Capítulo 31: Luna Regina.

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Ryan.

Abro los ojos y lo primero que me recibe es la claridad de la luz exterior que entra por la ventana, estiro mi brazo y tanteo el lugar frío a mi lado, giro la cabeza y compruebo que estoy solo en la cama, me siento y observo ese lugar vacío durante un buen rato mientras los recuerdos llegan a mi mente, me sonrojo y sonrío con un tonto, me pongo de pie y tomo ropa limpia de la mochila junto a mi cepillo de dientes, entro al baño y me doy una larga ducha.

Unos minutos después salgo y la veo sentada en la cama junto a una bandeja con dos vasos de café y una bolsa que no sé que es. Le sonrío pero no es correspondido, frunzo el ceño al verla mirarme fijamente para luego agarrarse la cabeza y murmurar algo que no comprendo. Miro mi atuendo por si hay algo que le moleste y entonces capto la marca en mi antebrazo, tengo un pequeño moretón violeta en él. La miro nuevamente.

—Tranquila, de seguro me golpeé en la ducha—

—No es solo eso— se levanta y camina hacia mí, toma mi remera y la levanta— Sino todo eso—

Camino hacia el baño y me miro en el espejo, tengo moretones y marcas de uñas en el abdomen, me quito la remera, el pecho lo tengo igual, me doy vuelta para mirar sobre mi hombro y notar los arañazos, moretones y marcas de dientes, vuelvo al lugar y me miro el cuello, tengo chupetones y una mordida en el lado izquierdo.

—Y yo bien inocente creyendo que solo me estabas besando— suelto una pequeña risa— Cariño, debiste avisarme que tu fetiche favorito es morder, me hubiera preparado mejor— bromeo con la intención de que no se sienta mal, pero no lo consigo.

—No es gracioso— se da media vuelta molesta, me acerco y la jalo de la mano.

—Ey, solo fue una broma, no tienes que ponerte así—

Me mira con seriedad.

—¿Acaso no lo estás viendo? Te lastimé y eso que estuve consciente, imagina que termine perdiendo el control y cuando reaccione ya te habré matado—

—Bueno, solo hay una forma de saberlo— me empuja por el pecho, me rio y la acerco a mí— Es broma pequeña Diabla, no vas a perder el control y no me vas a matar cada vez que estemos juntos— acaricio su mejilla con gentileza y la beso con suavidad.

—Lo siento— habla sobre mis labios.

—No te disculpes, mírale el lado positivo, ¿o acaso no me dirás que me veo sexy con esta mordida?— ella suelta una pequeña risa. Se acerca.

—Muy sexy, casi comible—

Levanto una ceja.

—¿Casi? Eso no dijiste anoche—

—¡Ryan!— oculta su cara en mi pecho, sonrojada. Me rio de su reacción.

—¡¿Qué?! Solo digo la verdad— pellizca mi costilla mientras pide que me calle— Está bien, ya deja de pellizcarme— deja de hacerlo para mirarme con las mejillas rojas— Pero lo más importante de todo esto... es que fuiste tú— ella sonríe, enreda sus brazos en mi cuello y me besa.

Deimon.

—Déjame ver si entendí, ¿dices que cuando bajaste a buscar los chocolates la máquina ya estaba así?— asiento. La recepcionista del motel mira el estado de la máquina expendedora sin poder creerlo.

En realidad no, ayer luego de que Ryan se metiera a bañar, decidí bajar en busca de cosas dulces, al meter el dinero y darle al botón para indicar cual quería la máquina se atoró, empecé a darle pequeños golpecitos en los costados para que el dulce cayera pero no funcionó, luego empecé a sacudir la máquina con violencia hasta que me molesté, tanto que le terminé dando una patada con mucha fuerza, cosa que ocasionó que la máquina se rompiera, prácticamente le dejé un agujero gigante en el medio.

DeimonOnde as histórias ganham vida. Descobre agora