𝟏𝟏.

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Las semanas después de la cita fueron unas de las semanas más lindas para ambos. Debido a que no había carrera, pudieron pasar más tiempo juntos y conocerse mejor. Todo parecía ir a la perfección, hasta que el cumpleaños de Camila llegó.

La argentina había decidido invitar a varios pilotos a un bar de Mónaco, lo cual debería haber sido mala señal desde el principio: el alcohol y corredores de fórmula 1 no se mezclan. Durante las primeras horas de la noche, Gaia y Charles fueron inseparables. Eran los únicos que habían decidido ignorar los vasos con sustancias dudosas, manteniéndose completamente sobrios. En medio de la conversación, el monegasco vió a su mejor amigo salir del bar. Solo le bastó verlo por unos segundos para saber que algo malo había pasado.

—Ga, ¿porque no vas a buscar a Cami? Creo que pasó algo con ella y Pierre... cualquier cosa llamame, ¿si?

La pelirroja asintió, para luego besar la mejilla del piloto y dirigirse en búsqueda de su mejor amiga. Por su lado, Charles salió del edificio. Por suerte, Pierre seguía dando vueltas en la puerta del mismo.

—¿Cuánto tomaste, Pierre? No quiero tener que arrastrarte hasta tu departamento... otra vez.

—No tomé tanto, pero ahora que lo pienso tendría que haber sido mucho más. Al menos, si estuviera ebrio, no hubiese registrado a Verstappen besando a Camila.

—¡¿Max hizo qué?!

—Lo que escuchaste, Charles. Lo voy a matar.

—Para, recapacita cinco segundos. Sale muy caro matar a Max, seremos millonarios pero no idiotas.

—Si él tiene problemitas porque su chica no lo registra, que no se meta con la mía.

—Camila no es tu chica. Al menos, por lo que sé, no tienen un título. Es más, ni la besaste todavía. Max es más rápido hasta afuera de la pista.

—Charles, callate o le digo a Max que Gaia está soltera.

—Está bien, no digo más nada.

Charles levantó las manos con una sonrisa traviesa en sus labios. En ese momento, vio a Camila salir del edificio. Por la forma en la que caminaba, parecía bastante alcoholizada.

—¡Charlie! Gaia te estaba buscando para decirte que ya me encontró... —la castaña se dio vuelta, como si esperara que su mejor amiga esté detrás suyo. —Ups, creo que se quedó hablando con Max...

Automáticamente, todo color desapareció del rostro del monegasco. A su lado, escuchó como el francés soltaba una risa.

—Supongo que no tengo que ir a decirle nada a Max entonces, se las ingenió él solito... si necesitas esconder el cadáver avisa, amigo.

Charles no se quedó a escuchar el resto de la conversación, completamente decidido a alejar al neerlandés de su... ¿chica? Después de buscar un rato en el bar, los encontró en la barra de los tragos. Gaia estaba apoyada contra esta, mientras que Max estaba parado delante suyo. Cerca. Demasiado cerca.

—¿Con una no te bastó, Emilian?

El neerlandés se dio vuelta, sus ojos parecían estar desenfocados y sus mejillas estaban más rojas de lo normal.

—¿De qué hablas, Leclerc?

—¿Charles? ¿Está todo bien?

—No estoy hablando contigo, Gaia. —la vista del monegasco nunca se apartó del rubio. —Así que, como papi y tu ex no te dan atención, ¿ahora te dedicas a robar novias? Es algo bajo hasta para ti, Max. Si no fueses dos veces campeón del mundo, te diría que me das lastima. Pero, es preferible ser solitario y tener dos campeonatos a tener a alguien que realmente te quiera, ¿no?

after hours | charles leclercKde žijí příběhy. Začni objevovat