Capítulo 10

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CAROLINA WHITE

No tengo ni idea de cuantos tragos lleva, pero sé perfectamente que esta ebrio. Christian Brown está ebrio y está sentado justo a mi lado diciendo cosas sobre por qué está decepcionado de él. Dice algo sobre una lista que tiene que cumplir y no quiere hacerlo.

Es muy complicado. Liam y Marie se perdieron hace rato en la habitación de Liam. Llevaré a Chris a su casa y mañana le mandare mensaje.

-Chris, ¿Dónde están las llaves de tu auto? - Le dije poniéndome delante de él.

El me miró y de inmediato las mariposas del estómago comenzaron a hacerse presentes. No sé qué es lo que más me gusta de él, su cabello, su mirada o su sonrisa. Metió la mano en su bolsillo trasero derecho y sacó las llaves.

-Ven conmigo.

Se puso de pie como si no hubiera bebido una botella entera de alcohol. Lo guíe hacia el auto y al ver que iba directo al asiento del piloto me puse delante de él y le puse una mano en el pecho impidiendo su paso.

-No, hoy no conducirás tú. Estás súper ebrio y no creo que puedas conducir.

-No estoy tan ebrio, muñeca. Creo que puedo manejar a la perfección- Me guiñó un ojo.

Está muy equivocado si cree que me convencerá con un estúpido, lindo y tierno guiño de ojo. Caminó hacia mí de una forma tan seductora que las piernas me fallaron casi al instante. Choqué con el cofre del auto, ya que estaba retrocediendo cada paso que daba el hacia mí.

-Creo que no me había dado cuenta que eres más hermosa que las otras.

Mi corazón se aceleró cuando me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo. Retiró un mechón de cabello de mi cara y tomó mi mejilla con suavidad. Mi cuerpo estaba inmóvil, tenerlo tan cerca solo alteraba más mi corazón.

- ¿Por qué no me di cuenta antes?

Mi ceño se frunció, estaba por responder cuando sus labios y los míos se unieron formando un beso frenético y precioso. Tuve que ponerme de puntitas para poder estar a la altura de sus labios. Nuestros labios se acoplaron a la perfección, no parece que sea la primera vez que se unen.

Pasé mis brazos alrededor de su cuello y profundizó el beso, Sé que está ebrio, lo sé, pero no puedo evitar corresponderle su beso.

Nos despegamos por falta de aire, lo miré y una sonrisa salió de sus labios que estaban rojos por mi labial.

-Eres mía, muñeca.

No sé si mañana recordara esto, pero disfrutaré el momento. Es lo que siempre he deseado desde que tenía diez y lo vi por primera vez jugando futbol.

-No te vayas. Jamás- Me pidió.

-No tengo razones para irme- Le sonreí.

-Pero las tendrás, créeme. No te vayas, por favor.

- ¿De qué hablas? - Mi ceño se frunció.

Ignoró épicamente mi pregunta y tomó mis mejillas entre sus manos. Me estremecí al sentir lo frías que estaban. Las tomé e intenté calentarlas.

-Estas muy frio, Chris.

-Quiero que me hagas un pinky promise- Su dedo meñique apareció en mi campo de visión- Prométeme que no te irás.

-Pinky promise que no me iré- Dije riendo.

Nuestros dedos meñiques se unieron. Este lado de Chris era tierno y sinceramente, me encanta.

-Podemos irnos.

Caminó hacia el lado del copiloto y se subió, me dirigí al asiento del piloto, subí y sin decir nada más arranqué.

Íbamos a medio camino cuando al fin Chris dijo algo.

-Te ves más hermosa conduciendo, debería dejar que conduzcas mi auto más seguido.

Me reí, definitivamente me encanta Christian ebrio. Sé que no está bien, pero es que es tan lindo. 

-No creo que estando sobrio digas lo mismo.

-Estoy muy sobrio-Asintió con la cabeza y yo negué rápidamente- ¿Por qué piensas que estoy ebrio?

-Bueno, pues digamos que te tomaste una botella y media de alcohol, estás siendo más lindo que de costumbre y además, te vez más alegre que de costumbre.

-No recuerdo haber bebido tanto. Siempre soy lindo, muñeca. Y siempre estoy feliz cuando estoy contigo.

Una sonrisa apareció en mi rostro cuando comenzó a enumerar con los dedos.

Detuve el coche delante de su casa. Él bajó del coche sin problema alguno, sacó la llave de su casa y abrió la puerta. Dejó la puerta abierta y me miró.

- ¿Vas a quedarte a dormir? - Me preguntó.

-Mhm no sé, lo más seguro es que mamá...

-Mi querida suegrita piensa que estas con el idiota de Alex, así que no creo que te espere temprano- Miró el reloj en su muñeca y sonrió- Apenas es la una de la madrugada. Quédate un rato, ¿sí?

Me miró y me dio la mejor de sus sonrisas, él sabía que cuando me miraba así no podía decirle que no. Le mandaré un mensaje a mi madre y le diré que estoy con Alex para que no se preocupe.

-Bien- Alargué la letra E y rodé los ojos. Soltó una sonrisa de orgullo cuando me escucho pronunciar eso.

Caminé hacia él, me tomó de la mano y me metió en su casa. El frio quedó atrás cuando entramos a su casa.

Me había prometido a mí misma no volver a pisar esta casa. Bueno, ese día me estaba intentado convencer de que Christian no me gustaba. Ahora estoy más que segura que me gusta demasiado.

Me guío hasta su habitación, al entrar él se tiró a la cama inmediatamente y yo solo imité su acción recostándome en su pecho.

-Pareces algo incómoda.

Estaba por responder cuando se levantó y se metió en su closet. Salió del closet con la camiseta de New York que tanto me había gustado. Me la extendió y yo negué con la cabeza.

-Tómala, me gusta cómo te ves con ella.

Me la volvió a extender y esta vez la tomé. Me metí a su baño para cambiarme. Al salir, una sonrisa apareció en los labios de Chris.

-Mi ropa te queda mejor a ti que a mí. 

Reí y me acerqué a su cama para acostarme. Él se acostó en mi pecho y me abrazó por la cintura.

- ¿Puedes hacerme cariñitos en los rulitos? - Me dijo cerrando los ojos.

No respondí y comencé a marcar sus rulitos entre mis dedos. Esto es muy relajante y es lo que siempre había soñado.

Él mi crush, yo su apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora