Capítulo 5. i'll be there

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Los días que siguieron fueron un sube y baja de emociones.

Minghao mejoraba demasiado, pero seguía teniendo recaídas que lo dejaban postrado en cama, quejumbroso y un poco berrinchudo, pero nada que Mingyu ni hubiera visto y enfrentado antes. Sabía que debía ser fuerte y firme con Minghao, porque era un experto en persuadir a los demás para que no lo obligaran a comerse lo que el doctor le recetaba.

Mingyu se divertía al ver las caras extrañas que el menor hacia cada vez que el cocinero entraba en su habitación, mientras él comía lo mismo.

Amenazaba con esconder la comida y lanzarla por la ventana del cuarto de baño, y Mingyu le decía que lo iba a acompañar todas las veces que entrara para asegurarse de que no lo hiciera.

Intentaba sobornar al cocinero, pero éste sólo reía y Mingyu lo obliga a comerse hasta la última cuchara.

Fingía que lloraba, pero Mingyu ya estaba acostumbrado a ese juego y se negaba a caer ante él.

Llamaba a los guardias para que se llevaran a Mingyu lejos de allí, pero ellos no entraban a la habitación sabiendo que era probable que Mingyu solo los sacara de allí fácilmente, por lo que preferían no arriesgarse.

Así, no le quedaba más que esperar allí, acostado, siendo cuidado por Mingyu. No que no le gustara tenerlo a su lado en todo momento, atento a él y a cualquier acción que hiciera. Pero odiaba estar enfermo, odiaba ser tan débil, odiaba quedarse en su cama todo el día sin fuerzas para salir al jardín y cuidar de sus flores, o bajar a la sala a seguir trabajando en alguno de sus cuadros.

Se había acostumbrado a aquella vida llena de cuidados y medicamentos, pero eso no significaba que le gustara.

Un par de semanas después, por fin se encontraba mejor, al menos lo suficiente como para que le permitieran subir sus materiales de pintura y dejarlo continuar con sus cuadros

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Un par de semanas después, por fin se encontraba mejor, al menos lo suficiente como para que le permitieran subir sus materiales de pintura y dejarlo continuar con sus cuadros.

Mingyu estaba en un rincón de la habitación, también dibujando (a ambos los había unido precisamente su amor por el dibujo y el arte desde pequeños) y mirándolo cada tanto a través de su máscara. Las cicatrices de sus manos ya casi no se veían, por lo que los guantes habían quedado olvidados  y quería aprovechar la oportunidad de retomar su pasatiempo favorito.

—Tus papás enviaron cartas para ti ayer —le dijo una tarde, deteniendo un momento el carboncillo encima del pergamino amarillento en el que trabajaba.

—También te enviaron un par a ti —respondió Minghao, sin dejar de pintar con delicadeza. Mingyu lo pensó un segundo antes de hablar.

—Querían saber cómo estabas tú... y también cómo estaba yo.

Minghao se detuvo, mirándolo por encima de su cabestrillo. Todo aquel embrollo había empezado por el estado de Mingyu y sus heridas, por lo que el menor estaba nervioso de tocar el tema.

Sin embargo, el mayor aún no se quitaba de la cabeza que el hecho de que Minghao se hubiese enfermado era su culpa por ser tan terco. Por eso, terminó por responder, dejando de dibujar pero sin atreverse a mirar al otro:

Because it's you || gyuhao Where stories live. Discover now