Aprende a ser feliz

25 10 0
                                    

Había sido una noche larga para el equipo de limpieza, más luego de saber de que habían echado a dos de nosotros, asi que andábamos cortos de personal y algunas de las chicas estaban tristes o incluso molestas... Quizá había algo de rencor hacia Marilin y Ariadna por parte de las amigas de las chicas, pero no por nuestra parte, me aseguraría de que su ausencia no se notara, reduciría la carga horaria de todos esta decena para asegurarme de que descansaran más. Quizá hasta les daría un par de días para limpiar lo de la fiesta, sabía que era mucho así que debían descansar mejor.

Personalmente me daba igual, estaba decepcionado con las chicas pues ambas eran bastante buenas, y el que ellas se fueran de ese modo bajaba la vara de calidad en mi equipo, tendría que entrenar a sus reemplazos, y tendría que pedirle a Ariadna permiso para contratar a un par de empleados mas. La fiesta en sí había sido un éxito y otros empleados estaban terminando de sacar a los invitados que habían quedado dormidos en las habitaciones, hubo demasiada diversión anoche, y estos invitados al ser especiales no podíamos echarlos y ya, nos habíamos coordinado con el equipo de la cocina para prepararles un desayuno decente con café y cosas dulces, cuestión de que despertasen y tuvieran energía para irse, además de que se fueran a gusto.

Anoche me quedé preocupado por otra cuestión, y es porque creo que ofendí a uno de mis chicos cuando lo invité a pasar la noche con los muchachos de los otros gremios, se fué corriendo nervioso y enojado conmigo, siento que la cagué, debía hablar con él y arreglar el problema, no solo porque me importaba mucho, si no porque si no lo arreglaba, probablemente afectaría al trabajo de mañana.

Me acerqué a la puerta de su habitación y golpee la puerta, esperando que él me abriera, pero no había caso.

- Oye Omar, soy Kaz... Lamento lo de anoche, no debí empujarte a hacerlo, sabía que estabas nervioso pero...

- Vete a la mierda Kaz... Solo... Vete.- Se escuchó desde el otro lado de la puerta mientras que yo me apoyé contra la misma para oírlo. Suspiré y me senté en el suelo contra la puerta, definitivamente me había pasado molestándolo anoche.

- Escucha, de verdad lo siento, pensé que lo de anoche iba a ayudarte, te veías muy tenso esta decena y quise compensártelo.

- ¿Metiéndome entre un montón de chicos sin consultarme? Vaya manera de ayudar... ¿Y quién dijo que necesitaba ayuda? Estoy perfectamente bien, no se de que hay que hablar, ya te dije que no me gustan los hombres, solo voy a quedarme aquí hasta que mi turno llegue, así que déjame solo.

Suspiré y toqué la puerta nuevamente, necesitaba que me deje entrar, quería hablarle mirándolo a los ojos, quería disculparme como se debe.

Él abrió la puerta y se cruzó de brazos frente a mí, estaba molesto pero también se lo veía nervioso, claramente quería hablar del tema pero no se sentía seguro. Pasé y men senté en la cama mientras que suspiraba y lo miraba a los ojos.

- De verdad lo lamento, creo que manejé mal la situación...

- Y muy mal, te dije que quería hacerlo y me llevaste igual.- Dijo él y se sentó a mi lado, parecía pasar de enojado a preocupado.- ¿Por qué insististe en hacer esto? Te dije que no me gustan los hombres, soy hétero...

- Yo... Lo lamento, solo te ví teniendo curiosidad por otras cosas y quise ayudar, pero siempre que te preguntaba, lo negabas rotundamente y eso no te ayudaba.

- Pues es que siento curiosidad, quizá... Me gustan las mujeres pero puede que... Me exciten ciertas cosas, quizá tengo miedo de lo que piensen los otros, de que esté mal... Y por eso lo niego.

Vi que estaba por quebrarse y sostuve su mano suavemente, él intentó apartarla pero insistí un poco, mirándolo a los ojos mientras veía que había algo que no me decía.

