Capítulo 32

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Luego de un domingo de fitness Breen llegó a la empresa con algo de dolor corporal y a su vez llena de energía. Abordó su trabajo con buen ánimo, e incluso Mauro pasó por su oficina a dejarle una taza de café. Tiempo después, cerca del horario de almuerzo, Breen dejó estar los papeles.

En su opinión ya era suficiente de trabajo, pues no olvidaba el pacto con Jorge Olbert. Debía destacar, pero no al punto de que la fusión Hades & Olbert fuera un hecho antes de la boda de Lobo y Lina; aun cuando ella no tuviera claro sí deseaba que dicha unión se consumara o no. Lo cierto era que ya estaban en ese camino: a los novios le sonaban cerca las campanas nupciales y ella ganaría un ascenso.

Por ende, Breen quería convencerse de que no hacía nada incorrecto. Sin embargo, por momentos en los que dedicaba muchas cavilaciones al asunto, no lograba estar segura del todo.

— Breen –llamó Mauro apareciendo por el marco de la puerta–, si no vengo no sales de aquí. Vamos a almorzar.

A causa de la agitación de mano por parte del joven, la abogada se puso en pie.

Ellos no solían tomar el almuerzo juntos en la mayoría de las veces, con todo, Mauro parecía siempre interesado en rondarla por un motivo u otro. Aunque no le molestaba su compañía, en realidad, le caía bien ricitos.

Justo con dicho sobrenombre Alberto se dirigió una vez más al rubio para invitarlos a su mesa de almuerzo. Allí estaba la comitiva que casi siempre se reunía a parlotear de mujeres, reuniones, o temas en los que ninguno tenía opiniones similares. Breen se decía que a todos les gustaba discutir de manera amistosa, solo eso. Ni daban la razón, ni probaban un punto. Discutían porque sí, porque les entretenía como a niños.

— Abogada, es bienvenida a unirse –indicó Jota.

— ¿Cuál es la agenda de hoy?

— Globalización y devaluación de dólar –dijo Paulo, el mayor del grupo.

— Creo que... –señalo la chica viendo algo más en ese instante– Becky me está levantando una mano.

En efecto: la secretaria de Dirección parecía ansiosa mientras blandía su mano en alto para ser vista por ella. De modo que la abogada se desplazó hacia allá y le agradeció al tiempo en que tomaba asiento.

— Me has salvado, la verdad no me apetecía quedarme entre ellos.

— No ha sido nada... pero me pregunto quién me salvará a mí.

— ¿De qué hablas?

— Estoy en ebullición, necesito hablar o explotaré por algún lado. ¿Sabes lo que es tener tres jefes?

Dijo cual queja que ya necesitaba ser liberada.

— No. Ni de cerca.

— Pues en esas estoy; ya no solo me ocupo de Lobo y el señor Jorge, sino que además ahora la señorita Lina se me suma.

— ¿Ella? –mencionó Breen con asombro.

Era sabido que Lina trabajaba en su agencia de diseños y por tal motivo su agenda no le permitía visitar la compañía casi nunca. Por ende, conocer que se instalaría allí, resultaba un choque de realidades. E inclusive, algo nuevo a lo que adaptarse algunos trabajadores. Empezando por Becky Harris.

— Sí, ella –confirmó contrita–. En la mañana llegó demandando que se le asignara una oficina privada, y como es lógico no había ninguna lista para su uso –relató–. Un equipo de Recursos Humanos se motorizó y consiguió que trabajadores de la limpieza se encargaran de decorar todo mientras ella esperaba en la oficina con su padre.

En la Trampa del Lobo (Completa) ✔Where stories live. Discover now