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Este es el capítulo 2/2 del día. ❤️

Dedicado a glightwood ✨

«Una guerra de comunicación»

Maddox

Luego de dejar a Cayla, Cassian y Astra entrenando, me dirigí al estacionamiento. No tenía idea de si debía solicitar algún permiso para dejar el edificio de Connektd, pero a estas alturas me daba igual.

Encendí mi motocicleta y emprendí camino con la mente dando vueltas sobre lo mismo. ¿El exterior? A estas alturas había descifrado suficientes cosas de Frederick, e intuía por qué el exterior... Pero ¿quién había autorizado eso? ¿Acaso estaban jugando conmigo también? No pensaba caer en la trampa de Frederick y dudar de Rya, pero tras el atentado y el anuncio de Arcadis en el exterior..., era imposible no pensar en que quizás él tenía razón.

Tomé la autopista y atravesé todo Tektown, el distrito tecnológico. Era uno de los más pulcros y brillantes de Harlax, nunca tocado por inseguridad, mafia, pobreza o corrupción. Tektown era el centro del conocimiento e incluso los criminales de la ciudad respetaban eso, por más estúpido que resultara. Conduje hasta la primera salida del distrito donde crecí: Dirlens.

Estacioné fuera de un minimarket de mala muerte, dando por seguro que Frederick le había instalado algo a mi motocicleta para seguir su ubicación. No me convenía que me siguiera, así que entré al minimarket y pasé directo a la habitación del fondo.

—Mouse —saludé al dueño.

Él ladeó la cabeza al reconocerme. No nos veíamos desde hacía demasiado tiempo.

—¿A qué se debe el honor de esta visita? —preguntó con sarcasmo.

—No vine a verte a ti. Usaré tu pasaje subterráneo. Si de casualidad alguien pregunta por mí, no me has visto.

Dudaba que Frederick enviara a alguien a seguirme, pero estaba abierto a cualquier posibilidad. Mouse señaló las pantallas en la pared, las cuales transmitían en tiempo real lo que grababan sus cámaras de seguridad.

—Estacionaste fuera de mi negocio. ¿Qué quieres que diga, que desapareciste?

—Inventa algo. Puedes ser bastante creativo cuando quieres.

Sin más, crucé la puerta al final de su oficina y lo escuché gruñir algunas maldiciones. No era como si confiara en él, pero si me traicionaba, él sabía que tendría dos finales: o la cárcel, o yo mismo haciéndolo pagar. Detrás de su despacho había un depósito, pero tras mover unas cajas, di con una puerta en el piso. La abrí y bajé unas escaleras. En toda la ciudad había túneles subterráneos, conectados en mayor o menor medida según el distrito. Caminé hasta uno de los escondites cercanos completamente a oscuras, conociendo de memoria el trayecto y palpé la pared hasta que una pequeña pantalla apareció. Introduje una clave y saqué del compartimiento una chaqueta con capucha, mi máscara, un par de armas, y un celular.

Envié un mensaje breve:

«Estaré ahí en veinte minutos».

Continué por el túnel hasta la salida más cercana, cubierto hasta con la capucha. No me molesté en dar mi seudónimo a quien estaba del otro lado de la salida, con reconocer la máscara que cubría la mitad de mi rostro fue suficiente. Llegué al sótano de uno de los edificios más grandes y emblemáticos del sector. Dirlens, que era conocido por su turismo y riqueza, también tenía varias zonas muy pobres, y aquel edificio conocido como Serpent City era una de ellas. Era una torre gigante donde había cientos de departamentos y vivían miles de familias; había comercios y hasta toda una economía interna.

Arcadis: El juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora