Capítulo 4.

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Razón 4. Fyodor.

Dazai aguantaba sus ganas de cometer doble asesinato; tal vez con eso, perdería todas sus oportunidades de ser un gran abogado y sería encarcelado al menos unos veinticinco años ¿Valía la pena? ¡Oh, por supuesto que sí!

Sobre todo ser el objetivo de burlas y provocaciones por parte de Fyodor.

Su odio hacia esa rata anémica era irracional, que puede jurar que no es normal odiar tanto a alguien. Pero después de llevar dos años conociendo a ese ruso, se dio cuenta de que es posible odiar a una persona con tanta devoción que el asesinato es la principal solución a todo lo que ocurría ahora.

Dos horas antes... Dazai caminaba con una mueca en su rostro, por cierto enano le pidió como favor sacar a pasear a Max —si, el horrible perro que ahora era mascota de Chuuya—. Al principio se negó diciendo que no se haría cargo si de pronto ese perro se les escapa o le pasaba algo. Cabe recalcar que Chuuya fue bastante piadoso con él, ya que solo sus costillas dolían, era un progreso a sus irremediables ataques de ira, ¿no?

Podía agradecer que Max era un perro bastante dócil y tranquilo; se lo agradecería un poco. Incluso Ango se burló de él cuando lo vio con aquel perro, todo aquel que conociera a Osamu, sabía del odio y miedo irracional hacia esas criaturas de cuatro patas.

Y luego de 30 minutos, por fin volvieron al edificio a regresar esa bola de pelos a su dueño. Mientras esperaba el ascensor y miraba los incontables mensajes de Kunikida por faltar ese día a su trabajo —la agencia era el lugar donde hacía su práctica universitaria—. Sintió a alguien a su lado, no le dio mayor importancia a eso, después de todo era un edificio con varios departamentos, podía ser cualquiera.

Y realmente maldijo a su suerte cuando cruzo miradas con esa rata anémica subir junto a él.

—Oh Dazai, tiempo sin verte —dice Fyodor con una sonrisa, que Osamu piensa que es asquerosa.

—Veo que realmente necesito ayuda psiquiátrica, no puedo creer que aún escuche a una rata anémica y rusa hablarme. —Forzó una sonrisa, era tan obvio el desdén entre ambos individuos que no se molestaba en ocultarlo.

Luego de ese «saludo» ninguno realmente quiso decir algo. Esperando llegar al destino que compartían, Dazai sintió su sangre hervir al creer que Chuuya había invitado a Dostoyevsky. Ese día que habían acordado pasar la tarde juntos. Y Chuuya debía admitir que abrir la puerta para ver a su novio y mejor amigo juntos, era algo espeluznante, porque no sabía quién de los dos mataría al otro primero.

—No sabía que vendrías hoy, Fyodor.

Escucho a Chuuya decirle a la rata, mientras le quitaba el arnés al perro. Su mirada se posó en el único ojo bueno del perro y podía decir con certeza que su odio hacia los perros disminuyó considerablemente al ver a esa rata en el departamento. No pudo seguir escuchando la conversación del pelirrojo, por lo que decidió sentarse en una silla a la espera de que esa rata se fuera.

Porque él no se iba a marchar, por supuesto que no, Fyodor es el único que estorba.

—Uhm... Dazai —dudoso Chuuya se acercó a su amigo que miraba su celular, ganando una mirada hastiada y molesta—. Sé que te dije que iríamos al cine si sacabas a Max, pero ¿no te parece mejor ver una película aquí?

Dazai se sintió ofendido por esa petición, había sacado al portador de pulgas por... ¡30 minutos!, y aun así Chuuya le pedía eso; justo cuando ese día era la última fecha de cartelera para ver su dichosa película. Estaba dispuesto a irse, pero la mirada de Fyodor le dio detrás de Chuuya le hizo tragar todo su orgullo y quedarse.

—No te preocupes, no tenía muchas ganas de salir después de todo —dijo con una sutil sonrisa, observando la felicidad de Chuuya.

—Los dejaré escoger. —Dijo, tan pronto se fue a la cocina.

Oh, mala idea.

Osamu estaba intentando ignorar todas aquellas «muestras» de amor de la pareja detrás de él. Nunca antes había sentido tanta repulsión por ver a dos personas actuar cursis, pero Chuuya con Fyodor le causaban ganas de vomitar y al parecer que no era el único que sentía desagrado por el novio de Chuuya; sintió como Max se subía al sillón y gruñía levemente, apoyando el hocico en su pierna mientras lo miraba, enarco una ceja curiosa.

Había encontrado a un fiel aliado en su odio hacia Fyodor... ese perro le estaba cayendo de maravilla.

—No te preocupes Maxilu... esa rata es difícil de matar, pero me encargaré de eso. —Acarició la cabeza del perro que agitaba su cola contento por sus palabras, fingiendo ser un gato, movió su mano como si tuviera garras—. Meow.

Dazai no solía ser alguien celoso, incluso le daba igual quien fuera la pareja de sus amigos o de Chuuya —porque si, Chuuya ha tenido otras parejas antes de esa rata—, pero cuando el pelirrojo le presentó a Fyodor como su novio, sintió su mundo caer. ¡Por qué ese enano tenía tan mal gusto! ¡Primero; los sombreros y los vinos de su familia, eso podía dejarlo pasar, segundo; su personalidad terca, orgullosa e infantil y tercero; su adoración por los perros —aunque Max le caía bien—, y por último; sus novios, en especial Dostoyevsky!

—Las palomitas ya están hechas, toma —Chuuya le entregó un bol lleno de palomitas—. Sé que te gustan las saladas.

Dazai sonrió por ese gesto, mirando de reojo a Fyodor que estaba detrás de Chuuya, su sonrisa se ensanchó.

Aunque esa sonrisa no duró mucho.

Y el peor de los problemas de toda la tarde; Chuuya parecía una garrapata pegada a Fyodor.

Mientras que él estaba en el sillón individual con Max a su lado, tenía que soportar las risas mal disimuladas, palabras cursis como apodos vomitivos. ¡Ahg! Quería lanzarles el bol con palomitas, ya que ni siquiera había comido por tal demostración tan bochornosa y molesta a sus oídos y vista.

¿De qué trataba la película? No lo sabía, ni le interesaba; su mente estaba en otro lado, tanto que ni se dio cuenta en qué momento terminó.

—Estuvo entretenida, ¿qué dices Dazai? ¿Vemos otra? —le pregunto Chuuya, mirando al castaño que, casi automático, sonrió negando levemente.

—Realmente me encantaría, pero como te mencione esta mañana, tengo una cita a las ocho y son seis y media —dijo sin observar al pelirrojo, dejando el bol casi intacto a como se lo entregaron y se puso de pie para buscar sus cosas.

Era cierto, Chuuya sabía que Dazai tenía una cita. Esa era la razón de porque ese idiota estaba en su departamento en primer lugar; el agrio sentimiento volvió a su pecho, torciendo una sonrisa mal fingida y se acercó al castaño que se ponía sus zapatos.

—Que te vaya bien en tu cita, no seas un idiota con ella, por favor. —Pidió casi molesto, lo que lo avergonzó de inmediato cuando Dazai lo miró.

—¿Preocupado por ella? Ni que fuera un monstruo —se ofendió, tocando su pecho con dramatismo.

—... ¡Por supuesto que me preocupo por ella! —dejó escapar un suspiro pesado, masajeando el puente de su nariz—. Tienes la costumbre de ser un idiota con cada persona que tienes una cita, así que... —se interrumpió a sí mismo, desviando la mirada—, no la hagas llorar, ¿quieres?

Dazai abrió sus ojos, estaba perplejo por esa petición. Chuuya parecía distante y hasta molesto con él, su voz sonaba extraña o ¿triste?, pero, ¿Por qué? ¿Era porque se marchaba del día que habían planeado juntos? No tenía derecho a enojarse, él invitó a Fyodor ¿No?

Entonces, ¿Por qué aquellas palabras lo afectaron tanto?

Hizo el ademán de despedirse sin mirar al pelirrojo y se marchó del departamento. Tras llegar a su hogar, se encerró en su habitación, enviando un mensaje a la chica con la que tendría la cita y hundió su cara en la almohada.

«Lo siento Haru-chan, no puedo asistir a nuestra cita, surgió un problema personal, quedemos para la otra» 

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Espero que les guste y disfruten.
Nos acercamos al final ^~^

7 Razones Por Las Cuales Odio A Chuuya. || Soukoku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora