🗣HISTORIAS POR CONTAR🗣

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Holiiiiii. Este "capítulo" se va a basar en Luke. Aquí puede que hayan cosas que no salen en los otros capítulos narrados por Emma. He intentado hacer lo mejor posible para que entendáis la historia porque la necesitaréis para otros capítulos (creo). Por cierto, voy a empezar a escribir partes narradas por Emma y otras por Luke. Ahora sí, os dejo leer en paz.

Luke.

A ver, ¿como empiezo?

Hola, me llamo Luke y llevo toda la vida enamorado de Emma.

Sí, toda mi maldita existencia desde que tengo conciencia la he amado.

Todo empezó en la guardería. En cuarto de infantil, para ser exactos. Yo era nuevo en ese colegio llamado Eleivor Mert. El primer día llegué y la vi. Estaba jugando con plastilina en una mesa con una chica, la que ahora es su mejor amiga, Elisa. Yo, a la edad de cuatro años, sentí como las mariposas de adueñaban de mi tripa. No sabía que era en esos momentos porque mi mente no estaba tan capacitada para saber que...bueno, que estaba enamorado. Pensé que era el zumo de manzana que me había tomado de merienda. Un niño se me acercó y me saludó. Una profesora me dio la mano amablemente y me llevó a otra clase, donde no estaba Emma.Fue ese día cuando conocí a mi primer amigo, ahora mejor amigo, Jack. La clase de Emma era 3ro de infantil A, y la mía 4to de infantil A.

En primero, me di cuenta de que era esa sensación cada vez que la miraba o pasaba cerca de mí. Era amor. Amor puro y duro. Jack me molestaba con ello, pero lo ignoraba. A veces llegaba a casa y me ponía a escribir— con mi mala letra de siete años—lo que me hacía sentir. Lo que había hecho. Cuando en las fotos de grupo de el colegio salía cerca o al lado de ella. Cuando la veía ir a gimnasia rítmica con su madre. Cuando la veía por la calle, pero no se daba cuenta de que estaba ahí. Lo escribía todo, y a día de hoy lo sigo haciendo.

En tercero, mi madre se dio cuenta de que actuaba raro. Es decir: me encerraba en mi habitación, ponía música en inglés romántica-para que mi madre no la entendiera-y me pasaba allí todo el día. Una vez me preguntó si podíamos hablar. Le dije que sí. Ella me soltó de sopetón que sabía que me gustaba una chica, pero no sabía quién era. Mi madre y yo nos contamos todo, así que le dije que la "afortunada" era Emma. Mi madre y Jack me animaban siempre a hablar con ella, pero mi yo de nueve años era muy muy tímido. Una vez me aconsejó mi amigo que le escribiera una carta y se la entregara. Hice lo primero, solo lo primero. Repito: era muy tímido y no me veía capaz ni de intercambiar una palabra con ella. Me ponía de los nervios, en el buen sentido.

En sexto, descubrí en clases de educación física que no se me daba nada mal el volley. Y me gustó. Le pedí a mis padres que me apuntaran al equipo del polideportivo para probar el deporte, y ellos aceptaron encantados. Fue un lunes, en mi primera clase, cuando me di cuenta de que la chica que me gustaba no solo hacía gimnasia rítmica y era buenísima en ello, si no que también hacía volleyball.

¿Que más podíamos pedir?

Gracias a ello, hablábamos más. Me preguntaba como estaba, que tal me iba en el colegio—a pesar de que íbamos al mismo—y poco más. Cada vez que se dirigía a mi en cualquier sentido, mi corazón daba mortales hacia atrás rápidamente. Oh, y Mario, no nos olvidemos del entrenador. Le debo la vida a ese señor. Creo que supo desde el primer momento que estaba colado por Emma, por eso, cuando tocaban partidos uno contra uno, siempre me ponía con ella.

Gracias a las clases de volley también conocí a Matt, Jeremy, Annie y Kyra. Ellos fueron mis primeros amigos. Al día siguiente me di cuenta de que todos íbamos al mismo colegio, pero a distintas clases. Y es que no lo he dicho, así que lo digo ahora: nuestro colegio parece una mansión. Tiene, por curso, cinco letras con treinta niños cada una. Imaginaos cuantos niños tiene que haber contando desde infantil hasta bachillerato.

Miradas CruzadasWhere stories live. Discover now