1: El collar de diamantes

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Marzo de 1725

Agarré el catalejo desde proa y di un vistazo a todo al rededor. Lo único que podía apreciarse era tierra firme a lo lejos, probablemente en 2 horas habríamos llegado.

—Capitana, ¿esta segura de querer abordar una ciudad como Bonasella?

La miré sería.

—¿Me estas cuestionando?

Ella negó rápidamente.

—No, no, no es eso. Es que sabemos que esa ciudad nos odia, nos tiene la muerte jurada. Siento que es un suicidio.

Volví a mirar al frente fijando mis ojos en ese puntito diminuto que era la ciudad.

—El collar está ahí, lo último en lo que estoy pensando es en si es difícil su localización, Giselle.

—Esta bien —ella se apartó pero volvió a hablar—. ¿Sabes quién lo tiene?

—Puedo imaginarlo... —la miré—. ¿Tu lo sabes?

—Sí, Winter.

—¿Y bien?

Noté como suspiraba, como si hubiera deseado que este momento no llegara.

—Los Borne. Concretamente, Nicholas Borne.

Mi rostro giró de inmediato. No sabía por qué me sorprendía, lo supe en el momento que Bonasella estaba metida en esa narrativa. Ese despreciable...

Aquella familia me detestaba, como cualquier persona de este país, pero justamente los Borne me arrebataron lo que más quería... Me arrebataron a mi madre.

Cuando era pequeña mamá siempre me hacía prometer que había ciertos límites que no podía sobrepasar, uno de ellos eran los Borne. Era una historia demasiado larga como para rememorarla ahora.

—¿Sigues queriendo ir? —preguntó de nuevo.

—Es el collar de diamantes. Quiera o no, debo ir.

Ella asintió. Lo siento por esto, mamá. Es por una buena razón.

—Prepara a la tripulación, en cuanto lleguemos iremos directos a ese lugar.

—¿Abordaremos la mansión? —preguntó confusa.

—El territorio entero si hace falta.

Noté en su mirada como quería rebatirme, pero también sabía que esa conversación no llegaría a ningún lado.

—Esta bien, voy a preparar a todos.

Giselle se alejó y volví a quedarme a solas con el monóculo y las vistas al mar. Tal vez los Borne fueran poderosos, o tuvieran muchos soldados, pero ellos tenían algo que me pertenecía... Y mis ganas de arrebatárselo era superior a cualquier ejercito de ciudad.

A pesar de ser un dia apagado, el viento soplaba con fuerza. Tuvimos que sujetar bien la vela y prepararnos para la marea revuelta antes de poder llegar. Tras unas horas de movimientos y de armarnos hasta los tobillos, llegamos a tierra.

La tripulación de la Dahlia, mi barco, constaba de 20 personas, entre ellas Giselle, que es mi mano derecha, Ningning, Ryujin, Yeji, Jeno y Jaemin. A ellos eran los únicos que consideraba verdaderamente cercanos, el resto eran mi tripulación, mi gente, las personas que me idolatraban como si de una religión se tratase porque los encontré cuando fue oportuno, cuando lo necesitaban. Aunque no sean tan cercanas como para contarles mi vida, les consideraba mi familia.

—¡Compañeros! —grité.

—¡Sí, capitana! —gritaron ellos de vuelta.

—¡¿Estais listos para recuperar lo que es nuestro?!

Dahlia | winrinaWhere stories live. Discover now