Cuando Akaza calculó mal cuánto tiempo le quedaba antes de que saliera el sol durante su pelea con el Pilar de la Llama, se vio obligado a retirarse antes de que pudiera convertirlo en un demonio, o matarlo. Kyojuro quedó gravemente herido y el cami...
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Kyojuro caminaba hacia el campo de entrenamiento para encontrarse con Akaza, recién regresado de una tarde de peleas con los otros Pilares, cuando sucedió.
La explosión sacudió toda la propiedad de los Ubuyashiki, como un infierno en el cielo nocturno, el sonido resonó como el rugido de un animal salvaje.
Ni siquiera lo pensó—saltó hacia la parte principal de la finca, hacia los edificios donde vivía la familia Ubuyashiki, con la sangre helada y el miedo y la preocupación arremolinándose en su interior. Titubeó al acercarse. Ya no había ninguna casa en pie, solo restos de madera y cenizas y en medio de todo, gente.
Tamayo estaba hundida hasta el codo en el estómago de otra persona, un hombre que nunca había visto antes—
Y podría ser—
¿Podría ser..?
Himejima apareció de la nada y derribó al hombre con un poderoso ataque, rompiéndole la cabeza de un solo golpe. Comenzó a regenerarse de inmediato, Kyojuro inhaló profundamente y se lanzó a la acción. Cortó el brazo de Tamayo y la liberó de Kibutsuji—¡Kibutsuji!—antes de agarrarla con su mano libre y saltar para poner distancia con el Rey Demonio. Los ojos de Tamayo se abrieron con sorpresa.
"¡Rengoku! ¡Detrás de ti!"
Se giró a tiempo para ver las cadenas de espinas que se dirigían directamente hacia ellos, pero antes de que el ataque hiciera contacto, Akaza apareció frente a él y cambió su rumbo con un puñetazo. Las púas se incrustan profundamente en el suelo.
Hubo un momento de silencio cuando el ataque fracasó y todos se quedaron congelados. Kibutsuji estaba mirando a la Luna Superior como si estuviera viendo un fantasma.
"...¿Akaza?"
Extendió un brazo hacia él y Akaza dio unos pasos inseguros hacia atrás. Kyojuro pudo verlo temblar. Tenía la necesidad de empujarlo a sus espaldas para protegerlo de su antiguo maestro—pero Akaza había hecho su elección y sabía que se mantendría firme. Agarró su muñeca en apoyo silencioso en su lugar, los ojos de Kibutsuji se fijaron en el gesto antes de que se movieran hasta su cara. El reconocimiento se abrió camino a través de los iris rosados y se estrecharon, con una expresión malévola.
"El Pilar de la Llama," siseó. "¿Qué es lo que has hecho?"
Era diferente, estar clavado bajo su mirada. Diferente a cualquier otro demonio con el que se haya encontrado, diferente a Akaza. Este era el Rey Demonio, el ser mítico que los cazadores de demonios habían estado persiguiendo durante siglos. Todo en él gritaba poder, su aura era pesada y opresiva, del tipo que esperaba sumisión y servilismo.
Antes de que pudiera reaccionar, todos y cada uno de los Pilares salieron repentinamente del bosque que los rodeaba a toda velocidad. Sus rostros mostraban preocupación, sus ojos estaban muy abiertos por la incredulidad mientras contemplaban la triste vista de lo que anteriormente era la casa de los Ubuyashiki.
