Capítulo 17

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Mis pies dejan de tocar el suelo

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Mis pies dejan de tocar el suelo. Mi cuello duele por la fuerza con que me lo está apretando. No recordaba cómo se sentía que él hiciera esto. No recordaba lo fuerte que es.

—Porque te necesito —murmuro jadeando.

Me libera la mano, solo para darme un puñetazo en el abdomen que me deja sin aire.

—Respuesta equivocada —Me aprieta más fuerte.

Siento como si mi cuello se quisiera romper, mis ojos se humedecen y mi visión se vuelve borrosa.

—Puedo... ayudarte a... encontrar a los grandes jefes —Logro decir ya casi perdiendo el conocimiento.

Me libera por completo dejando que mi cuerpo caiga al piso sin fuerzas. Trato de respirar para recuperar el aliento. Toso sin control mientras él se queda mirándome. Que irónico que entrené por un largo tiempo para poder defenderme y ahora no puedo hacerlo.

—¿Cómo? ¿Cómo puedes tu ayudarme?

Sintiendo un ardor en la garganta y en el abdomen, levanto la vista.

—Hace unos meses hice algo que no debía... me metí con gente peligrosa y ahora les debo favores —intento ponerme de pie, pero siento que las piernas me tiemblan.

Ya de pie me sostengo de la pared y él solo se me queda mirando sin mostrar expresiones faciales.

—¿Qué tipo de favores? —dice dándose la vuelta y analizando todo lo que hay en el cuarto. Solo espero que no se le ocurra hacerme algo.

—Tengo que encontrar la manera de ingresar armas a Corea vía marítima —Lo veo asentir mientras recoge el hierro que usé para quemarle la espalda. Este estaba en la mesa y se cayó tras la pelea con él.

—¿Y yo que tengo que ver con eso?

—Sé que eres quien maneja las rutas para la entrega de drogas ilícitas.

Vante me mira por encima de su hombro y levanta una ceja. Quizás decidiendo si negarlo o no. Él deja a un lado el hierro y se pone de pie. Se gira hacia mí y se cruza de manos.

—Por qué querría yo ayudarte después de esto —Se señala el cuerpo.

—Ya te lo dije, si me ayudas a hacer el ingreso por un periodo de tiempo yo te ayudaré a encontrar la ubicación de esos tipos.

—No suenas muy convencida.

—Es la verdad.

—¿Qué pasa si no lo logras?

—Me van a matar —Me acerco a su cuerpo sujetando mi abdomen porque aún me duele—. Por eso te dije que te necesito.

Esto último lo hace sonreír.

—¿Cómo tienes información de ellos?

—He estado con Yohan durante estos tres años y he escuchado cosas.

El Verdadero Rostro Del Mal [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora