado la aplicación abierta antes de bloquearlo, solo tenía que estar lista para enviar cualquier incoherencia en el grupo, si es que no la cerraba por error.

—Te lo advierto, Héctor...

—Estamos en mi casa, Nina. Si no querías que pasara algo podríamos habernos visto en el restaurante o en cualquier bar —planteó mientras intentaba salvar la distancia entre los dos.

Pero antes de que pudiera tocarla siquiera, con un movimiento ágil le tiró el agua en la cara y aprovechó los segundos de ventaja para coger su bolso y salir corriendo hacia la puerta. Por suerte para ella no estaba cerrada y pudo salir al pasillo sin comprobar si Héctor la seguía.

Sacó el móvil de su bolsillo y vio que había enviado un audio de pocos segundos que obtuvo como respuesta un emoji de enfado de Aarón y un mensaje de Sofía en el que decía que iban a por ella. «Bajo por las escaleras. No quiero arriesgarme a que detenga el ascensor...», logró escribir con alguna letra mal puesta mientras continuaba huyendo. Pero antes de bajar el primer peldaño, la puerta del elevador se abrió y de allí salió Sofía, que la acogió en sus brazos. Aarón llegó instantes después por las escaleras. Al verlos a ambos, Héctor se dio la vuelta para volver a su vivienda. Una vez allí, echó un último vistazo al pasillo y después desapareció de la vista de los tres.

—Muchas gracias —dijo Nina casi sin aliento y con las pulsaciones disparadas—, sois los mejores.

—No dejaré que vuelva a pasarte lo mismo que con Bruno. Nunca más —manifestó Sofía sin dejar de acariciarle la espalda a su amiga.

Nina le dedicó una mirada a cada uno con lágrimas en los ojos.


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El sábado, Nina despertó en casa de Sofía. Su ansiedad tardó en disminuir cuando los tres se fueron del edificio donde vivía Héctor. Sus recuerdos de lo sucedido con Bruno no la abandonaron en toda la noche, por eso apenas pudo conciliar el sueño. Sofía, que solía despertarse pronto, le dio los buenos días con una taza de café en la mano. Estaba sentada en la mesa del comedor con su pijama de invierno y el pelo un poco revuelto. Nina llevaba un pijama que le prestó y, además de tener el cabello en las mismas condiciones, no tenía maquillaje y apenas podía abrir los ojos entre el cansancio y haberse despertado recientemente.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Sofía antes de dar un sorbo de su taza.

—No muy bien, apenas he podido dormir... ya sabes...

—Por Bruno, ¿verdad?

—Sí, lo de Héctor me ha traído recuerdos desagradables.

—Pensé que ya lo habías superado, aunque entiendo que el hecho de que te intentara forzar ha despertado ese recuerdo. —Sofía apoyó los dedos en su barbilla.

En ese momento apareció en el salón Adrián, que, aunque aún estaba somnoliento, se había enterado de todo.

—¿Cómo que te ha intentado forzar? ¿Quién?

Sofía observó extrañada a su sobrino. Nina dejó los labios entreabiertos al percatarse de lo evidente: Adrián seguía viviendo con su mejor amiga.

—El hombre con el que estaba saliendo. —Antes de decir la última palabra, levantó los brazos e hizo el gesto de poner comillas con los dedos—. Anoche quedé con él para romper la relación e intentó satisfacer sus deseos antes de que me fuera. Por suerte tu tía y otro amigo estaban listos para socorrerme.

—Es un capullo —comentó Sofía—. A mí nunca me cayó bien.

—¿Por eso no querías que te lo presentara?

—No me hizo falta para saber que es un puto egoísta de mierda y un... —Se detuvo porque estaba Adrián delante y no quería decir más groserías. Ante todo, quería seguir siendo una buena influencia para él.

Nina no quiso hablar más, tampoco se le ocurrían otras palabras para definir a Héctor y quedarse a gusto. Además, delante de Adrián se sentía inexplicablemente contenta y, en parte, lograba que su mente se despejara de tantos malos recuerdos.

Sofía se percató de la sonrisa de su amiga sin entender a qué se debía, al menos hasta que vio que los dos se miraban con el mismo gesto. «¿Podrá ser que haya algo entre ellos?», se cuestionó sorprendida. Terminó de beber el café y se retiró a la cocina para meter la taza en el lavaplatos y preparar el desayuno.

Cuando los dos se quedaron solos momentáneamente, él se acercó a Nina, cohibido en parte por estar en casa de su tía. Se sentó a su lado en el sofá, más cerca de lo que pensaba en principio, y le susurró:

—¿Estás bien?

—Ahora sí, gracias a vosotros —respondió mientras le miraba a los ojos.

Adrián sonrió un poco más tranquilo.

—Esta tarde voy a una librería, ¿te apuntas?

Ella lo pensó unos instantes.

—Vale, creo que me vendrá bien. Lo que no sé es...

—Tranquila, mi tía seguro que no pone problemas.

—¿Y si viene también? No sé si estaríamos muy cómodos con ella; es decir, no podríamos hablar con tranquilidad... —replicó ella.

—Tú déjame eso a mí.

Apoyó sus manos en las rodillas de Nina antes de levantarse e ir hacia la cocina, donde estaba Sofía. Cuando salió, minutos después, levantó los brazos para mostrar los pulgares en señal de victoria. Ella no supo qué le había dicho, pero tampoco le preguntaría mientras estuvieran ambos en el mismo techo que Sofía.


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Placer culpable  [#PGP2024]Where stories live. Discover now