𝐃𝐞𝐚𝐝𝐥𝐲 𝐁𝐞𝐚𝐮𝐭𝐲 ┇║ Snape Severus × Male!Oc!Reader

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Corría viento, llovía de forma exagerada, el agua nublaba las ventanas de la oficina del joven Loid, mientras este se resignaba a tomar —con asco— la poción que había preparado para evitar los síntomas de la enfermedad, al menos durante un rato. Se escuchó el suave golpeteo en la puerta, se limitó a pronunciar un suave "Pase", y volver su atención a los papeles que estaban en la mesa, tenía que seguir corrigiendo los apuntes de sus alumnos.

—Escuché que no se encuentra en óptimas condiciones para enseñar, señorito Loid.

Dio un pequeño brinco cuando la voz seria y de ultratumba del profesor de ojos obsidiana —por el cual estaba muriendo, literalmente— se hizo presente en el lugar.

—Son leves problemas de salud, gracias por tu interés, Severus.

Mentira, sabía que detrás de esa visita no había real preocupación por su situación, pero aún así teniendo en claro eso, no sabía exactamente que era lo que el profesor buscaba.

—Claro, leves.

Hizo énfasis en la última palabra, dando a entender que, en cierto punto, estaba informado de su deterioro físico.
También podemos decir que, conociendo al hombre mayor, no estaba enterado de la verdadera razón de su estado deplorable, sabemos bien que si hubiera sabido esto posiblemente lo hubiera mencionado de forma descarada, y de la manera más ácida posible.

—Por primera vez no estoy de muy buen humor para su sarcasmo, profesor. ¿Le importaría aclarar el por qué de su presencia? Si no quiere hablar de algo que sea realmente importante, le pido amablemente que se retire de mi oficina, tengo trabajo que terminar.

Escupió, fue el tono más seco y tosco que había tenido con alguien hasta ahora, ni siquiera los peores alumnos —en cuanto a comportamiento— la habían liado tanto como para ganarse esa forma de contestar por parte del profesor.

Antes de que el mayor pudiera contestarle, el profesor de largos cabellos albinos —que ahora se encontraban atados en una coleta dispareja y despeinada— habló.

—Esta "conversación" no estaría yendo a ningún lado. Y tengo muy poco tiempo como para perderlo en idioteces, tales como alguien que parece haber venido a fastidiar mi trabajo. Si vino porque Minerva le dijo que hablemos de que usted me cubra, mi respuesta es un rotundo no.

Se levantó débilmente de la silla donde estaba, apoyándose en la mesa con una expresión de molestia, el estar desgastado físicamente por esto, y el dolor de cabeza que generaba el brebaje que había ingerido anteriormente, no ayudaban mucho a su mal temperamento cuando estaba cansado.

La cara de perplejidad del hombre mayor, que continuaba parado de forma estática frente al escritorio, viendo al joven perder los estribos levemente por primera vez en muchos años; era un cuadro, uno muy entretenido. En cuanto recuperó su compostura se dirigió de la forma menos sería y fría que pudo al chico de menor edad.

—Venía por las flores... Del otro día.

Se aclaró la garganta para continuar, ante la mirada interrogante y cansada del contrario.

—  Desde... Desde ese día no pareces querer cruzarte conmigo, ¿hay alguna razón en especial?

El mayor lo observó mientras el otro suspiraba y se masajeaba las sienes.

—Nada que le incumba, profesor. Si sucediera algo no es algo que usted pueda resolver. ¿Era eso todo lo que necesitaba?

El hombre cabellos oscuros se trató de tragar su orgullo y pronunció en voz baja.

—Ven a mi despacho, luego de clases, por la noche...

Pensó en lo que iba a decir a continuación.

—Porfavor.

El más bajo pareció pensar en eso un momento, su expresión se relajó un poco mientras asentía, dándole a entender al mayor que había aceptado su invitación. No se necesitaron más palabras, una simple mirada dijo "Adiós" y la otra le respondió de la misma forma, mientras uno se retiraba de allí, ondeando su capa oscura mientras caminaba, y el otro pensaba seriamente en la situación en la que se acababa de meter, tal vez podría mejorar, tal vez podía morir allí, quien sabe.

Suspiró exhausto, y volvió a su trabajo, su mente y corazón esperando ansiosos la noche, uno con miedo, y el otro felizmente emocionado.

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