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Capítulo 2/3 del día 🍿

Dedicado a sillybunnyss ❤️

«Un pececito asustado»

Cassian

Recorrí el salón con la mirada, con la mínima esperanza de que él decidiera no aparecer ese día. Sin embargo, lo conocía lo suficiente y sabía que él no perdería la oportunidad de hacerme saber «quién mandaba».

Cuando lo vi recostado de una de las mesas del fondo, consideré por un segundo darme vuelta e irme. No necesitaba nada de eso. Ya mi equipo era el más popular de Arcadis de la historia, no tenía por qué darle la satisfacción a Wex de hacerme sentir mal en televisión. No obstante, tampoco quería darle el placer de que se sintiera bien por pensar que todavía tenía poder sobre mí.

La verdad era que sí lo tenía, porque en ese momento me temblaban las piernas, solo que no podía demostrárselo.

Astra y Cayla se alejaron de golpe, cada una feliz de encontrarse con sus familias, lo cual me hizo sentir un poco de envidia. Luego, cuando miré a la familia de Astra, un nudo se alojó en mi estómago. Ellos no me conocían —más allá de por ser el hijo de Wex Riker o el interés romántico de su hija—, pero yo sí que los conocía a ellos, y una parte de mí quería huir como si supieran cuánta responsabilidad yo tenía en sus desgracias.

Wex se dio cuenta, porque cuando volví la mirada a él mientras caminaba en su dirección, él se giró sutilmente hacia la familia Wyse y luego hacia mí, antes de sonreírme con aquella sádica expresión, con la confianza de alguien que sabe que te tiene en sus manos.

—¿Y bien? ¿No me vas a saludar? —me preguntó cuando me quedé frente a él, sin hacer o decir nada.

—Hola.

Mi voz salió gélida y mi expresión dura.

Wex dio un paso hacia delante y cuando reconocí su intención de tocarme, me congelé. Estuve a punto de apartarme, pero mis pies se quedaron clavados en el suelo. Así que él, consciente o no de mi guerra interna, pasó su brazo alrededor de mis hombros con una sonrisa.

—No me digas que ahora que eres una superestrella te volviste mudo. Bueno, las palabras nunca fueron mucho lo tuyo. —Se echó hacia atrás y miró al techo, las paredes de cristal, los trabajadores de Connektd sirviendo comidas y bebidas, cada rasgo de lujo que el edificio ofrecía y luego silbó—. Vaya, si yo fuera tú, no querría regresar a South Rednett. Todo lo que se ve en televisión son lujos, y ahora puedo comprobarlo.

—¿Cómo está Jasmine? —lo corté, y él sabía a qué me refería: ¿seguía en casa? ¿Estaba sana? ¿Estaba viva?

—Está bien. Es el primer año que se obsesiona con estos juegos. Se la pasa todo el día pegada a esa televisión; si no está viendo la transmisión, está viendo noticias donde hablan de Arcadis o leyendo qué se dice de los participantes.

Wex podía ser muchas cosas, pero jamás un mentiroso. Saber que Jasmine estaba bien, me relajó un poco. Guardé las manos en los bolsillos y, con mayor seguridad, lo miré con la frente en alto. Estaba en una zona segura. Él no podría hacerme daño.

—¿Por qué no la trajiste contigo?

Se encogió de hombros y se recostó del borde de la mesa.

—En la invitación dejaron muy en claro que solo podían venir familiares directos.

—Es tu esposa, por ende, mi madrastra. Es mi familia directa.

—No es tu madre —soltó la verdad con un tono de voz punzante—, así que no quise arriesgarme a que la devolvieran en la puerta.

Arcadis: El juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora