19: El caballo de juguete

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FLASHBACK

Año 1710

Nicholas corría por toda la casa con su nuevo caballo de juguete. Se había convertido en su principal entretenimiento y sobre todo, lo más preciado para el. El pequeño Nicholas se paseó por el jardín, seguido de la cocina hasta llegar al salón.

Al entrar a la habitación vio que sus padres estaban hablando. Ver a su padre le llenó de ilusión y quiso jugar con él, así que se acercó corriendo.

—¡Papá! Vamos a jugar con mi caballo nuevo.

Su padre le dio un vistazo malhumorado y se giró.

—Ahora no, hijo. Ve a jugar con la hija de la señora Jahyun.

Nicholas se entristeció al mismo tiempo que un enfado creció dentro de él. Siempre que quería jugar con sus padres, siempre le mandaban con la pequeña Winter, y él la detestaba por ello. El odio del pequeño a aquella niña empezó por una pequeña tontería, lo que no sabían es que acabaría desencadenando a peor.

Nicholas refunfuñó y se sentó tras el sofá. Puso al caballo frente a él y le empujó haciéndole caer. Sus padres creían que se había marchado del salón y la discusión empezó a elevarse. Tristemente, Nicho la escuchó.

—¡De ninguna manera! —gritó su padre a su madre.

—Cariño, no tienen casa. Viven aquí desde hace años, ¿qué nos cuesta ayudarles?

—Si Jahyun y su hija viven aquí es porque forma parte de su trabajo, son sirvientas. Bastante es que la dejamos traer a su hija cuando era un bebé. ¡Deja de preocuparte tanto por ello!

—¡Y tú deja de ser un hombre sin sentimientos, Frederick! Entiendo que no quieras preocuparte por Jahyun, pero su hija tiene casi la misma edad que Nicholas, ¡la hemos visto crecer!

—¿Y qué me incumbe a mi eso? Verla crecer no significa que tenga que ejercer de padre que no tuvo.

Nicholas se puso las manos en los oídos para no escuchar más, pero se le hizo inevitable seguir haciéndolo.

—Eso es cruel, y yo no me casé con un hombre cruel.

Frederick Borne suspiró y pasó sus manos por la cabeza. Estaba irritado y molesto.

—¿Qué pretendes que hagamos con todo esto, Olivia?

—Que ayudemos a Winter en su educación. Ella no tiene la culpa de haber nacido en la familia que tiene, ¡es una niña por el amor de Dios!

—¿Y qué quieres? ¿Que vaya a la escuela con Nicholas? ¡Sería el hazmerreír!

—No, pero tal vez que obtenga clases decentes en casa, que aprenda lo básico, a leer y a escribir... Ahora mismo lo único que sabe es gracias a André.

Frederick se sentó en el sofa y Nicholas se tapó la boca con las manos para no emitir sonido.

—¿André?

—Al jardinero, Frederick.

—A veces pienso que te preocupas más por esa niña que por tu propio hijo.

—No digas tonterías.

—No las digo, Olivia. Tú y yo sabemos que siempre quisiste una niña.

Su madre se quedó en silencio, no rechistó. En ese momento Nicholas, un niño de apenas 6 años, sintió como su propia familia le rompía el corazón. El pequeño solo quería jugar con su caballo, solo quería divertirse con sus padres.

Dahlia | winrinaWhere stories live. Discover now