21 De Setiembre Del 2018

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Pues las dos faltamos y nos pusimos a organizar todo en la habitación qué sobraba de la casa, en lo que la señora Sanko lidiaba con la policía y mis padres en el teléfono.

mis peluches almohadas, colchas, la ropa ya muy gastada qué no sobrevivieron al intento de lavandería qué mi madre tenía, todas desteñidas estaban. Aunque también encontré varias cosas que di por perdidas, más que nada argollas de oro falso y algunos libros que solía leer de pequeña. Hana solo se quedaba dando vueltas de tanto en tanto llevándose las cajas vacías y trayendo las nuevas, una y otra vez hasta que logramos terminar.

-¿no te molesta que sea tan pequeña? -me pregunto Hana-

-mejor que lo que tenía antes la verdad.

Y bueno, nada me quitaba mis techos con goteras, las paredes delgadas y el olor a humedad y moho constante qué invadían la habitación en la que estaba antes. ahora es lo contrario, más pequeña si, pero mucho más cómodo y el escritorio no estaba para nada mal, más que perfecto para tener mi lámpara, mis lápices y otras cosas ahí para cuando ocupaba hacer la tarea.

Pero había algo que me preocupaba, los cuadernos en donde estaban todos mis escritos, no los encontré nunca entre todas las cajas y le pregunté a la señora Sanko al respecto, sin más me dijo que estaban en la mesa de la cocina, los revise y me los lleve para ocultarlos en lo profundo de mi armario y antes de cerrar los conté.

Se suponía eran alrededor de veinticinco cuadernos diferentes qué iba llenando a lo largo del tiempo, sin contar el que deje en casa de mis abuelos. Faltaba uno solo, uno solo de tantos.

Mis secretos, mi dignidad y esfuerzo se habían ido a ese cuaderno y bien o se habría quedado en mi casa, qué en dado caso sería un gran NO ir por él, o se me cayo en lo que me llevaba la caja a la habitación. Desde luego salí a revisar.

Lo primero que veo, a la señora Sanko, de todas las personas revisando aquel cuaderno lleno de mis miserias y vergüenzas pasadas, se lo arrebate sin un solo pensar.

La vergüenza que tenía... Dios no

-realmente no tienes que ocultarlo -dijo la señora Sanko- pero si no quieres enseñarlo estamos bien con eso.

-solo me da un poco de vergüenza -le respondí yo- es la primera vez que alguien ve algo de lo que hice. Y aun no esta terminado.

tras lo que dijo recordó que en algún lugar de la casa había una máquina de escribir y se puso a buscarla, encontrándola sin mucho peso después la ponía sobre la mesa. Soplaba el polvo y yo aun dudosa de que siquiera funcionaba presione una de las teclas y no había nada malo con eso, así que puse una pieza de papel y me puse a escribir sin más.

Escribí sobre el día en que nos conocimos y en poco tiempo y una vez lo tenía, deje que la señora Senko y Hana lo leyeron. Mala cara me dio ella con un par de detalles.

-no paso así -dijo mamá-

-tú me seguiste hasta aquí para devolvérmelo -agrego Hana - ¿realmente se te olvido?

-ya perdón, fueron años de eso ya.

Y empecé de nuevo, una y otra vez rememorando lo que pasó ese día hasta que finalmente estuvimos satisfechas con el resultado.

No fue una mala manera de pasar el primer día la verdad, que entre risa y risa el padre de Hana volvió de su viaje notándose algo confundido por la situación, pero no molesto con que yo me quedara con ellos para mi alivio, aunque él sea un hombre bastante ruidoso, nunca tuvo sus pensamientos en el lugar incorrecto

Días Antes De Mi Muerte. Where stories live. Discover now