Amor en la cabaña

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- No puedo creer que en esta cabaña no haya casi nada de mis padres, al menos nada personal, es una cabaña bien amueblada, hay un par de pinturas viejas, pero las arruinó el tiempo y la humedad... Nada personal aqui, solo una casa de campo bonita.

- ¿Qué esperabas Mari? ¿Secretos familiares en cada esquina que ellos tocaron? Lamentablemente así no funciona la vida, pero, lo que si funciona es la cama que está en el cuarto, tus padres no escatimaron para nada con los muebles aquí ¿Por qué no nos tomamos el día libre y nos damos amor? Ya ha pasado tiempo desde que tuvimos sexo como se debe.

Lila tenia razón en una cosa, quizá debía tratar de relajarme, tratar de dejar de buscar secretos por un día estaría bien para mí.

La cabaña por dentro era bonita, dos habitaciones, dos baños, cocina y sala de estar, era una casa perfecta, si consigo generar una fuente de ingresos pasivos, podría venir a vivir aquí y no preocuparme por trabajar más.

Debía dejar de preocuparme por ello ahora, tenía la cabaña para mi sola, y tenía a Lila a mi lado, debía disfrutar con ella todo lo que pueda. Fuimos al cuarto principal, la habitación entera de madera con una alfombra roja en la totalidad del piso, la cama era tamaño rey, y estaba muy adornada.

Lila se quitó el vestido antes de entrar al cuarto y se echó en la cama, solo usaba bragas negras bajo la ropa, posando sobre un lado de su cuerpo mientras que me llamaba con un dedo.

Me acerqué a ella y me senté a su lado, quitándome la ropa lentamente ya que aún estaba adolorida por casi morir y revivir mas temprano. La besé profundamente mientras que ella recorría mis caderas con su mano, acercándose a morder mi cuello mientras su mano agarraba uno de mis pechos y lo apretaba, haciéndome soltar un gemido suave mientras me separaba del beso.

- Entonces Mari... Quería preguntarte algo. ¿Las diosas eran hermosas?

- Lila, estamos por tener relaciones sexuales ¿Y esa es tu pregunta?.- Pregunté jugando mientras que me acerqué a sus pechos y mordí su pezón derecho suavemente, tironeando de este.

- A-Ah... Vamos, eres de las pocas personas en el universo que las ha visto. ¿Tendrías sexo con ellas?- Ella preguntaba mientras agarraba el plug anal que había entre mi ropa, pues no lo traía puesto, y procedió a meterlo y sacarlo de mi ano lentamente.

- S-Si te soy sincera, lo haría, pero me daría mucho miedo preguntar... Ellas son diosas y...- Lila procedió a meter tres de sus dedos en mi vagina al mismo tiempo, haciéndome gemir con más fuerza mientras que mordió mi hombro con mas fuerza y seguía atacando mi entrepierna con sus dedos.

- ¿Tu crees que los dioses no tienen deseos carnales Mari? Ellos tienen toda la eternidad para ellos mismos, pero por lo que me contaste, siguen siendo personas, estoy segura de que si se los pides adecuadamente... Ellas pensarían la idea de jugar con una mortal.- Ella empezó a mover sus dedos con mas rapidez, haciéndome gemir aún mas fuerte y rápido, a este punto me costaba formar palabras, sus dedos en mi interior se sentían muy bien y no quería que parara.

- P-Puede que lo haga... La próxima estación, no debería tomar la poción tan seguido, o podría morir...- Dije entre gemidos, mientras que Lila se posicionaba sobre mi, besándome profundamente mientras sacaba sus dedos de mi interior y apoyaba su entrepierna contra la mía, levantando una de mis piernas y poniéndola sobre su hombro, moviendo sus caderas y embistiéndome lentamente.

- Ah... Ah... Mari, de seguro encontrarás otra manera de visitarlas que no sea casi muriendo, eres una fuente enorme de magia al fin y al cabo, debes tener algún truco de ente divino dando vuelta... Déjame olerte por favor...- Y así como lo pidió, tomé su mano y usé mi magia para que pudiera sentir lo que yo olía, ella parecía estar en éxtasis mientras que yo simplemente olía la camisa que había traído, parecía disfrutar en sí del olor de mi cuerpo, o quizá el simple hecho de poder olerme.

La Madriguera de la ZorraWhere stories live. Discover now