24: Bonus

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1708

Olivia fue hasta la cocina cruzandose con Lois. Estaba muerta de sed después de una clase a caballo con el profesor de equitación.

—Buenas tardes señora Borne —comentó Lois sonriendo—. ¿Le preparo algo?

—Oh, no es necesario Lois. Solo un vaso de agua.

—En seguida —comunicó.

La señora Borne se sentó en una se las sillas de la cocina. Ella no debía estar en ese lugar, la cocina era para miembros inferiores y trabajadores, pero a Olivia no le importaba. Para ella toda esa gente era su familia, aunque Frederick terminara molesto con ella.

—Si desea, suba al salón y se lo llevo en un segundo.

—No es necesario, ya estoy aquí. No os voy a hacer subir —sonrió.

Lois le dio el vaso de agua y Olivia se lo bebió con ansia, fue tanto que Lois rió al verla. Se puso seria al segundo.

—Puede reírse Lois, estaba muerta de sed —bromeó.

La dueña del lugar echó un vistazo y vio que estaba preparando una pequeña tarta de chocolate. En ese momento tragó saliva pues sabía perfectamente para lo que sería. Aunque el resto creyera que no, Olivia nunca olvidaría una fecha como esta.

—Es para Winter, ¿cierto? —comentó Olivia observando el pastel.

Lois la miró sorprendida y asintió.

—Sí, hoy cumple cuatro años. Jahyun me pidió si podía prepararle algo, pero si es una molestia puedo dejar de...

Olivia agarró a Lois de la mano haciéndole frenar sus palabras ante el contacto. Sus ojos se dirigieron a las manos.

—Lois... Sabes perfectamente que no es ninguna molestia.

La mucama asintió y esbozó una sonrisa.

Olivia se quedó unos segundos mirando la tarta que Lois siguió preparando. Estaba cubierta de chocolate y llevaba escrito "feliz cumpleaños Winwin".

En ese momento, sin saber por qué, Olivia quiso llorar. Ella prometió que nunca buscaría a su bebé, desde el momento que cayera en manos de Jahyun ya no sería su niña... Pero cada vez que la veía era como si un puñal se clavara en su corazón.

Lois le dio una pequeña mirada.

—¿Esta bien? —preguntó.

—Debo estarlo, Lois —guiñó un ojo—. Será mejor que me marche. Puedes... ¿Puedes hacerme un favor? —preguntó levantandose.

—Claro, dígame.

—Felicítala de mi parte.

Lois esbozó una sonrisa y asintió. Con el corazón en la boca, Olivia salió de allí deseando darse una ducha y despejar todos sus pensamientos que habían empezado a comérsela por dentro, una vez más.

***

1710

Karina había llegado a casa de los Borne, sus estrictos padres se habían marchado con los padres de Nicholas a una reunión especial. Cosas de adultos, pensaba la pequeña.

Se había pasado una hora jugando con Nicholas y sus caballos de juguete pero a la joven se le había empezado a hacer monótono así que, cuando Nicholas se distrajo, salió de su habitación. La mansión de los Bornes era tan grande que perderse era algo bastante fácil. Karina pasó por delante de varias habitaciones que estaban completamente vacías, incluso de un despacho.

La planta de arriba estaba vacía por completo salvo por la habitación de Nicholas. Hasta que llegó al final del pasillo y vio una puerta bastante peculiar. No era tan elegante, ni tan refinada. Le faltaba brillo y tenia la madera desgastada. A la joven le dio curiosidad asi que se acercó a la manivela y pensó si debería abrirla o no.

Nadie se enteraría... Y quién sabe, tal vez encontraba el cofre del tesoro.

Karina abrió la puerta despacio y vio una pequeña habitación. Tenía una cama y un escritorio, también cajas y ropa sobre ellas. Karina entró y cerró la puerta, esto era muy diferente a todo lo que había conocido antes.

—¿Quién eres? —escuchó un susurro a su derecha.

Karina saltó del susto alejandose y cayendo sentada sobre la cama. La joven se quedó sin habla. Una niña de su misma edad estaba frente a ella, llevaba un vestido rosa y blanco bastante desgastado, el pelo suelto y el rostro cansado. Sus ojos eran preciosos, tanto que Karina se quedó observándolos sin saber qué decir.

—He dicho... Que quién eres... —volvió a decir tímida.

—Lo siento... Vi la habitación y tuve curiosidad...

—No deberías estar aquí o se enfadarán...

Karina carraspeó.

—No tranquila, mi madre no se enfada por estas cosas.

—No hablo de ti. Se enfadarán conmigo —musitó.

¿Con ella? Si ella no había hecho nada.

—¿Contigo? —preguntó confusa.

—Por favor, márchate... —dijo en un susurro.

A la pequeña Karina le subió un cosquilleo por su tripa. ¿Por qué le ocurrió eso? Qué se sensación tan extraña... Pero ella no quería marcharse aún.

—Me llamo Karina, ¿y tú? —dijo la niña sonriendo, extendió su mano a Winter quién la observó confundida.

Lo que Karina no entendió es que Winter no era como los demás niños, ella no sabía saludar, ni tampoco que para ser amable había que proceder a apretar su mano de vuelta.

—¿No puedes decirme tu nombre?

Winter negó con la cabeza con miedo. Karina bajó la mano entendiendo que no iba a cogérsela pero aún así siguió con la sonrisa.

—No pasa nada. ¿Vives aquí dentro?

Winter asintió tímidamente.

—Es muy pequeño para vivir aquí... ¿No te agobias?

Winter se encogió de hombros.

—A veces...

—¡Si quieres podemos ir a jugar! ¡Los señores tienen un jardín muy grande!

—Yo...

—Nicholas seguro que quiere jugar también.

—¡No! —exclamó Winter—. No... No le digas a Nicholas que estuviste aquí... Por favor.

Karina no entendía nada. Era demasiado confuso para ella.

—¿No quieres jugar con el?

—Se enfadarán...

—Pero... —Karina fue hacia la puerta y la pequeña Winter corrió hacia ella agarrándola de la mano.

Karina notó su pulso acelerarse al ver que la niña misteriosa le había agarrado. Lo identificó como miedo, pavor, pero era solo... Un sentimiento demasiado complejo para una niña de 7 años.

—Por favor... Karina.

Winter la llamó por su nombre. Karina asintió y le sonrió.

—Será nuestro secreto.

—Nuestro secreto.

Por primera vez en todo su encuentro, Winter sonrió.

Dahlia | winrinaWhere stories live. Discover now