Memorias de un lugar asesinado

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En la memoria caemos, en la memoria nos hundimos, por la memoria transitamos y allí fuimos. Cuando los caminos se elevaron y bifurcaron en miles más, el cuervo Lither tuvo que tomar una decisión, para eso escuchó al viento quien le insinuó algo así: “Este es el sendero, no aquel, ni ese otro. Por esta vía han de caminar”. Pocas veces Lither tuvo tanta certeza de algo, y es que Dhoust tiene infinitas maneras de ser alcanzado, ya por tierra, ya por invocaciones, y las pocas veces que el cuervo tuvo que ir a ese lugar abandonado, el viento fue su consejero, igual que cuando bailó delante del pesquero Ghazar para llamar a los senderos transitables.

Todos los cuervos aprendían, desde infantes, a escuchar al viento y notar sus insinuaciones, así también se volvían diestros en el arte de llamar caminos, por eso bailaban con las brisas, se entendían con el polvo, se mecían de un lado a otro para llegar a cualquier parte, por lejana que fuese. Sin embargo, existían países imposibles, como Yovenir, las islas del cielo, cuyos pasajes cerró incluso el viento, y las naciones activas estaban armadas de magia protectora con tal de evitar invasiones espontáneas. Dhoust tuvo esa magia y la perdió en el momento en que la serpiente boreal devoró a la última alma. Desde ese instante las voces corrieron contagiándose de supersticiones y banas mentiras, contando que Dhoust pasó a ser un territorio encantado, que se trataba de una ciudad plagada de fuegos fatuos, que quien entrase ahí no saldría más. En lo último hay algo de cierto, porque infinitas maneras habrá de llegar a Dhoust, pero unos pocos caminos retornaban al cotidiano, más bien siempre estuvo lleno de trampas y estas remanecieron más allá de la magia. Porque no es magia, se trata, como todos saben, de los hilos que conforman al universo. Cada camino corresponde a una hebra, pocos saben leerlas, por ese motivo llegar a Dhoust vía terrestre era lo más sensato, pero ni Lither ni Ghazar tenían tiempo que perder, entonces el viento les insinuó un camino jamás transitado: el recuerdo de un gran reino. Y los dos cuervos que acompañaban al guardia de las cicatrices vieron que el hombre les dio la señal y echaron a volar tras ellos minutos después de que partieron.

Iban planeando más que volando, sabían que los aleteos le avisan al viento de su presencia. Qué difícil tarea era no agitar las alas, entonces, como buenos espías, esperaban que los golpease un fuerte ventarrón para aprovecharlo, volar muy alto y caer lentamente con las alas expandidas. De todas formas, Lither los escuchó e hizo el baile de invocación de caminos a segundos de ser alcanzados por los otros dos cuervos. Ellos se transformaron, bajaron a tierra y bailaron. Cuando vieron el sinfín de vías que podían tomar se hallaron en una encrucijada. El viento sopló, diciendo algo así: “Por cualquier camino llegarán a su destino”. Y cualquier camino tomaron.

Frente a los ojos de Lither y Ghazar se abrió un panorama extrañísimo. La cortina de humo se disipó dejando ver al Fhoghst y tras ella nacieron gritos de celebración. Avanzaron en silencio, con todos los sentidos en alerta. Desde el cielo cayó una flor púrpura, le siguió una lluvia de montones más.

—¿Esto es Dhoust? — preguntó Ghazar y acarició a su caballo para calmarlo.

—Me temo que sí, pero no es el Dhoust que visité.

—¡Querías que viniera a esta tierra encantada!

—No, Ghazar, esto no es un embrujo. No sé de qué se trata, pero se siente real.

Ghazar le indicó al caballo que caminara con más lentitud, a ver si entendía el panorama. Las flores llovían tanto que comenzaban a llenar el camino amurallado de piedras, las voces no tenían cuerpos lo que no impedía que unos pañuelos del mismo color que ellas se agitaran entre ese caos invisible. El camino al Fhoghst no era muy largo, aunque Ghazar no tenía intenciones de acelerar el paso. Luego recordó el nombramiento de Lafred en San Marino.

—Parece una ceremonia— le dijo a Lither.

—Sí, parece una.

—No cualquier ceremonia, es un nombramiento.

Ópalos de fuegoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz