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El jardín era inmenso, habían rosaledas en todas las paredes, el verde abundaba en diferentes tonos, destacando así al color rojo de las rosas que estaban acomodadas estratégicamente en cada esquina. Era como si estuvieran encerrados en una cúpula verde, rodeados de tallos crecientes y preciosas flores, simplemente mágico.

La noche azul estrellada, con los astros refulgentes solo añadiendo más atractivo a la escena, la luz blanca de luna iluminando cada espacio, como si fuera un foco gigante brindando un aura angelical. Y es que escenarios así no podías encontrarlos más allá de una entelequia.

Por estar tan ensimismado con el cielo y con las rosas, había pasado por alto otro maravillosos detalle, había una gigantesca fuente ojival hecha de sillar en sus narices, botando agua desde el centro, donde habían dos ángeles tallados envueltos en un mismo manto, la manera en la que las esculturas se veían a los ojos era ciertamente fascinante y abductor, como si tuvieran vida propia.

Escuchó pasos detrás de él y se giró un poco sobresaltado porque pensó que era el único en el lugar.

--Oh amor, eres tú --soltó una risita aliviado --Me asustaste --se volvio a girar para seguir viendo lo bonita que era esa fuente.

Solo eran ellos, ese lugar paradisíaco, el sonido de los grillos y del agua caer.

El hecho de que estuvieran usando ambos terno solo hacía todo mucho más elegante y ostentoso.

--¿No te parece hermoso? --le preguntó él.

--Lo es --asintió con fascinación viendo le cielo.

--Es lo más bonito que he visto después de ti --eso hizo que girara y lo viera con una sonrisa risueña.

Esa sonrisa fue desapareciendo gradualmente.

--¿Que hacemos aquí? --preguntó de pronto, y él lo miro un poco confundido.

--¿Que pasa corazón, no te gusta? --preguntó con las cejas enarcadas con preocupación.

--No, no, no. No es eso amor. Me encanta--tomó sus manos entre las suyas mientras aclaraba --Solo... que no sé que hacemos aquí --admitió avergonzado con una sonrisa penosa.

--Supongo que me descubriste, pequeño --exhaló soltando sus manos.

--¿Como? --preguntó ceñudo. Al parecer se había perdido muchos detalles.

El mayor limpió las manos en su traje un par de veces antes de seguir hablando.

--Han Jisung, ¿sabes que eres lo mejor que me ha pasado en la vida, verdad?

stuck with u © HanknowWhere stories live. Discover now