- ¿Por qué estaría mal sentir estas cosas? ¿Quién te dijo eso?

- ... Todo el mundo, al menos donde me crié... Todos tienen altas expectativas de mí, esperan que sea recto, firme, que sea alguien que no se inmuta ni se ablanda. En mi familia la mayoría han recibido educación militar, incluso yo estuve un par de años en la milicia... Era bueno, pero lo odiaba, me hacían seguir e idolatrar algo que yo no seguía, y siempre me dijeron que debía hacerlo de ese modo porque esa era la manera correcta.

- Lo recuerdo, dijiste que estás trabajando para llevar dinero a tu familia ¿Verdad?

- Así es, pero ellos aún creen que trabajo de guardia de seguridad aquí en la granja, no saben que soy empleado de limpieza, que uso este... Uniforme. ¿Qué pensarían ellos si me ven vistiendo así? No puedo ni imaginarme eso, menos el qué pensarían ante la insinuación de que me gustan los hombres... No puedo aceptar que sea algo normal para mí, no puedo...- Me hacía sentir un poco mal ahora, intenté forzarlo sin saber lo mucho que le dolía sentirse así, pero tampoco quería que sintiera que debía sentirse de este modo aquí.

- ¿Y porqué no? Digo, ya no vives con ellos, ya no les rindes cuentas, aquí eres libre, tienes amigos que te quieren y no te juzgarán por ello... Quizá hagamos bromas porque finalmente lo admites y vivías negándote rotundamente, pero son cosas que los amigos hacen.

- No lo sé, he vivido tanto tiempo reprimido que supongo que no se como debo dejar de sentirme así.

- Yo creo que... Deberías aprender a ser feliz a partir de ahora.

- A ser feliz... ¿Cómo voy a ser feliz si ahora me estoy cuestionando cada día más todo lo que me enseñaron toda mi vida? Que no debía sentirme así, que estaba mal, que no era normal.

- Pues aprenderás que debes empezar a vivir bajo tus propias creencias y no por lo que te inculcaron hace tiempo, tomará tiempo, pero creo que cuando aceptes que lo que sientes está bien, vas a empezar a sentirte mejor contigo mismo... Ya no voy a juzgarte mas ni a presionarte, lamento haberte molestado anoche. Iré a dormir, mañana tengo mi turno temprano y tengo que reorganizar a las chicas a falta de dos... Nos vemos.

Me levanté mientras que veía su rostro, sus ojos estaban algo llorosos y su mirada estaba llena de duda, tenía que darle espacio para que pensara y no debía fastidiar. Me acerqué a la puerta y él me detuvo tomando mi hombro.

- ¿Crees que... Podrías enseñarme bien? Sin empujarme de frente contra el pene de alguien y ya... Quiero explorar esas curiosidades a mi ritmo, pero poder hablarlo con alguien y poder confiar en él estaría bien.

- Claro que sí Omar, con gusto te ayudaré a explorar ese lado tuyo, mientras antes lo aceptes mejor.

- Aún no admitiré nada, soy bastante varonil y me gustan las mujeres... Solo tengo curiosidad.

Reí un poco y asentí, luego seguí a la puerta para retirarme.

- Al menos admites eso, por algo se empieza, y el que te gusten los hombres no te hace menos varonil, espero que lo sepas. Nos vemos mañana.

- Hasta mañana Kaz.

Me retiré de su habitación y comencé a caminar hasta la mía, no estaba lejos. Me metí a mi cuarto y comencé a organizar a los empleados así mañana no era tan complicado para todos, y me aseguré de que todos los chicos guapos estuvieran en el turno de Omar, con eso me aseguraría de que sus ojos se dieran un festín.

Él era un buen chico, quería que pudiera ser feliz sin problemas y sabía también que si era feliz, su rendimiento laboral no disminuiría, esperaba también acercarme mas a él como amigo, era la primera vez que me confiaba algo de ese estilo, y era mi deber apoyarlo de todas las maneras posibles.

La Madriguera de la ZorraWhere stories live. Discover now