Epílogo

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CAROLINA WHITE

TRES AÑOS DESPUÉS

Jamás pensé que nuestro reencuentro sería así. Él dentro de un ataúd, rodeado de personas que lo apreciaban y lo querían, y yo, llorando por su partida.

Hoy por la mañana, Johana me llamó por teléfono para informarme que Chris estaba en el hospital. El corazón se me detuvo en cuanto me enteré.

Sentí como mi mundo se desmoronaba. Mis piernas empezaron a fallar casi al instante, la vista se me nubló y no podía respirar con naturalidad.

De inmediato me dirigí al hospital en el que me dijeron que estaba. No nos dejaban verlo. Estaban intentando sacar las balas que se quedaron incrustadas en su cuerpo.

Chris estuvo presente en un tiroteo mientras festejaba con su equipo de fútbol. Fue el único que recibió impactos de bala. Uno en el hombro y otro en la pierna.

Estuvimos horas en la sala de espera. Hasta que por la tarde, el médico salió.

-Familiares del joven Brown- Johana y yo nos levantamos de inmediato- Christian perdió mucha sangre, lamentablemente, no pudimos hacer nada por él.

Johana me abrazó con fuerza y comenzó a llorar a mares sobre mi hombro. Fue muy doloroso saber que jamás volvería a verlo, que la promesa que me hizo ya no podría cumplirse.

Comenzamos a hacer su funeral como a él le gustaría. Acompañe a Johana en todo el proceso y la ayudé a hacer todo lo necesario.

Antes de ir a la funeraria, pasé por la casa de Chris para llevar unas cosas que necesitaba que estuvieran ahí. Su madre me llevo a su habitación, en cuanto entre, la caja que le había dado en el instituto apareció en mi campo de visión.

Johana se acercó y de ahí sacó su playera de fútbol. Me la extendió con una sonrisa de lo más forzada.

-Él hubiera querido que la llevaras puesta. Cuidaba esa caja más que su balón autografiado por Messi. Fuiste muy importante para él, Caro- Las lágrimas caían por sus mejillas y la voz se le cortaba en cada palabra que decía.

Tomé la playera entre mis manos y asentí con la cabeza. Me dirigí al baño y me la puse. Aunque ya no tenía mucho contacto con Chris, siempre lo recordé y cada día que me ponía de pie me preguntaba que estaba haciendo. Cuando llegamos a la funeraria, Marie, Liam y Alex, ya estaban ahí. Alex ahora es mi prometido, por eso mismo quería que estuviera aquí, tenía que estar al lado de alguien que me consolara.

Ahora estoy delante del ataúd que contiene su cuerpo sin vida. No había llorado, hasta que lo vi dentro de esa caja tenebrosa color café.

Siempre pensé que el destino lo pondría en mi camino, que él era mi chico y que regresaría en el mejor momento de mi vida. Ahora esos son solo sueños.

-Chris- susurré sobre el cristal- Despierta, por favor- pedí mientras acariciaba el cristal como si fuera su rostro.

Su rostro estaba pálido y muy cambiando, sus rizos estaban caídos y sus hermosos ojos descansando. Me cuesta creer que jamás volveré a ver ese brillo en sus ojos.

Su madre me tomó por los hombros y me separó del ataúd. Di un beso a la parte del cristal en donde se encontraban sus labios.

-Te amo, rulitos.

Hace años, había pronunciado esas dos palabras y cinco letras, siguen teniendo el mismo significando, la diferencia, es que ahora no recibiré un "También te amo, muñeca"

Necesitaba oír ese apodo salir por última vez de su boca.

Con las lágrimas sobre mis mejillas, me separé de su cuerpo. Era hora de dar el discurso que su madre me había pedido.

-Christian Brown- La voz se me cortó al pronunciar su nombre- El chico que sanó y después rompió mi corazón. Me enamoré de él cuando tenía diez años, viví mi romance adolescente con él y puedo decirles, que era una chico maravilloso. Un buen futbolista, un buen amigo, un buen hijo y un fabuloso novio. Cuando nos separamos, él me prometió que me volvería a buscar y que me conquistaría de nuevo. No puedo creer que esa promesa no podrá ser cumplida. Siempre lo amaré y siempre será un amor difícil de olvidar.

Me acerqué de nuevo al ataúd y lo volví a mirar. Él no podía ser mi Chris, no podía ser mi rulitos. Quizá esto sea una pesadilla.

Así lo pensé todo el tiempo que estuve en la funeraria, hasta que al día siguiente, fuimos al cementerio y lo sepultamos. Tuve que obligarme a poner los pies en la tierra y aceptar la realidad.

Christian ya no estaba conmigo, ya no volvería a conquistarme y jamás volveré a ver su sonrisa coqueta. Ahora si, era un adiós definitivo.

Me quedé de pie delante de su tumba por una hora. Mis ojos no podían controlarse, y a cada recuerdo que tenía de él las lágrimas no podrían evitar correr por mis mejillas.

Antes de irme, dejé una rosa sobre su tumba y sonreí con tristeza.

-Adiós, Chris- Me levanté y caminé al lado contrario de la tumba.

Puse punto final a nuestra historia e intente superar su partida con los días, los meses e inclusos los años, pero los recuerdos de él siempre estaban presentes.

Cada mañana, me levantaba y leía la carta que me dio la última vez que salimos. Sé que en algún momento superaré su muerte, solo necesito tiempo para procesarlo. Necesito tiempo para aprender a vivir sabiendo que él ya no anda por ahí pateando balones y disfrutando de la vida.

Christian ya no está conmigo en este mundo, pero quizá en el otro nos encontremos y pueda cumplir su promesa.

Él mi crush, yo su apuestaWhere stories live. Discover now