11: Los pasos a seguir

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Winter

Era media noche y nos pusimos rumbo al lugar de Bonasella donde habíamos quedado con Karina. Mentiría si dijera que no estoy nerviosa, pero ya no tenia tan claro si eran nervios por el collar o por ella.

Me daba miedo pensar que ese engendro podría ponerle una mano encima. Me aterraba pensar que alguien podía hacerle daño.

—Ya vamos a por ella, tranquilízate —dijo Ningning apoyandose en la barandilla.

—Estoy bien.

—No lo parece, estas nerviosa —esbozó una sonrisa.

Negué con la cabeza y le di un sorbo al vaso de whiskey.

—Esta bien si te gusta, una capitana también tiene derecho a enamorarse.

Le di una mirada seria.

—No estoy enamorada, y no me gusta Karina. Deja ya el tema.

—Vaaaale vale, como tu mandes —suspiró—. Supongo que entonces te dará igual saber que probablemente hoy sea el último día que la veas.

La miré y ella siguió hablando.

—Porque esta prometida, nos dará el collar y volverá con él. A su hogar.

Le di un largo trago al vaso de whiskey terminándomelo por completo. Cerré los ojos del quemazon del alcohol bajando por mi garganta. Por claro que lo sé Ningning, lo sé muy bien.

—Dónde debe estar.

—Tsé —Ningning resopló negando—, ¿de verdad crees que con Borne va a estar mejor que contigo? ¿Desde cuando te quieres tan poco?

Me giré de golpe hacia ella y la miré seria.

—Mira dónde estamos, Ningning. Vivimos en un barco, medio país nos odia, su vida es opuesta a la nuestra. Quizá odie a Borne con toda mi alma, pero ella se merece mucho más que todo esto.

Me giré para volverme dentro del barco, pero ella habló de nuevo.

—A veces da igual el oro que tengas o dónde te encuentres, lo importante es seas feliz. Me lo enseño una buena amiga.

Esas palabras... Sí, tal vez tienes razón Ningning. Pero Karina... Karina se merece mucho más que yo.

*flashback*

—Es alucinante... La proa es increible, las velas, los camarotes... ¡¿De dónde lo has sacado?! —exclamó Ningning.

—Me lo cedió un antiguo amigo de un desguace, me dijo que si lo sacaba a flote era mío, y aquí está.

—¿Cómo lo has llamado?

Esbocé una sonrisa.

—Dahlia.

—Oh, es bonito. ¿Por algo en particular?

—Era la flor favorita de mi madre. Siempre decía que donde había una Dahlia, había esperanza.

—Me gusta, Winter —me dijo asintiendo—. ¿Cual es tu plan?

—No tengo un plan, solo navegar. Encontrar gente que quiera unirse a esta aventura y navegar. Quizá en algún momento pueda luchar contra las injusticias, quien sabe —me encogí de hombros.

—Dime, ¿tienes sitio para dos personas?

Fruncí el ceño.

—¿Dos personas?

Dahlia | winrinaWhere stories live. Discover now