Otro nombre

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Namjoon

—¿Estas escuchando algo de lo que te dije?

Mire a Yoongi. La vena de su frente parecía que se saldría, baje el libro, para quitarme los lentes después.

—Esto es interesante, el primer trimestre de embarazo en un doncel lo hace muy hormonal, eso incluye su aumento de libido.

—El chico muy apenas sale de su habitación, ¿esperas que tenga sexo contigo?

—Solo han pasado dos días desde que se mudo conmigo, se que le atraigo, pero es muy necio.

—Pon atención en lo que te digo, después piensas en el doncel, tienes que firmar dos contratos nuevos, pero no has escuchado mía especificaciones.

—¿Cuántos años tienes trabajando para mí albino mal parido?

—Más de diecisiete años.

—Entonces puedes intuir que confío en ti, tu y mi padre estaban insistiendo en esta mierda del bebé además de quien fuiste tu que puso la puta  foto —tome el libro y continúe mi lectura —estoy tomando mi licencia por paternidad, déjame tranquilo.

Yoongi no podía llevarme la contraria con lo que le acaba de decir. Debo aceptar que mi humor a cambiado bastante ya que suelo estar serio e irritable por algo los empleados y la mayoría de las personas que se me acercan me temen. Sin decir que mi altura y cuerpo intimida bastante.

Bueno no a todos.

Cuando llegaba a la casa, el se iba a su habitación inmediatamente, lo he escuchado llorar en estos días, pero no me deja acercarme. Tampoco es que desee presionarlo, pero mi paciencia ya está tocando un límite.

Esta vez cuando llegue lo detuve antes de que entrara en su habitación.

—Cena conmigo.

—Ya cene.

—Jimin acompáñame.

Suspiro y asintió. Aunque no había cenado conmigo estos días, siempre dejaba algo para que yo llegara y cenara. Exactamente mi porción.

Tengo empleados que cocinan para mi, pero él pidió hacerlo, porque no quiere sentirse como una carga, al menos eso le dijo a la ama de llaves principal. Me fui a lavar las manos y quitarme el saco, cuando fui a la mesa, ya estaba mi plato acomodado, el estaba al otro lado sentado con una pierna sobre la silla y la otra colgando, tenia una taza de te y galletas de jengibre con miel a un lado. Desde que se que le calman las nauseas, las tengo en casa.

Tenia también la cámara conectada a su computadora, al parecer estaba trabajando en algo. Comencé a cenar en silencio, el seguía moviendo el mouse de una lado al otro y fruncia el ceño. Su teléfono empezó a sonar en su bolsillo pero lo ignoro, este insistía, lo único que hizo fue colgar y dejarlo en la mesa.

—¿Te puedo pide opinión de algo? —Casi me ahogo con el agua cuando me hablo, asentí limpiando mis labios con una servilleta —note que por la casa tienes muchos cuadros muy lindos, muchas son piezas fotográficas que yo habia visto antes, incluso reconozco a los autores — tomo una galleta y la mordió —mostrare algunas fotografías a un amigo de una clienta y quisiera saber tu opinión.

—Con gusto —me levante para caminar hasta su lugar.

—Estas de aquí son las que habia pensado —me acerque para que la luz me dejara ver mejor, su cabello huele delicioso —es que los tonos no me convencen, quería dejarlos con un tono cálido, algo sepia, pero también me gusta la foto original.

—Pienso que podrías dejarlo en un tono cálido, la sensación de melancolía que da me gusta, representa algo mas intenso cuando los colores están en una sola gama.

Se giro a verme su rostro estaba tan cerca del mío, podía sentir casi sus labios.

—Si sabes de esto —trago saliva, la vena de su cuello palpitaba notoriamente —las fotos que tienes, es lo que me ha mantenido quieto aquí, son hermosas.

—Tengo buenos gustos.

Su celular empezó a sonar de nuevo miro y su ceño se volvió a fruncir, lo tomé mirando el remitente, el intento quitármelo pero no es muy rápido.

—Minnie, ¿Dónde estas? estoy preocupado.

—Escúchame bien pedazo de basura, no vuelvas a llamar a Jimin, te mataré si te vuelvo a ver cercas de él.

Arroje su teléfono rompiéndolo en pedazos, Jimin miro con la boca abierta los trozos del aparato.

—¿Estas loco? ¡Rompiste mi teléfono! —me golpeó el pecho —¡maldito neandertal!

Detuve sus manos, estaba temblando pero sabia que no era de miedo, sus ojos estaban cristalizados, es claro que luchaba con contestarle a ese imbécil. Quería calmarlo y no se me ocurrió otra cosa que besarlo.

Se resistió los primeros segundos, volviéndome a empujar, pero entre más empujaba iba perdiendo fuerza, yo lo  sostenía por la nuca, mis labios empezaron a moverse con mayor facilidad sobre los suyos. Abrió los labios y correspondió.

En ese momento me fui de pique.

Metí mi lengua encontrando la suya que dio pelea hasta que me dejó dominarla, sus manos estaban aún sobre mi pecho tratando de no moverse.

—Jimin —su rostro algo aturdido es adorable —te voy a tocar.

Regrese a sus labios, pero metí mis manos en su suéter, su piel es tan tersa, se erizo en cuando mis dedos delinearon su abdomen.

—Espera —me separo —no, no esta bien.

—Tienes razón, debemos estar en igualdad de condiciones.

Arranque los botones de mi camisa y me la quite, como dije no tengo mucha paciencia así que el ir despacio ya no es una opción. Tome sus manos  para pasarla por mis pectorales, sus mejillas se tornaron rojas.

—Jimin, tócame, usa ese enojo que sientes hacia mi y déjame convertirlo en placer.

Esta vez el me beso, quite su suéter para apreciar su delgada figura, su vientre aún no se abultada del todo pero ya empezaba a quitarse lo plano, simplemente hermoso.

Hice aún lado lo que me estorbaba en la mesa y lo subí, fui besando su cuello hasta llegar al elástico del pantalón que usaba, lo terminé desnudar viendo como su erección me reclamaba.

—A partir de este momento, no conocerás otro nombre, aprenderás a gemir el mío, mientras yo adoro tu cuerpo…








Lo dejo aquí porque soy una maldita muajajaja.
*corre por su vida*

El heredero (Nammin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora