9: Ensayo sin conclusión

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Los meses continúan pasando sin darnos la más mínima tregua o, al menos, así se han sentido para mí. ¿Ha sido igual contigo? ¿O es la ausencia lo que hace que los sienta más pesados? Una parte de mí no puede dejar de pensar en si acaso también la ausencia te hará los días pesados.

¿Me extrañarás? ¿Alguna vez piensas en mí en medio de un día estresante? Ojalá la respuesta fuese un sí, así quizás no me sentiría tan sola porque podríamos compartir al menos eso.

Antaño también lo compartíamos. Esos tiempos extrañándonos, hablándonos y necesitándonos no parecían calmarse ni con la presencia del otro, pero el peso en nuestros pechos de vez en cuando se aligeraba al saber que no estábamos solos.

¿Acaso eso era amor? ¿Realmente lo crees? Todos dicen que el amor debe ser perfecto. Dicen que llegará y te sacará de balance, que lo sabrás cuando lo veas y que parecerá que todo el universo conspira a tu favor para hacerte saber que has elegido bien... pero, la realidad, es que a nosotros nunca nos ocurrió así.

Nos acercamos por necesidad, nos entendimos por un capricho del destino y compartimos buenos y malos momentos, porque no teníamos a nadie más con quién hacerlo.

Recuerdo las largas noches llenas de carcajadas hasta que la cabeza nos dolía y también, las interminables noches oscuras plagadas de peleas y llantos. Tuvimos muchas de esas y lo superamos. Lo hicimos porque creíamos que eso era normal, que eso era el amor y combatir a cualquier nuevo enemigo nos brindaba esa enfermiza satisfacción de creer que lo nuestro era más especial de lo que otros tenían.

¿Era amor, acaso? ¿Ese amor que dicen en las películas, libros y series? ¿Ese amor irrepetible que no debes dejar partir? ¿Ese amor con el que te amenazan, haciéndote pensar que nunca volverá si te atreves a dejarlo marchar?

Quisiera creer que no era así. Nunca nos volvimos locos por el otro, nunca pensamos primero en el placer y luego en las consecuencias y rara vez tomamos decisiones al calor del momento. Nos queríamos, pero en su mayoría, siempre fue una decisión consciente, una decisión carente de la emoción adolescente propia de la edad y, sin embargo, una parte de mí siente que no volverá a amar a nadie de esa forma.

¿Por qué? ¿Por qué si no eras el amor de mi vida del que tanto hablaba la ficción? No lo sé. No consigo entenderlo a menos de que ese amor ideal no exista. Porque si es así, entonces con certeza volveré a amar. De otra forma, de una forma imperfecta y extraña, del modo en el que puedo hacerlo y entonces, eso significa que tú también lo harás o quizás, ya lo haces y nunca piensas en mí y en el tiempo que compartimos.

Aunque, si es así, realmente me alegro. Mereces ser amado por alguien que te entienda, mereces, como todos los seres humanos, un amor tan perfecto como el de las películas, tan maravilloso y único como el de los libros, tan emocionante y profundo como el de las canciones.

¿Por qué será que deseamos cosas que sabemos imposibles para la gente que alguna vez amamos? ¿Por qué deseamos cosas imposibles incluso para nosotros mismos?

Talvez el día que entendamos lo que es realmente el amor, como para explicarlo en clase de ciencias, seamos capaces de entender también el alcance de nuestros buenos e imposibles anhelos.

Bajo TierraWhere stories live. Discover now