Capítulo 9: Bienvenida al campamento Moon Night

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"Despierta hija" "Vamos princesa abre los ojos" "¡DESPIERTA!"

Abro los ojos del susto y me muevo desesperadamente ocasionando que caiga de cara al piso, maldigo internamente y me levanto, mi cabeza duele un poco.

Inspecciono con la mirada la habitación en la que estoy, las paredes son de madera, hay muchas ventanas por las cuales entra una gran intensidad de luz, también hay muchas camillas, es una especie de sala de enfermería.

Veo que mis zapatos están a un lado de la cama en la que estaba recostada, me calzo y en el proceso miro mis manos, las marcas anteriores han avanzado hasta mis muñecas.

Escucho a alguien hablar a lo lejos, camino siguiendo las voces, doblo en un pasillo igual de iluminado que en la habitación y veo una especie de oficina, me acerco, las palabras o gritos de regaño de una mujer rebotan por el pasillo, me acerco a la puerta.

—¡¿Cuántas veces les he dicho que no pueden salir del campamento?!— regaña a gritos una mujer.

—Lo sentimos directora Wishes— se disculpa alguien, la señora libera un suspiro pesado.

—Solo...que no vuelva a repetirse, ambos tendrán un castigo por desobedecer las reglas— dice la mujer un poco más tranquila.

—¿Qué tipo de castigo?— le pregunta otra voz.

—Ayudarán en el comedor. Prepararán el desayuno, tendrán sus clases, luego harán el almuerzo y finalmente la cena, luego de eso se irán a sus cabañas. Así será por los próximos tres días, ¿entendido?— dicta la señora.

Al mismo tiempo que alguien suelta un bufido la puerta de la oficina se abre, del interior salen los dos chicos del bosque, el ruloso me ve y me da una pequeña sonrisa, pero el pelinegro hace lo contrario, este me mira furioso, le mantengo el contacto visual hasta que se desaparece por el pasillo.

—Ya puedes pasar querida— giro mi cabeza hacia el interior de la oficina.

Una señora de unos cuarenta pero bastante bien conservada, con falda amarilla y blusa blanca me mira sentada desde un gran escritorio mientras me hace una seña con el dedo.

Ingreso a la oficina a paso lento inspeccionando cada cosa que la decora, desde cuadros viejos hasta libros y unos portaretratos de ella y lo que parece ser un hombre con la cara arrancada; cierro la puerta a mis espaldas y mi pie choca con el cesto de basura, en su interior se hallan las partes que faltan en las fotos, son de un hombre guapo y con barba, parece tener la misma edad de la mujer.

El sonido que emite la mujer al aclararse la garganta hace que la mire y ver que me hace señas para que me siente en la silla frente al escritorio.

Sin más obedezco, ella entrelaza sus manos y las apoya sobre el escritorio, no para de recorrer cada parte de mi cuerpo con la vista, apuesto que descubrió hasta de qué átomo estoy hecha, sin embargo no voy a permitir que me intimide, hago exactamente lo mismo que ella, recorrerla con la mirada.

—¿Es divorciada verdad?— pregunto neutra, ella levanta una ceja.

—¿Por qué quiere saberlo?— inclina un poco su cuerpo hacia adelante.

—Con eso ya respondió mi pregunta—

—Ni siquiera te dije sí o no— levanta otra vez la ceja.

—No necesito una afirmación exacta, con solo verla me di cuenta—

—¿Qué te hace suponer eso?— levanta y junta sus dos dedos índices en su mentón.

—Mmm...tal vez por su mala vibra y amargura. O puede ser porque tiene la marca de la sortija de matrimonio y atrás de usted tiene un montón de fotos a las cuales le arrancó el rostro de la otra persona, también porque cuando entré vi en el cesto de basura las partes que tiró—

DeimonWhere stories live. Discover now